Defender el Acuífero Guaraní
8
septiembre, 2017
El Acuífero Guaraní es un gran reservorio subterráneo de agua
dulce. Se encuentra ubicado en el centro-este de América del Sur y es
compartido por cuatro países: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
En Argentina se explotan un total de trece perforaciones
termales ubicadas en la provincia de Entre Ríos, de agua dulce sobre la costa
del río Uruguay y de agua salada hacia el oeste de la ruta nacional 14, con la
consiguiente problemática contaminante del efluente salado. En la provincia de
Corrientes, por su parte, se caracteriza la presencia de los Esteros del Iberá,
el reservorio de agua dulce más grande del país ubicado sobre la superficie.
Estos esteros le dan a la Provincia su característica de
territorio acuático, ya que a su vez, de ellos fluyen los principales ríos de
esa provincia y son a su vez motivo de constante conflicto, debido a la
instalación de asentamientos en sus alrededores. Por su parte, en Córdoba se
destaca la Laguna de Mar Chiquita, una de las superficies de agua salada de
mayor extensión del mundo, la cual también es una afloración del Acuífero
Guaraní.
El Acuífero Guaraní –subterráneamente– está en gran parte debajo
de la cuenca fluvial del Río de la Plata, formando con ésta en gran medida un
sistema de retroalimentación de agua dulce. En su parte inferior o más
meridional, el Acuífero Guaraní se conecta con el Uruguay, y recibe aportes
desde el oeste (desde los Andes) mediante el Acuífero Puelche. El volumen total
de agua del acuífero se estima en unos 30.000 km³. Sin embargo, las reservas
explotables son de unos 2.000 km³/año. La recarga del acuífero en los lugares
en que aflora es de sólo 5 km³/año.
El país que más lo explota es Brasil, abasteciendo entre 300 y
500 ciudades; Uruguay tiene 135 pozos públicos, algunos usados para la
explotación termal; Paraguay tiene 200 pozos para uso humano y Argentina tiene
varias ciudades con pozos para uso comunitario, destacándose la utilización de
sistemas de pozos para las plantaciones de arroz, además de ocho perforaciones
de agua dulce y cinco de agua salada para explotación termal.
Por su gran potencial hídrico y riqueza mineralógica se
convirtió en un objetivo geopolítico por parte, principalmente, de Estados Unidos.
Estudios de diversas organizaciones sociales, así como películas documentales y
algunas declaraciones periodísticas de diplomáticos estadounidenses y/o
militares de los países del Acuífero, alimentan esta idea de que es un recurso
apetecible por el imperio, lo cual ha reforzado paradójicamente la idea de la
necesaria soberanía nacional sobre su uso y la dificultad de arribar a algún
tipo de gestión compartida asociada a la integración regional.
El movimiento social y las redes vinculadas a la defensa del
derecho al agua y la no privatización de los recursos hídricos han tomado el
Acuífero Guaraní, sus territorios y pueblos como banderas de acción, orientadas
a una forma alternativa de desarrollo e integración regional.
EE.UU. presiona en Buenos Aires, Brasilia y Asunción, para que
haya mayor control en la zona de la Triple Frontera por el supuesto que allí
descansan “células dormidas” del terrorismo o que sirve para el lavado de
dinero con qué financiarlas.
El Centro de Militares para la Democracia (Cemida) llegó a una
preocupante conclusión de que el objetivo real es “el control del Sistema
Acuífero Guaraní”.
Cemida no sólo apuntó al riesgo de una ocupación militar
estadounidense en la
Triple Frontera (“justificado con falsas denuncias de
terrorismo”, un paralelo con Irak, donde supuestamente había armas de
destrucción masiva que nunca se hallaron) sino a otro plan. “EE.UU. puso al BM
(Banco Mundial) y a la OEA al frente de un proyecto que busca detectar la
magnitud del recurso, asegurarse su uso de manera sustentable, evitar la
contaminación y mantener un control permanente hasta cuando lo considere
conveniente. Se destinaron para este plan 26.760.000 dólares”, señalaron.
La investigadora mexicana Ana Esther Ceceña afirma en su libro
La guerra infinita, hegemonía y terror mundial que “la Triple Frontera
funciona como llave de acceso político y militar a la región amazónica; es una
frontera que comunica a dos de los países más importantes de América del Sur y
está en un lugar rico en biodiversidad (…) y con mucha agua que puede ser una
buena fuente de energía eléctrica”.
El volumen explotable hoy es de 40 a 80 kilómetros cúbicos
por año, una cifra equivalente a cuatro veces la demanda total anual de la
Argentina, cifra que se potencia algebraicamente con las reservas.
En 1997 los cuatro gobiernos del Mercosur aceptaron un proyecto
donde el Global Enviroment Facility (Protección del Medioambiente Global, GEF
en inglés), la OEA y el Banco Mundial gerenciaban la investigación, con el
apoyo financiero de Vigilancia Geológica Germana (BGR) y el programa Asociado
del Agua de los Países Bajos (Bnwpp). ¿Qué interés tienen estadounidenses,
alemanes y holandeses en el acuífero?
El Norte industrializado tiene en la mira el agua dulce, que
puede ser un recurso de escasez. “Las guerras del siglo XXI serán por el agua”,
dijo Ismael Serageldin, ex directivo de la Sociedad Mundial
del Agua, y también ex vicepresidente del Banco Mundial, entidad vinculada a la
privatización del agua, con prácticas, a veces, non sanctas, como pasó con
Aguas Argentinas.
Si la ONU profetiza que en 2025 la demanda de agua potable será
el 56% más que el suministro, quienes tengan esos recursos podrían ser blanco
de un saqueo forzado. Todos los escenarios parecen posibles, entre ellos la
invasión militar bajo cualquier pretexto o la apropiación territorial a través
de compras de tierras con recursos naturales (por ejemplo en la Patagonia).
El escritor estadounidense Norman Mailer sumó una perlita que
viene al caso, por similitud: “La administración de George W. Bush no fue sólo
a Irak por su petróleo sino por el Eufrates y el Tigris, dos ríos caudalosos en
una de las zonas más áridas del planeta”.
Fuente: https://www.nodal.am/2017/09/defender-acuifero-guarani/
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