Una medida a favor de
los empresarios
20 de octubre de 2016
Por Mauro Alcócer(Rebelión)
La decisión de no otorgar esta gestión 2016 el segundo aguinaldo
(un beneficio laboral establecido el año 2013) va a tener consecuencias
económicas y políticas. En lo económico ocasionará que este fin de año haya
menos dinero circulante, con lo que las actividades comerciales y de servicios
serán duramente afectadas. Muchos internadores comerciales que hicieron compras
de mercadería, o gente que encargó determinados productos, confiados en que
venderían este año lo mismo que el año pasado, no podrán recuperar su
inversión, lo que afectará a toda la cadena comercial, tanto a los que operan
al mayoreo como a los que venden al detalle. Esta caída en el movimiento
comercial afectará también la venta de servicios y repercutirá en los
siguientes meses en el sector productivo, con lo que se va a dar un efecto de
contracción de la economía boliviana. Esto no dice Luis Arce Catacora, el
ministro de Economía y Finanzas Públicas, cuya orientación monetarista y de
ajuste fiscal está llevando al gobierno a cometer varias equivocaciones.
¿Y qué pasará con los trabajadores que habían confiado en las
palabras del propio Arce, que hasta hace unos meses aseguraba que habría doble
aguinaldo esta gestión? ¿Cree el vicepresidente Alvaro García Linera que los
obreros van a creer su argumento que “como gobierno estamos cuidando la
estabilidad laboral”? No es la primera vez que el vicepresidente repite las
razones de los empresarios privados y se alinea con ellos, que también hablan
en estos términos paternalistas: “es preferible ganar menos pero tener una
fuente de trabajo, porque hay mucho gente que quisiera ocupar tu puesto”.
No otorgar el segundo aguinaldo tendrá el efecto político de que los trabajadores y la clase media se van a distanciar del gobierno. Y no es poca gente: estamos hablando de 2 millones de asalariados del sector público y privado, que sumados a sus familias hacen por lo menos 5 millones de personas.
Al interior de los sindicatos se van a fortalecer las tendencias
opositoras que plantean el discurso de la “independencia de clase”, vale decir
la ruptura de la clase obrera con el gobierno y el proceso. Ya mismo, en la
mentalidad de los obreros de base, debe estar dando vueltas el siguiente
razonamiento: si este gobierno hace lo que piden los patrones, entonces no es
un gobierno de los trabajadores. ¿No se evaluó esto? Es un daño político enorme
que le hacen a nuestro proceso las decisiones económicas que se están tomando.
¿Quiénes aplauden la decisión de no pagar el segundo aguinaldo? Empresarios de todos los sectores, que sumarán a sus ganancias las previsiones que debieron hacer para el pago del beneficio laboral y que ahora no tendrán que pagar. Aplauden los analistas económicos de derecha (Gonzalo Chávez, Alberto Bonadona, Alejandro Mercado) que elogian la “responsabilidad” y la “racionalidad” del gobierno. Aplauden todos los grandes
Ojalá que algunos dentro del gobierno no se estén engañando pensando que lo hicieron muy bien y que serán pocos que cuestionen una supuesta decisión “técnica”. En este caso lo técnico es también político pues el gobierno terminó coincidiendo con los patrones. Esto es lo que importa, lo que queda en la conciencia del pueblo y que seguramente se reflejará en una caída del apoyo ciudadano a la gestión gubernamental.
Alguna vez alguien dijo que había que fijarse con quién coincides
y quién te elogia para saber dónde estás parado. Si la burguesía te aplaude y
los trabajadores te repudian, quiere decir que las cosas no están yendo como
deberían ir, quiere decir que se está perdiendo el rumbo revolucionario. Quiere
decir que las tendencias procapitalistas están tomando cada vez más fuerza
dentro del proceso y del propio gobierno. Aprendamos de lo que pasó en Brasil
con Dilma Roussef, cuyas concesiones a la burguesía y a los grandes capitales
llevaron a que el gobierno fuera perdiendo base social popular, hasta que la
derecha (dentro y fuera del gobierno) le dio el golpe congresal. Los
revolucionarios no podemos permitir que en Bolivia ocurra lo mismo que en
Brasil, no podemos dejar que se adueñen de nuestro proceso las tendencias
conservadoras.
Que a nadie se le ocurra decir que lo sostenido en este artículo
reproduce posiciones de derecha. Para un revolucionario criticar el error
cometido con la suspensión del doble aguinaldo es también una forma de defender
al proceso y al propio Evo Morales.
Mauro Alcócer es economista y vive en la
ciudad de Potosí
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=218205
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