La desaceleración económica y
los
trabajadores
26 de octubre de 2016
Por Javier Gómez Aguilar, Director Ejecutivo, CEDLA
Hace algunos días, el Ministro de Economía y Finanzas
Públicas señaló a los medios de
prensa que, según sus cálculos, “hay un 50 por ciento de probabilidades de que
haya el segundo aguinaldo, pero hay otro 50 por ciento de probabilidades de que
no haya”, y que se debe esperar el dato final del INE sobre el crecimiento del
PIB para definir el pago. No es casual esta aseveración porque coincide con
otras referencias expresadas por voceros del gobierno, para ocultar la
situación actual de la economía, especialmente a la población trabajadora.
En esta línea convergen los informes de entidades
internacionales (Banco Mundial, Corporación Andina de Fomento, entre otros) que
no ahorran conceptos para elogiar la buena salud de la economía boliviana y a
calificar al país como un modelo a seguir. Obviamente, esas apreciaciones solo
consideran el efecto que podría tener la inversión pública, financiada en parte
por sus instituciones, mientras dejan a un lado aspectos críticos de la
realidad del país como son la profundización de la dependencia económica del
extractivismo y de la exportación de materias primas, el debilitamiento de las
actividades productivas e industriales y la terciarización creciente, asentada
en rubros tradicionales de muy baja productividad.
La desaceleración del crecimiento, más allá del deseo
político del gobierno de imaginar una economía sólida capaz de soportar los
embates de la crisis capitalista mundial, podría llevar a una crisis económica
difícil de afrontar. Los efectos de la disminución significativa de los precios
de minerales e hidrocarburos en el mercado mundial causada por el menor crecimiento
de China y la recesión de vecinos como Brasil y Argentina, son innegables. Como
el país no es una isla, sino una economía integrada al comercio internacional,
cualquier cambio adverso en ese escenario indefectiblemente lo impactará, como
viene sucediendo con el aumento de las importaciones de bienes de consumo
básico sobre la producción nacional.
La desaceleración se tradujo rápidamente en una reducción
drástica de los ingresos fiscales, afectando el gasto corriente y la inversión
pública. Nuevamente, el gobierno de Evo Morales apostó por el mayor
endeudamiento para paliar la disminución de los ingresos por las exportaciones
de materias primas, sin una visión de largo plazo ni una estrategia de
desarrollo productivo dirigida a diversificar la economía, a mejorar la
productividad y a potenciar la capacidad de generación de más y mejores
empleos.
Mientras tanto, se hace más visible la crisis del trabajo
que arrastra largamente el país. Esta se manifiesta en el aumento del
desempleo, de la precariedad laboral y de la informalidad. Los
trabajadores asalariados, entre éstos las mujeres, los jóvenes, los menos
calificados y los que pertenecen a los grupos de bajos ingresos, vienen
soportando despidos masivos por la pérdida constante de puestos de trabajo
(ENATEX, cooperativas mineras, micro y pequeñas empresas, además de entidades
públicas y privadas), como también a formas de contratación temporal que los
conduce a una gran incertidumbre laboral, a la reducción del poder adquisitivo
de los salarios, al incremento e intensificación de las jornadas de trabajo y,
en general, a la vulneración de sus derechos laborales.
Fuente: http://www.bolpress.com/2016/10/26/desaceleracion-del-crecimiento-empeoran-el-desempleo-informalidad-y-precariedad-laboral/
No hay comentarios:
Publicar un comentario