Cómo el
Estado tucumano torturó a una niña violada
(Desde San Miguel de
Tucumán) lavaca conversó con los dos médicos que realizaron el procedimiento que
las autoridades sanitarias eludieron durante casi un mes. Los detalles son
reveladores de una práctica perversa: cuál es el costo que deben soportar los
profesionales que cumplen con la ley, y cómo sufren las víctimas.
A las siete de la tarde del martes
26 de febrero sonó el teléfono en el consultorio privado del doctor José Gijena,
tocoginecólogo de 47 años, director de la Obra Social de Prensa de Tucumán.
Atendió su secretaria.
Era una amenaza.
-¿Qué le dijeron?
-Que iba a pagar caro lo que
estaba por hacer: me iban a esperar en el Hospital Eva Perón. No entendí de qué
hablaban.
Cortaron.
Dos horas después volvió a sonar
el teléfono.
Esta vez era el viceministro de
Salud, Gustavo Vigliocco.
-Me comunicó que, después de
reunirse con el gobernador (Juan) Manzur y la jueza, habían decidido llevar
adelante el consentimiento de la ILE y me preguntó si podía hacer el
procedimiento. Le dije que no había problema, pero que iba a evaluar a la niña y
con total libertad decidir, desde lo técnico y lo médico, qué hacer, de acuerdo
a los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y todas las
normas médico legales que existen. Y como ahí entendí que la amenaza se había
adelantado por dos horas a los hechos, también solicité que me facilitaran el
ingreso al hospital y las condiciones de seguridad necesarias para realizar la
práctica.
A los cinco minutos lo llamaron
con otra noticia:
-No hay anestesista: se declaró
objetor de conciencia.
La tortura como sistema
El doctor Gijena habló con el
presidente de la Asociación de Anestesiólogos para solicitar un profesional
dispuesto a cumplir con la ILE. “Lo hicimos por esa vía para sentar un
precedente y que podamos hacer cualquier intervención sin que nos obliguen a
improvisar”.
Al hospital el doctor Gijena llegó
acompañado de su esposa, la tocoginecóloga Cecilia Ousset, una de las
expositoras en el Senado a favor de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).
Ella es objetora de conciencia, y durante la discusión se volvió viral una carta
que publicó en redes sociales en las que relataba cómo debía atender
semanalmente a mujeres pobres por complicaciones de abortos. Ambos entraron al
Eva Perón escondidos, por una puerta que habitualmente no se utiliza.
Internada desde hace un mes allí
los esperaba la niña de 11 años que llegó con el pedido de una Interrupción
Legal del Embarazo (ILE) luego de denunciar que había sido violada por la pareja
de su abuela, en el paraje Siete de Abril, al noreste de la provincia, a un 1 km
de la frontera con Santiago del Estero. La niña tuvo intentos de suicidio, pero
no contó con asistencia psicológica y recién el martes el Sistema Provincial de
Salud (Siprosa) informó que cumpliría con la ley y pondría en marcha las
garantías de la ILE, luego de la intervención de la jueza de Familia de 5ta
Nominación, Valeria Brand.
-¿Qué vieron cuando la vieron
por primera vez?
-Una niña de 11 años sentada en
una cama, jugando con unos juguetitos de plástico. Nos ve y se asusta. Le dice a
la mamá: “No me dejes”. Era claro que veía a un médico y se aterraba.
-¿Qué evaluaron?
-Que por su contextura física
infantil era imposible que pudiéramos hacer una ILE por vía vaginal. Primero,
por su anatomía: su cuerpo no iba a permitir la expulsión por vía vaginal de un
feto de 23 semanas. Y, por otro, el daño psicológico que le podríamos seguir
ocasionando a esa niña: era someterla a una nueva tortura. ¿Por qué? Porque un
procedimiento de esas características, por vía medicantosa, puede demorar 72
horas. Es decir, 72 horas más de tortura, con una presión mediática creciente e
inmersa en un entorno absolutamente hostil. Entonces propusimos la cesárea.
