Gobiernos
populares de América Latina,
¿fin de ciclo o nuevo tiempo político?
6 de enero de 2016
¿fin de ciclo o nuevo tiempo político?
6 de enero de 2016
Por
Isabel Rauber
(Alainet)
Recientemente algunos intelectuales que se
autodefinen de izquierda o centro-izquierda, anunciaron que estábamos a las
puertas del fin del ciclo de los gobiernos progresistas, caracterizado por el
agotamiento de sus programas neodesarrollistas –que incluyen el extractivismo ,
y su “ineficiente” capacidad de gestión. Es de esperar entonces, según ellos,
una avanzada de la derecha en la región, situación que configuraría un nuevo
mapa político en Latinoamérica. Con este discurso “visionario”, apuntalado por
el conocimiento de los planes geopolíticos del imperio para la región, tales
intelectuales contribuyeron a instalar y “naturalizar” en la opinión pública el
advenimiento del fin de los gobiernos populares y su reemplazo “inevitable” por
gobiernos de derecha, presentándolos incluso como una “saludable alternancia”.
Vale entonces compartir reflexiones acerca de este diagnóstico y su sentencia.
El recuento crítico de los acontecimientos
políticos de los últimos años revela que
las propuestas políticas que
caracterizaron el quehacer de los gobiernos populares en tiempos de proyección posneoliberal, están cumplidas.
Y ello anuncia la apertura de un nuevo tiempo, con nuevas
problemáticas, tareas, sujetos y desafíos. Pero además de tareas y agendas, los
primeros años de los gobiernos populares significaron también para los pueblos
transitar por un conjunto de aprendizajes.
Leer
Isabel Rauber
iguala
a todos los gobiernos denominados 'progresistas' e ignora las luchas abajo en
cada uno y sus interrelaciones. Tampoco crítica a esos gobiernos en su servicio a
capitales y estados imperialistas
favoreciendo el extractivismo y subordinando a los pueblos a ese fraudulento
progreso y bienestar.
Entre los aprendizajes a que se refiere, destaco: "el crecimiento económico es importante pero insuficiente" y su uso de calificativos vagos respecto al extractivismo que es el patrón de acumulación y reproducción del gran capital (poder real) en Nuestra América. Con lo cual menosprecia cómo dicho modo de producción intensifica la concentración económico territorial, las ganancias extraordinarias y la desterritorialización-reterritorialización del país a favor de las transnacionales. También soslaya que consolida la dependencia del país, establece su desertificación y ataca sus poblaciones tanto por desintegración social (económica, cultural, convivencial) como por envenenamientos varios.
Entre los desafíos del nuevo tiempo político plantea:"Construir un nuevo modo de producción y reproducción (sociedad-naturaleza)". Reconoce tareas para tal objetivo: poner fin "a los marcos del modo de producción capitalista que sostiene el circuito de la muerte (...); crear y articular procesos productivos alternativos existentes y promover la búsqueda de nuevas bases económicas que hagan posible la coherencia social entre el ciclo de producción y la reproducción (...) con cauces a una nueva economía, que además de enfrentar con éxito la lucha contra el hambre, la pobreza, el analfabetismo y las enfermedades curables, sea el sustrato de un nuevo modo de vida y una nueva civilización, la del buen vivir y convivir".
Al aceptar el enfrentamiento contra la pobreza en vez de al poder económico e imperialista en nuestros países, Isabel Rauber soslaya la conciliación de clases implícita en el extractivismo que la causa, el rentismo corruptor de toda la sociedad, el autoritarismo presidencialista y la criminalización tanto de los desposeídos como de quienes reclaman contra el creciente avasallamiento de derechos humanos. También elude el hecho de que todos los gobiernos postneoliberales que designa indistintamente como "populares" han construido la viabilidad del despotismo extractivista sorteando la realidad creada por las insurrecciones populares o por la disolución del bipartidismo imprescindible para la fachada de democracia de la dictadura gran capitalista.
Si bien convoca a "apostar a la construcción del protagonismo colectivo de los pueblos para su constitución en la fuerza político-social de liberación como factor neurálgico que marcará el rumbo y las dinámicas políticas del presente y el futuro inmediato en los procesos populares en curso en cada país y en la región. Ello es vehículo también para la construcción de la unidad de los pueblos". Da por sentado que todos los gobiernos "progresistas" avanzaron hacia la emancipación nacional y continental cuando es falso. Venezuela es el único que abrió caminos en esa dirección pero por el chavismo. Aclaremos en qué consiste escuchando a Emiliano Teran Mantovani :
"Pero estas luchas populares desde abajo no tienen por qué ser
pensadas sólo en abstracto. Luego de casi 100 años de desarrollo del capitalismo
petrolero en Venezuela, desde fines del siglo pasado se han producido las
condiciones para la fertilización del proceso de producción de subjetividad
contra-hegemónica más potente y masivo tal vez de la historia republicana del
país, y esto ha ocurrido alrededor de códigos comunes que han girado en torno a
un complejo proceso identitario que podemos llamar chavismo.
En otros espacios hemos
planteado por
qué creemos que la narrativa originaria del chavismo se fue configurando desde
abajo, que el chavismo se ha constituido como una comunidad política y afectiva,
y que es una identidad en disputa – y por tanto tiene facetas contradictorias –,
en la cual se ha producido un progresivo desplazamiento de sus potencialidades
emancipatorias y una neutralización de su fuerza expansiva contrahegemónica por
parte de una trama burocrático corporativa".
