“Tienen que ser juzgados
por los crímenes que están cometiendo”
15 de octubre de 2016
Por Diego Fernández
Romeral (Página/12)15 de octubre de 2016
María Liz Robledo contará ante jueces internacionales el
padecimiento de su hija, nacida con un mal congénito a causa de los
agrotóxicos. Antes de su viaje a Holanda, relató su drama a Página/12 en su
casa de Baigorrita, un pequeño pueblo rural del noroeste bonaerense.
Cuando nació
su hija Martina, María Liz Robledo solo pudo tenerla en brazos durante diez
minutos. Apenas trató de darle la teta por primera vez, la beba comenzó a
despedir un líquido verdoso de su nariz que no la dejaba respirar. María Liz la
corrió de su pecho pero el proceso no se detenía. Su hija se estaba asfixiando.
Los médicos que llegaron a la habitación y se la llevaron no le dieron
explicaciones. Cuando uno de ellos volvió, le explicó que su hija había nacido
con una malformación congénita, un pequeño canal que conectaba el aparato
digestivo con el respiratorio, y que se moriría si no la operaban de inmediato.
Después de un embarazo que había transitado sin sobresaltos, María Liz tuvo que
firmar un consentimiento para que su hija, a la que apenas conocía, tuviera una
pequeña posibilidad de seguir con vida.Luego de siete horas de espera fuera de la sala de operaciones, para María Liz y su familia sobrevinieron años padeciendo junto a Martina las deficiencias respiratorias de la atresia esofágica que le diagnosticaron los médicos, y descubriendo que esa enfermedad, casi inexistente en el mundo, se debía a los bidones de pesticidas que se acumulaban en el baldío lindero a su casa y a las fumigaciones que se hacían a pocos metros de su jardín. Tres años después del nacimiento de Martina, será su historia
Hoy y mañana,
A lo largo de dos jornadas, se presentará también ante el Tribunal de La Haya una extensa lista de estudios llevados a cabo por diversas instituciones de investigación científica, entre ellas el INTA y el Conicet, en las zonas más afectadas. En todos estos estudios, realizados a partir de un análisis de las condiciones ambientales, se afirma que los padecimientos que serán relatados ante el tribunal han sido causados por una exposición directa al glifosato –el principio activo del herbicida Roundup, fabricado por Monsanto–, cuyo uso se masificó a partir de la implementación de diversos cultivos transgénicos, en mayor medida de soja, trigo y maíz, en zonas rurales.
“Acá pasaba la fumigadora por el medio de las calles dejando dese- chos, el mosquito (nombre que se le da a los aviones que fumigan) volaba por encima nuestro después de tirar el pesticida, y los baldes que chorreaban y se hacía un barro donde jugaban los chicos los guardaban en los baldíos y en los galpones acá entre las casas”, recuerda María Liz sentada en su casa de Baigorrita, un pequeño pueblo de mil novecientos habitantes ubicado en el noroeste de la provincia de Buenos Aires.
“Cuando supe que lo que le pasó a mi hija había sido por eso, empecé a moverme por todo el pueblo para frenar lo que estaba pasando. Me encontré con que no había ninguna legislación que lo prohibiera, y mucha gente se fue movilizando conmigo para dar a conocer esta situación. Hicimos un video que circuló por el mundo y este año vino Marie-Monique (Robin) a filmar a mi hija para su próximo documental. Y ahora voy a viajar a Holanda para contar lo que le pasó a Martina. Hoy cada pueblo está aislado, no hay herramientas legales para juzgar penalmente a los que causan este desastre, y eso es lo que tenemos que conseguir con esta denuncia en La Haya”.
Cuando Martina tenía un año y siete meses, su pediatra le preguntó a María Liz si sabía que otro chico de Baigorrita había nacido con la misma malformación. Se pusieron en contacto y luego de varios estudios genéticos, notaron que ninguna de las dos madres tenía posibilidades de haber generado la atresia esofágica en sus hijos. La única causa posible era la de un envenenamiento producido por el medio ambiente.
“Nos dijeron que era inconcebible que haya dos casos en un pueblito como el nuestro. Es una enfermedad que se da un caso cada cuatro millones en por lo menos cincuenta años –explica María Liz Robledo–. El problema es que la información está totalmente bloqueada. Tuvimos la suerte de que un médico de la Renac (Red Nacional de Anomalías Congénitas) conociera nuestros casos y nos hablara de los pesticidas. Y empezamos a entender los casos de cáncer en chicos jóvenes que hay acá, de próstata, de intestinos. Pero se hace muy difícil, los productores no quieren escuchar y no tenemos cómo defendernos si nadie hace cumplir las pocas leyes que tenemos para controlar estos productos que nos están arruinando la vida”.
A partir del contacto con la Renac, María Liz comenzó a trabajar con el Foro Ambientalista de General Viamonte –el partido dentro del que se encuentra Baigorrita–, y logró que el Concejo Deliberante aprobara en diciembre pasado una ordenanza que prohíbe el uso de pesticidas a menos de trescientos metros de la zona urbana. “Hace ya casi un año y todavía no se implementó. Nosotros necesitamos que sean por lo menos dos mil metros, tuvimos que pedir quinientos para que nos escucharan, pero ni siquiera respetan los trescientos que se aprobaron”, dice María Liz, que al comenzar a dar a conocer su historia se contactó con Juan Ignacio Pereyra, un abogado ambientalista de la localidad de Rojas que hoy será parte junto a ella de la comitiva argentina en La Haya, donde también estarán el médico y profesor de
“En la Argentina, por parte de la Justicia y de la administración pública, hay una negativa a querer reconocer el problema”, asegura Juan Ignacio Pereyra en comunicación telefónica con Página/12 desde La Haya. “Frente a las denuncias por aplicaciones de pesticidas, no tienen voluntad de avanzar. Figuras en nuestro derecho ambiental existen, pero no están siendo aplicadas. En última instancia, lo que nos trae a todos a La Haya es la falta de respuestas a la violación constante de los derechos humanos y ambientales, por parte de corporaciones, que colocan en nuestros ambientes sustancias químicas contaminantes y nocivas para la salud de las personas que viven cerca de ellas”.
En paralelo a las audiencias que se harán en el Tribunal Internacional de La Haya (que podrán seguirse vía streamimg en la página web www.monsanto-tribunale.org), donde cinco jueces de trascendencia internacional escucharán los casos, la ciudad holandesa también será testigo de la Asamblea de los Pueblos, convocada por
Una vez finalizado el juicio, las expectativas del Tribunal a Monsanto radican en que
“Nosotros vivimos rodeados de tarros de agrotóxicos acumulados al lado de nuestras casas. Lo normal acá es ver depósitos en distintos terrenos en la zona poblada, escuchar que mucha gente joven se enferma y hasta muere de cáncer, también niños con leucemia, que lamentablemente fallecieron”, dice María Liz Robledo mientras va mostrando algunas de las fotos que tomó en su pueblo y presentará en La Haya, donde se ven los cielos oscurecidos por nubes de pesticidas. “Y lo normal también es escuchar el silencio de profesionales o la falta de compromiso para firmar y fundamentar un diagnóstico, o saber que la mayoría de los
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-311808-2016-10-15.html
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