El impacto de la acción de las transnacionales
para el campesinado
27 de septiembre de 2016
"Ni esta declaración ni el importante
acervo normativo internacional elaborado sobre los derechos humanos tendrá
ninguna eficacia si no se regula de manera vinculante la actividad de las
empresas transnacionales y se devuelve la soberanía y autodeterminación a los
estados y a los pueblos, así como el respeto de los principios de
multilateralidad y supremacía de los derechos humanos."
Segunda Sesión OEIGWG – Ginebra, Octubre de
2016 - CETIM - LVC
Venimos sufriendo desde mediados del siglo
pasado una progresiva desaparición de las pequeñas explotaciones agrarias en
favor de un sistema agroindustrial basado en la producción y comercialización a
gran escala, la contaminación de la naturaleza, el derroche energético y el
calentamiento climático, así como la explotación laboral de los
trabajadores/as. La desarticulación y destrucción del mundo rural trae
aparejado desempleo, miseria, hambre, y desplazamientos y emigración forzada en
todo el planeta.
El papel de las Empresas Transnacionales ha
sido y es determinante en este proceso. Desde la llamada revolución verde, en
que los abonos y pesticidas químicos comenzaron a envenenar las tierras, las
aguas y a las personas, a la par que producían enormes beneficios a las grandes
compañías internacionales, hasta las más de doscientos millones de hectáreas
acaparadas en los últimos años por fondos de pensiones y sociedades
multinacionales.
Asistimos también a un proceso de
concentración imparable en el que muy pocas corporaciones controlan los
mercados mundiales de semillas, plaguicidas y agroquímicos entre otros, así
como la determinación de los precios. Los Tratados de Libre Comercio han venido
a facilitar aún más su accionar al limitar y anular cualquier política pública
que perjudique sus intereses. La imposición de la aperturas de fronteras,
paraísos fiscales y tribunales de arbitraje, ha supuesto un entramado
jurídico-político que garantiza su impunidad y hace imposible lograr
reparaciones frente los desastres medioambientales y sociales que producen.
Aún en esta difícil situación constatamos que
la mayor parte de la población mundial vive en el medio rural y que es la
agricultura campesina, a través de la distribución local, la que provee la
mayor parte de los alimentos a la población, generando empleo y protegiendo la biodiversidad. Desde La
Vía Campesina y muchas otras organizaciones, venimos apostando por la primacía
de los derechos humanos de los pueblos y de las personas, por sobre los
intereses y las ganancias de las grandes empresas. En ese sentido estamos
impulsando en el marco de las Naciones Unidas la Declaración de Derechos Campesinos
a fin de garantizar, defender y promover los derechos a la soberanía
alimentaria, el acceso a los recursos naturales y productivos, a los mercados
locales, a ingresos y servicios dignos para productores y trabajadores rurales
en general.
Sin embargo, ni esta declaración ni el
importante acervo normativo internacional elaborado sobre los derechos humanos
tendrá ninguna eficacia si no se regula de manera vinculante la actividad de
las empresas transnacionales y se devuelve la soberanía y autodeterminación a
los estados y a los pueblos, así como el respeto de los principios de
multilateralidad y supremacía de los derechos humanos. Los campesinos y
campesinas de todo el mundo estamos sufriendo la impunidad de estas empresas
ante la privación y contaminación de nuestras semillas, el desapoderamiento de
nuestras tierras, la intoxicación de nuestras poblaciones y la criminalización
y asesinato de nuestros dirigentes cuando se enfrentan a las mismas , denuncian
sus crímenes o exigen reparaciones.
Y esto es así, porque estas corporaciones, con
más poder que muchos estados, utilizan eficazmente mecanismos de todo tipo para
evitar el cumplimiento de las leyes e incluso de sentencias judiciales de nivel
nacional e internacional. Hemos experimentado también cómo los compromisos
sociales y ambientales asumidos por estas grandes empresas de manera voluntaria
funcionan como un elemento de marketing y lavado de imagen con el objetivo de
evitar pérdidas o ampliar mercados y beneficios.
Necesitamos de manera urgente un instrumento,
específico para las empresas transnacionales, vinculante y de obligado
cumplimiento, que permita a los estados y a las Naciones Unidas de controlarlas,
limitarlas y hacerles respetar los derechos humanos. Desde la Vía Campesina
alentamos a los estados a retomar el espíritu de la Carta de las Naciones
Unidas y defender los intereses y derechos de sus poblaciones, incluidas las
del mundo rural, por sobre las presiones e intereses de las grandes
corporaciones.
Fuente: www..biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/El_impacto_de_la_accion_de_las_transnacionales_para_el_campesinado
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