Cuarta revolución
industrial,
tecnologías e impactos
31 de octubre de 2016
31 de octubre de 2016
Según los más
ricos y poderosos del planeta, la
cuarta revolución industrial ya está en marcha y es resultado de la
convergencia de robótica, nanotecnología, biotecnología, tecnologías de
información y comunicación, inteligencia artificial y otras. El Foro Económico
Mundial, que reúne cada año en Davos a las mayores empresas del planeta,
produjo en 2016 un informe donde afirma que con la tormenta perfecta de cambios
tecnológicos junto a lo que llaman asépticamente factores socio-económicos, a
2020 se perderán 5 millones de empleos, incluso contando los nuevos que se
crearán por las mismas razones.
Si ellos hablan
de una pérdida de 5 millones de empleos, seguramente serán muchos más. Y es
sólo uno de los impactos de esta revolución tecnológica, que no se define por
cada una de estas tecnologías aisladamente, sino por la convergencia y sinergia
entre ellas. Nombran entre las 10 tecnologías claves –y más disruptivas– la
ingeniería de sistemas metabólicos para producir sustancias industriales (leáse
biología sintética para remplazar combustibles, plásticos, fragancias,
saborizantes, principios activos farmacéuticos derivados de conocimiento
indígena); el Internet de las nano-cosas (además de usar Internet para
producción industrial, agrícola, etcétera, también nano-sensores insertados en
seres vivos, incluso nuestros cuerpos, para captar y recibir estímulos y
administración de drogas y farmacéuticos); ecosistemas abiertos de inteligencia
artificial (integrar máquinas con inteligencia artificial al Internet de las cosas,
a las redes sociales y a la programación abierta, con potencial de cambiar
radicalmente nuestra relación con las máquinas y entre éstas mismas) y varias
otras, como nuevos materiales para almacenar energía, nano-materiales
bidimensionales, vehículos autónomos y no tripulados (drones de todo tipo con mayor autonomía),
optogenética (células vivas manipuladas genéticamente que responden a ondas de
luz), producir órganos humanos en chips electrónicos.
En el año 2000,
desde el Grupo ETC llamamos a esta convergencia BANG (Bits, Átomos,
Neurociencias, Genes), especie de Big Bang tecno-socio-económico, mejor llamado
Little Bang porque las tecnologías a nano-escala (aplicadas a seres vivos y
materiales) son la plataforma de desarrollo de todas las otras. Avizoramos
entonces que este Little Bang, estaba formando un tsunami tecnológico que
tendría impactos negativos de grandes dimensiones en medio ambiente, salud,
trabajo; en producción de nuevas armas para guerra, vigilancia y control social
de todas y todos, entre otras. Todo en un contexto de la mayor concentración
corporativa de la era industrial, oligopolios con cada vez menos empresas que
controlan inmensos sectores de producción y tecnologías.
Así está
sucediendo, pero para cada uno de nosotros separadamente es difícil percibirlo
en totalidad y en las dimensiones de sus impactos que se complementan. Los
gobiernos, mayormente controlados por intereses corporativos y con el mito de
que los avances tecnológicos son beneficiosos de por sí, han dejado que casi
todas estas tecnologías prosigan, se usen, vendan, estén diseminándose en el
ambiente y en nuestros cuerpos, sin siquiera mínimas evaluaciones de sus
posibles impactos negativos y sin regulaciones, mucho menos aplicación del
principio precautorio. Un ejemplo claro es la industria nanotecnológica, que
con más de 2000 líneas de productos en los mercados, muchos presentes en
nuestra vida cotidiana (alimentos, cosméticos, productos de higiene, farmacéuticos),
no está regulada en ninguna parte del mundo, pese a que aumentan los estudios
científicos que muestran toxicidad en ambiente y salud, especialmente para los
trabajadores expuestos en la producción y uso de materiales con nanopartículas.
Pero el Foro de
Davos sí elabora anualmente un amplio informe sobre riesgos globales, porque
esos riesgos afectan sus capitales e inversiones. En la edición 2015 afirman
que El establecimiento de nuevas capacidades fundamentales que está ocurriendo,
por ejemplo, con la biología sintética y la inteligencia artificial, está
particularmente asociado con riesgos que no se pueden evaluar completamente en
laboratorio. Una vez que el genio haya salido de la botella, existe la
posibilidad de que se hagan aplicaciones indeseadas o se produzcan efectos que
no se podían anticipar al momento de su invención. Algunos de esos riesgos
pueden ser existenciales, es decir, poner en peligro el futuro de la vida
humana. A confesión de partes, relevo de pruebas. Pero aunque lo reconozcan, no
tomarán ninguna medida que coarte sus ganancias.
En este
contexto, desde hace algunos años, estamos trabajando junto a otras
organizaciones, movimientos sociales y asociaciones de científicos críticos, en
la construcción de una red de evaluación social y acción sobre tecnologías (Red
TECLA), para buscar por un lado informarnos y comprender el horizonte
tecnológico, sus conexiones, impactos e implicaciones desde muchas perspectivas
(ambiente, salud, ciencia, género, trabajo, consumo) y fortalecernos para
actuar sobre ellas.
Para avanzar en
estas ideas y en el cuestionamiento de la tecnociencia al servicio del lucro,
con experiencias concretas desde varios países latinoamericanos, se realizará
el seminario internacional Ciencia, tecnología y poder: miradas críticas, el 8
de noviembre, de 9.30 a
14 horas, en la
Hemeroteca Nacional , Ciudad Universitaria, convocado por la Red TECLA , la Unión de
Científicos Comprometidos con la Sociedad y el Grupo ETC (www.etcgroup.org/es).
Tenemos que apropiarnos, desde abajo, de la consideración y acción sobre estos
temas.
*Silvia Ribeiro,
Investigadora del Grupo ETC
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Noticias/Cuarta_revolucion_industrial_tecnologias_e_impactos
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