martes, 26 de marzo de 2019

"No podemos comprender la Edad Contemporánea, época de guerras y revoluciones, sin tener en cuenta la necesidad expansiva de los marcos capitalistas nacionales más allá de sus fronteras, de cómo esos intereses económicos de las élites se traducen en chovinismo y ese chovinismo en guerra para las clases trabajadoras. Tampoco podemos entender, entre otras muchas aportaciones, el desarrollo político de Europa sin la lucha de ideas entre la reforma y la revolución o el debate sobre la forma de organización adecuada para lograr conquistas sociales. El pensamiento de Rosa Luxemburgo sigue vivo cien años después de su muerte. Sus polémicas con otras grandes figuras revolucionarias de la época, su enfrentamiento con reformistas y nacionalistas, su firme oposición a la guerra y el expolio capitalista y, no menos importante, sus profundos valores humanos y convicción de que un mundo más libre y justo es posible son lecciones del pasado para comprender las batallas del presente".

I CONGRESO INTERNACIONAL EL PENSAMIENTO Y LA PRAXIS DE ROSA LUXEMBURG. SIGNIFICACIÓN Y ACTUALIDAD DE SU LEGADO POLÍTICO Y ECONÓMICO

11-04-2019 09:00
UNIVERSIDAD PABLO DE OLAVIDE (SEVILLA)
La reflexión sobre las clases sociales es más necesaria que nunca. Las transformaciones del capitalismo y su maleabilidad han propiciado un orden sociocultural donde la injusticia y el totalitarismo crecen de forma alarmante. El capitalismo sobrevivió a su colapso a comienzos del siglo XX, primero con la represión y el totalitarismo y, posteriormente, con el Estado del bienestar. Una vez que esa coyuntura excepcional desapareció, ha mostrado su naturaleza real con la extensión global de sus políticas neoliberales. Intelectuales como Rosa Luxemburg analizaron en los primeros años del siglo XX las graves consecuencias de la aplicación de políticas capitalistas en las sociedades y, sobre todo, ofrecieron alternativas rigurosas y actuaron en consecuencia. Hoy es urgente tomar lo mejor de la teoría materialista para actualizarla sin traicionarla y realizar propuestas contrahegemónicas, que puedan transformar una realidad profundamente antidemocrática.    

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La obra de Rosa Luxemburg (1871-1919) se afana no solo en ofrecer respuestas científicas y críticas a estas cuestiones de su tiempo, sino también nos plantea preguntas cuya actualidad es indudable. En el primer centenario de su muerte, el Departamento de Derecho Público de la Universidad Pablo de Olavide, con la colaboración del grupo de investigación SEJ 277. Derechos Humanos Teoría General y del Laboratorio de Ideas y Prácticas Políticas, organiza un congreso internacional dedicado a reflexionar sobre el legado intelectual de una de las mujeres más relevantes e influyentes de la historia de la filosofía y de la economía. El congreso tendrá lugar entre los días 11 y 12 de abril de 2019.
Este congreso nos permitirá analizar desde una perspectiva amplia tanto su obra como su experiencia personal.  Rosa Luxemburg experimentó las dificultades de ser una mujer que había roto con todos los estereotipos vigentes en su época para hacerse hueco en un mundo de hombres, además de confrontar el agresivo antisemitismo que siempre ha estado muy presente en Europa. Esta parte más humana y menos política de Rosa Luxemburg es la que transluce el seguimiento de los intercambios epistolares con su amiga y compañera de partido, la alemana Clara Zetkin, férrea defensora de los derechos de la mujer, quien la definirá, tras su muerte a manos de la socialdemocracia de Gustav Noske, como «la espada y la llama de la revolución […] una de las más grandiosas e insignes figuras del socialismo internacional».
Rosa Luxemburgo consideraba que la clase proletaria tenía una responsabilidad histórica. En una época de guerra e inestabilidad en el continente europeo su apuesta por la paz pasaba inexorablemente por la liberación de los oprimidos y la construcción del socialismo. Toda su vida y obra estuvieron dirigidas en el mismo sentido y por ello su ejemplo de lucha e integridad tiene valor en nuestros días.
El imperialismo, la acumulación de capital, el problema nacional, la situación de la mujer, la organización obrera y la conciencia de las masas son algunas de las cuestiones por las cuales Rosa Luxemburgo amplió el pensamiento revolucionario marxista. Y no solo eso. Debatió con Lenin y mantuvo posturas valientes y democráticas que la condenaron con la llegada del stalinismo.
No podemos comprender la Edad Contemporánea, época de guerras y revoluciones, sin tener en cuenta la necesidad expansiva de los marcos capitalistas nacionales más allá de sus fronteras, de cómo esos intereses económicos de las élites se traducen en chovinismo y ese chovinismo en guerra para las clases trabajadoras. Tampoco podemos entender, entre otras muchas aportaciones, el desarrollo político de Europa sin la lucha de ideas entre la reforma y la revolución o el debate sobre la forma de organización adecuada para lograr conquistas sociales. El pensamiento de Rosa Luxemburgo sigue vivo cien años después de su muerte. Sus polémicas con otras grandes figuras revolucionarias de la época, su enfrentamiento con reformistas y nacionalistas, su firme oposición a la guerra y el expolio capitalista y, no menos importante, sus profundos valores humanos y convicción de que un mundo más libre y justo es posible son lecciones del pasado para comprender las batallas del presente.
En un fragmento de una carta de Rosa Luxemburg a Luise Kautsky durante su internamiento en la prisión de Wronke, decía, “cuando se tiene la mala costumbre de buscar una gotita de veneno en toda flor abierta, se encuentra siempre alguna razón para lamentarse. Mira las cosas desde el ángulo opuesto y busca la miel en cada flor: encontrarás siempre alguna razón para una alegría serena. Además, créeme, el tiempo que paso tras los barrotes no es tiempo perdido. Soy de la opinión de que debemos llevar la vida que creamos justa, sin exigir que se nos pague de inmediato en especies contantes y sonantes por lo que hacemos. Al final todo será recapitulado: y si no lo es, me importa un comino. Incluso sin ello, ¡la vida es una fuente tan grande de alegría!”. Esta pasión, esta emoción alegre, como decía Spinoza, debe ayudarnos a comprender que por muy titánica que sea la tarea, debemos poner lo mejor de nosotros mismos para hacer nuestra realidad más justa y democrática. Un paso en esa dirección es la reflexión y el estudio.

Este congreso se une a una exposición sobre su vida y obra, con primeras ediciones de sus obras más relevantes, un monográfico en la Revista Internacional de Pensamiento Político http://www.pensamientopolitico.org/index12.php y un libro colectivo.

http://eventos.upo.es/22597/detail/i-congreso-internacional-el-pensamiento-y-la-praxis-de-rosa-luxemburg.-significacion-y-actualidad-d.html

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