Leer
También
Emiliano Teran
Mantovani nos
presenta
el cuadro de situación que hoy desafía a los pueblos del mundo:
Tensión neoliberal y
territorialización del poder:
Un diálogo crítico con Álvaro
García Linera
9 de
septiembre de 2015
Por
Emiliano Teran Mantovani
(Rebelión)
"Presenciamos en la actualidad a escala
planetaria, una agudización sin precedentes de las históricas contradicciones
sociales y ecológicas del desarrollo capitalista mundial: peligros de una
escalada bélica internacional, en sus diferentes modalidades [1];
dramáticas tensiones migratorias[2];
crecientes desajustes en el orden de los ciclos climáticos [3];
ralentización del gran salvador de la economía mundial desde 2008, China, y
tendencia a la deflación global [4];
desbordamiento progresivo de las precarias “democracias” contemporáneas y
conexión cada vez más fuerte entre la política formal y bandas criminales,
narcotráfico, grupos extremistas, entre otros –con mayor énfasis en periferias o
el Sur Global– [5];
desgarramiento de los tejidos sociales y reconfiguraciones de los límites del
pacto social; entre otras.
Cuando el pastel de la riqueza se hace cada vez más pequeño y los apetitos
crecen, las ilusiones de progreso se van vaciando, la acumulación capitalista se
vuelve aún más salvaje.
El neoliberalismo ―como modo de acumulación propio del
capitalismo globalizado― se potencia, se reacomoda, busca ocupar espacios y
ámbitos que se resisten a su lógica, y así expandir aún más el despojo y la
mercantilización de todo. No importa en qué parte del mundo usted se encuentre,
no importa si el gobierno de su país es considerado o no “progresista”, esta tensión
neoliberal está presente, en diversos grados y formas, en cada proceso de
acumulación formal o informal de capital en la actualidad.
Pregunta de orden estratégico: ¿quiénes, en este momento en América
Latina, son las fuerzas antagónicas capaces de detener el avance de la
acumulación por desposesión? ¿Qué actores o sectores sociales y políticos
pueden aún encarnar hoy una alternativa, no sólo a este neoliberalismo
mutante [6] que
ha coexistido versátilmente entre nosotros, sino al propio orden capitalista?
Años atrás, parecía evidente que esta
alternativa, entendida como “posneoliberal” [7],
estaba centrada principalmente en los gobiernos progresistas de la región, y en
los líderes que los han guiado.
Ya estos gobiernos no serían
fundamentalmente dominación, sino representación no sólo de los intereses
populares, sino también de la construcción de la vía hacia modelos que podrían
estar en un futuro, más allá del capitalismo y la dependencia. A estas alturas,
sostener esta idea es más que problemático". (...)
Leer
Isabel Rauber, en fin, es partidaria de la "la batalla de ideas como una de las disputas centrales de las luchas políticas de nuestro tiempo". Mi convicción es otra empezando que miro hacia el encuentro entre los diversos de abajo para confrontar y no conciliar con los malos gobiernos desde los '70 y con el poder económico e imperialista que se implantó con terrorismo de estado desde los '70. Por un lado, deseo que no se cumpla la unión abajo por el espanto (como se tiende a establecer hoy) sino el estarse hermanando al crear- multiplicar espacios en común de deliberación sobre cómo luchas abajo están abriendo cauces hacia otra sociedad, otro país, otro mundo. Por otro lado, al mismo tiempo o correlativamente, pienso en la necesidad de enfrentar la realidad del bloque dominante con lucha y organización de democracia abajo. Leer Que Macri haya optado por el shock y por un gobierno de CEO responde a la agudización de la crisis capitalista local y mundial a superar yendo contra el trabajo.
Isabel Rauber
realiza críticas a los
partidos de izquierda revolucionaria (que etiqueta de ultra) con las cuales
concuerdo pero en sus propuestas contradice dichos principios.
Descubre porqué se focaliza en contra "de sectores (ultra) izquierdistas" en
"Construir la ofensiva estratégica popular
revolucionaria"
sostiene:"Una de las resultantes más recurrentes de la
división del campo popular, y particularmente entre la izquierda
latinoamericana, es que las protestas y luchas sociales terminan siendo
funcionales a los intereses de los poderosos.
(...)
La falta de convergencia y unidad de los
diversos actores sociales y políticos, aunada con la escasa formación política,
las sectorialización y el corporativismo… coloca a las organizaciones sociales y
políticas de los pueblos en situación de subordinación a los intereses de los
poderosos. En función de ello, estos pueden manipularlos para alcanzar sus
propósitos, debilitando y resquebrajando la base social de los gobiernos
populares para reagruparse como bloque de poder opositor con capacidad de
recuperar su hegemonía. Esta recuperación es en realidad una nueva toma de
posiciones de los poderosos quienes haciéndose cargo de las nuevas realidades
políticas recientemente vividas con los gobiernos populares , una vez en los
gobiernos, buscarán destruir las bases democráticas de las sociedades para
impedir cualquier intento futuro de reeditar gobiernos progresistas, populares o
revolucionarios en el continente. Y para ello no están solos, cuentan con el
apoyo imperial del Norte, de las instituciones del poder global del capital y de
sus cañoneras mediáticas locales y globales.
El arribo de
gobiernos de derecha en la región no es una simple “vuelta al pasado”, tampoco
responde a una “enriquecedora alternancia” de gobiernos y gobernantes. Se trata
de una vuelta de hoja, un giro raizal en la orientación de los procesos
emprendidos, que se produce para articular los procesos locales con las
necesidades hegemónicas y lógicas del poder global del capital: saqueo,
dominación y muerte…".
Ahora el gobierno CFK no sólo promovió esa transnacionalización que a la vez es criminalidad de lesa humanidad sino también usó su bonapartismo en promulgar el Código Civil y Comercial para garantizar la 'democracia' de ese "saqueo, dominación y muerte".
Elena Cedrón
11 de enero de 2016
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