Capitalismo y derechos
humanos,
una ecuación imposible
9 de marzo de 2019
Por Pedro López López
Madrid15m
¿Por qué hablamos de barbarie capitalista, recordando la frase de Rosa Luxemburgo, “socialismo o barbarie”? Porque, aunque algunos piensen que el capitalismo es domesticable, o que cabe pensar en un “capitalismo de rostro humano” —como cree la socialdemocracia—, la dinámica esencial capitalista conduce a ir extendiendo espacios de expolio (“acumulación por desposesión”, que diría D. Harvey, el lúcido geógrafo y teórico marxista), convirtiendo toda actividad humana o de la naturaleza en mercancía y barriendo, en su fase actual, todo derecho conquistado por las clases trabajadoras a lo largo de la historia.
Decía hace unas décadas Bertoltd Brecht: “Los negocios del capitalismo ya no se pueden realizar sin recurrir a
Otro marxista destacado, el historiador colombiano Renán Vega Cantor, con una magnífica obra consolidada, lo dijo ya bien claro en 2010 en su libro Los economistas neoliberales: nuevos criminales de guerra. A lo largo de diez capítulos va refiriendo con detalle los crímenes del capitalismo: crímenes laborales, educativos, sanitarios (con el negocio de los medicamentos y la conversión de la salud en mercancía), alimentarios (cometidos con ayuda de la industria de las patentes), hídricos (el agua, fuente de vida, privatizada para hacer un negocio criminal), ambientales (destrucción de la biodiversidad y de selvas y bosques), biogenéticos y demográficos. Todo ello, con la generosa y no desinteresada ayuda de los economistas neoliberales, mercenarios bien pagados para intentar legitimar el desorden reinante, como queda bien reflejado en el espléndido documental de Charles Ferguson Inside Job.
El programa mundial que sigue el capitalismo, impuesto a través de órganos económicos como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional,
¿Hay otra cara de la moneda? Sin duda: la lucha de los pueblos resistiendo toda esta destrucción programada que lleva a cabo el capitalismo. Una lucha a través de los movimientos sociales que persiguen frenar esta agenda criminal. Así, en los últimos años se ha ido abriendo en los movimientos de derechos humanos el concepto de Crimen Económico contra la humanidad, exigiendo que no solo los estados sean los titulares de la responsabilidad de la protección de los derechos humanos (es a ellos a los que se les exige el cumplimiento de los derechos), sino que esta responsabilidad se extienda a las multinacionales, principales actores a la hora de poner de rodillas a los estados y a entidades como
Este
escenario configura una agresión brutal a los derechos humanos, cuestionando
los derechos sociales como si fueran caprichos y criminalizando la disidencia
con un endurecimiento injustificado de los códigos penales y de las multas
impuestas a los que se atreven a ejercer el democrático derecho de la protesta;
ello con la ayuda mercenaria de unos medios de comunicación que construyen el
relato criminalizador de los disidentes, intentando asociar disidencia a
terrorismo o al agravante de odio en los delitos, como queda reflejado en las
leyes mordaza que están elaborándose en muchos países. Pero este no es el “fin
de la historia” que preconizaba Fukuyama, los pueblos siempre se rebelan frente
a la opresión, y lo seguirán haciendo. El preámbulo de la Declaración Universal
de Derechos Humanos de 1948 considera esencial proteger los derechos humanos “a fin de que el hombre no se vea
compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”. Una tiranía y una opresión que no ha
pasado a la historia, aunque hoy disfrutemos en gran parte del mundo de
democracias formales. Pero no hay democracia real si masas considerables de
personas sufren condiciones de vida indigentes, condiciones que solo podemos
eliminar con la lucha continua por conquistar nuevos derechos y por no dejarnos
arrebatar los conquistados. Esto solo se puede comprender si uno no se deja
atrapar por la vida ficticia de la industria del entretenimiento y pisa el
suelo real de las calles movilizadas.
Pedro López López, Profesor de la Universidad
Complutense. Activista de derechos humanos.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=253386
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