-Si la ILE se hubiera
practicado cuando la niña lo solicitó apenas llegó, ¿el proceso también hubiera
sido así?
-No. Hubiera sido por vía vaginal,
porque tenés el tiempo para una paciente en condiciones, das anelgesia, explicás.
16 semanas de gestación es otra cosa, el tamaño del feto es distinto.
-¿Por qué se llegó a esto?
-Alargaron el tiempo para que se
alargue la gestación. Eso han querido. Y si lo tuvieron que hacer anoche, fue
por la presión de los organismos de derechos humanos.
El doctor Gijena le explicó a la
niña y a su madre lo que iba a hacer. Aceptaron. También estaban presentes la
jefa de servicio y el psiquiatra, que no era especializado en infancias. Ousset:
“Le tomé la mano y le dije que no se preocupara, que iba a estar todo bien. Le
pregunté si quería escuchar música. Me pidió que pusiera música de la asamblea
cristiana”.
Cuando llegaron al quirófano los
esperaba otra sorpresa. “En ese preciso momento se declararon objetores de
conciencia los enfermeros y los instrumentadores. Quedé solo”.
Los objetores que filman
La doctora Ousset, objetora de
conciencia, tomó una decisión: se puso –literalmente- los guantes. “Me vi
obligada. No podíamos dar marcha atrás. La tortura iba a ser mucho peor.
Prefería después sentirme mal yo que seguir torturando a esa chiquita. Imaginate:
tuvimos que hacerle anestesia raquídea para poder sacarle la ropa interior. En
ese nivel de espanto estaba ella: se aferraba a su bombacha. No podíamos ni
acercarnos”.
El doctor Gijena remarca otro
detalle: la niña tenía una presión arterial de 170 a 120. “Sufría una
preeclampsia, lo cual es potencialmente muy grave, porque puede quedar con
secuelas si se llega a una eclapsia, un proceso patológico que genera
convulsiones. Una niña de 11 años embarazada tiene cuatro veces mayor
posibilidad de morir que una niña que supera los 15 años. Estábamos hablando de
eso. No de otra cosa. Estaba en riesgo la vida de esa niñita. Estoy
absolutamente convencido de lo que hice. Y lo vol
Y lo volvería a hacer. La idea no era matar a nadie, sino respetar
el Derecho. Y, hasta donde sé, el recién nacido estaba con vida ,pero muy
crítico, con prematurez extrema: pesaba menos de medio kilo”.
A las 0:05 comenzó la cirugía. Duró aproximadamente una hora.
Un detalle: “Tuvimos que tapar el quirófano con sábanas porque del
otro lado del vidrio vimos que filmaban. Era morboso: todos objetores, ninguno
entraba, pero te filmaban. Después uno se pregunta cómo es que hacen los
antiderecho para saber antes que nosotros las cosas. Claro, ellos siempre tienen
la primicia: están en el gobierno”.
-¿Qué lectura debemos hacer de todo este procedimiento salvaje?
-Todo se desarrolla en un contexto en el que la provincia se
declara “Pro Vida” durante el debate en el Congreso. Una provincia que impide la
Educación Sexual Integral (ESI), que no adhiere a la Ley de Salud Sexual y
Reproductiva. Todo bajo un cartel muy lindo desde lo enunciativo, que es:
“Salvemos las dos vidas”. ¿Pero de qué dos vidas estamos hablando? ¿Cuántas vas
a salvar? Pareciera que detrás de ese cartel hay otro que dijera: “Salvemos las
dos vidas… o ninguna”.
-¿Pudieron hablar con la niña luego de la intervención?
-Se recuperó de forma satisfactoria. Tuvo plena lucidez. Nos dijo
gracias. Y sonrió por primera vez en todas estas semanas de tortura.
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