Represión política de clase,
algo de lo que los partidos
no
hablarán en esta campaña
4 de junio de 2016
4 de junio de 2016
En España no hay
presos políticos” (Jorge Fernández Díaz. Ministro del Interior
del Gobierno en funciones del PP)
Y esto lo dice alguien
que pertenece a un gobierno que reformó el Código Penal (Ruíz Gallardón) hasta
convertirlo en el más represor desde el inicio de la transición en España. Un
Código Penal que presenta artículos directamente pensados para reprimir la
protesta social (550, 551, 553, 554, 556, 557, 557bis, 557ter, 558, 559, 560)
El reformado Código
Penal, se concentra en castigos de tipo carcelario, con penas que pueden
alcanzar, en lo relativo a los artículos que les he señalado, en algún caso
hasta los 6 años de prisión.
La compilación
normativa de dichos artículos revela la obsesión del legislador por la
“seguridad ciudadana” (“desórdenes
públicos”), que se concreta aún más en el apartado “resistencia y desobediencia a la autoridad”:
la legislación punitiva por excelencia del Estado español como “ataque preventivo” a la luchas
contra las políticas de recortes sociales y austeridad.
Y si esta legislación
se queda corta, la Ley
Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana
vela por la paz social mediante multas que van desde 601 hasta 600.000 €. Con
la bolsa recaudando y con la porra golpeando.
Hace tiempo que el
capital y sus Estados (“Hoy, el poder
público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de administración que rige
los intereses colectivos de la clase burguesa”. K. Marx y F.
Engels. “Manifiesto Comunista”)
son conscientes de que van ganando la lucha de clases, como diría Warren
Buffet, pero saben que nada es
perenne, que el capitalismo no puede superar su propia crisis porque se
encuentra ya en su etapa senil. Si lo que ellos llaman “largo período de estancamiento” se
torna severo agravamiento de la recesión (sus expertos y gurús económicos ya
avisan de que hay señales de ello), bien podría producirse una agudización de
la lucha de clases con perfiles mucho menos pacíficos que hasta ahora. Ese es
el peligro que el capital, sus aparatos estatales (policiales, jurídicos, legislativos
y, por supuesto, también ideológicos y mediáticos) intentan conjurar
anticipándose, como tantas veces han hecho, a la aparición de los
acontecimientos.
Al señor Ministro del
Interior y al Gobierno del PP hay que decirles que mienten y que lo hacen al
menos con el mismo cinismo y desparpajo con el que lo hicieron ante las ejecuciones
criminales de los “sin papeles” en la playa del Tarajal (Ceuta)
En España hay presos políticos.
Un preso político
español es Alfonso Fernández (Alfon), condenado por su participación en la
huelga general del 12 de noviembre del 2012 y que, según denunció en su día el desaparecido Shangay Lily,
sufrió un proceso judicial con rasgos de farsa y más que posible fábrica de
pruebas por la policía para encausarle como terrorista. Alfon ha estado
sometido al régimen carcelario FIESen las dos ocasiones en las que ha estado
preso, aunque la
Audiencia Provincial de Madrid acaba de aprobar que se le
retire este denigrante tratamiento.
Otro preso político es
Andrés Bódalo, del SAT, por su participación en unas protestas ante el
Ayuntamiento de Jodar, acusado injustamente de agresiones al ex teniente de
alcalde del PSOE, Juan Ibarra, y condenado a 3 años y medio de prisión. Juzguen
ustedes en este vídeo si la actuación del sindicalista, al que reconocerán por su
pañuelo negro en la cabeza, es constitutivo de delito castigable con cárcel.
Ingresar en prisión
por participar en protestas, manifestaciones, huelgas o cualesquiera otra forma
de movilización y lucha contra unas medidas políticas supone ser preso político
porque conlleva la represión más drástica contra una toma de posición política.
Sólo la huelga del 29
de Marzo de 2012 ha
dejado en el aire posibles penas para cerca de 300 sindicalistas con penas que
pueden alcanzar los 120 años de cárcel en conjunto. Imagínense lo que suma el
resto de movilizaciones contra la violencia de las políticas de desigualdad
social.
Otras personas que
participaron en la huelga, aún no siendo sindicalistas, como Carlos Cano, de
Granada, sí han estado en prisión, aunque éste afortunadamente hace tiempo que
ya está libre.
Detenciones, cacheos,
malos tratos en comisarias, denuncias de torturas, brutalidad policial en
manifestaciones, condenas de prisión, legislación represiva, criminalización
por parte de los medios de
desinformación del capital,…Esto es la forma de ejercer la lucha de clases
desde la burguesía y sus aparatos del Estado. Frente a ello es más necesaria
que nunca superar la división de decenas de plataformas y coordinadoras de
solidaridad con los reprimidos. Sólo la unidad de acción y de clase en la lucha
antirrepresiva logrará romper el cerco de al que el capital somete a quines
luchan.
Sé que me dejo muchos,
muchísimos casos de trabajadores conscientes, sean estos antifascistas,
militantes comunistas, anarquistas o sindicalistas que, o están en prisión, o
ha pendido sobre ellos la amenaza de tal cosa (los 8 de Airbús).
Pero ninguno de los
partidos que aspiran a ser relevantes en la configuración política del
Parlamento español hablará de ellos (unos por convicción, otros por cálculo),
salvo que pueda usar a alguno en provecho electoral propio. En ese caso lo
harán con sordina. Decir que vivimos en una dictadura de clase que ha acabado
con los derechos de expresión, manifestación y reunión para imponer su “paz
social” es demasiado radical para la imagen de moderación que desean proyectar
participando del manto de silencio sobre la esperpéntica realidad española.
Cínicos.
Sería la campaña, con
sus mítines de globitos, músicas horteras y cheerleaders en lugar de
militantes, un gran momento para presentarse en ella pacíficamente con
pancartas y octavillas en las que aparezca todo el listado de personas reprimidas,
condenadas, agredidas policialmente y encarceladas por luchar contra las
agresiones del capital y sus gobiernos y preguntar a cada partido y a sus
dirigentes qué piensan hacer con ellos. Pero, ¡cuidado!, no sea que en virtud
de la “democrática” Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana
les casquen una multa de entre 601 y 30.000 € por “perturbar la seguridad ciudadana en actos
públicos, espectáculos deportivos o culturales, solemnidades y oficios
religiosos u otras reuniones a las que asistan numerosas personas”.
Lleven el DNI consigo si lo hacen.
Fuente: http://www.lahaine.org/est_espanol.php/represion-politica-de-clase-algo
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