Boletín Onteaiken N° 26
- Noviembre 2018
Presentación
Brasil en crisis: Un lugar apropiado para
repensar nuestra humusidad.
Por Horacio
Machado Aráoz
Cuando en la reunión de
Abril de este año, en una reunión del Comité Académico del Doctorado en
Ciencias Humanas (Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional
de Catamarca), Adrián Scribano, como integrante del mismo, propuso que
asumiéramos la coordinación editorial de este número de Onteaiken, (cuyo eje
temático, como ya estaba programado, estaría dedicado a Brasil) el desafío no
podía resultarnos más que irresistible. Fundamentalmente, por la pertinencia de
fondo y la oportunidad específica que el campo problemático planteado evocaba
respecto a la propuesta general de este Programa de formación doctoral. Pues,
se trata de un proyecto epistémico-político en el que buscamos redoblar los
esfuerzos de las ciencias humanas y sociales para abocarlas a comprender y
analizar la fenomenal crisis civilizatoria del Proyecto de la Modernidad, así
entendida como el elemento central constituyente del momento histórico que nos
toca.
Desde el Cuerpo
Académico del Doctorado, nos parece clave inspirar y alentar procesos
formativos y de investigación que tomen como piso y horizonte el desafío de la
crisis civilizatoria, en tanto crisis radical y crisis terminal. Esto es, una
crisis cuyas raíces nos remiten a la propia concepción/producción de “lo
humano” que la Razón (imperial) Moderna ha consagrado (y fosilizado); y una
crisis terminal, pues -con muchas y muchos- consideramos que estamos ante la
epifanía del Antropoceno/Capitaloceno como evento límite (Haraway, 2016); lo
que nos conmina a afrontar la falacia de la razón proléptica (Santos, 2009) y
sus implicaciones. Se trata de presupuestos filosófico-científicos que colocan
como punto de partida de la producción de conocimientos una reflexividad básica
sobre la politicidad intrínseca del saber humano (su papel central
constituyente en la producción – transformación – legitimación de la realidad),
y por consiguiente, sobre la responsabilidad histórica inherente al oficio.
La naturaleza de la crisis
plantea la inquietud de revisar el devenir moderno hegemónico de lo “humano”
como desafío clave para la tarea de las ciencias en nuestros días. Un desafío
tal que lo entendemos, no en términos abstractos (pseudo-universales, sería),
sino en la especificidad de nuestro contexto, propio y apropiado; vale decir,
desde una epistemología de la humildad que parte de reconocerse (siempre) como
un saber situado, obligado a lidiar con su incompletud y, a la vez, con (una
actitud de responsabilidad por) su potencia. En nuestro caso, asumiendo que, en
los orígenes de la Modernidad/Colonialidad, se sitúa precisamente la invención
de “América” como locus de la Hybris (sensu Castro Gómez), punto de partida y
condición de posibilidad para la irrupción y mundialización de ese proyecto de
lo “Humano” hegemónico, esta tarea supone, por un lado, indagar en las
particularidades histórico-políticas, en las modulaciones y declinaciones
específicas que ese proyecto ha tenido en nuestra bio-región; por el otro,
implica también pensar Nuestra América/Abya Yala como lugar de enunciación
privilegiado para ver y revisar las fronteras, los límites y las categorías de
todo tipo (físicas, jurídicas, estéticas, políticas, geográficas, filosóficas,
científicas, disciplinares), desde las cuales ha tenido lugar el proceso de producción
del espacio-tiempo que hoy habitamos y que nos habita; y por tanto también,
para vislumbrar horizontes otros.
Es en ese registro que nos resulta más que apropiado este convite a
pensar, hoy, Brasil. Porque precisamente este Brasil en crisis (la condensación
de diferentes espaciotemporalidades abigarradas en el presente, al decir de su
gran geógrafo Milton Santos), emerge como síntoma emblemático de la crisis
civilizatoria general -radical/terminal de la que partimos. Se nos presenta (lo vemos) como un campo de
desafíos epistémicopolíticos tan vasto, tan rico, con complejidades tan
diversas y profundas, como la propia inconmensurabilidad de la geografía y
sociobiodiversidad de ese país superlativo, en todo sentido. Nos parece, en particular, necesario indagar en su proceso
sociopolítico reciente; un proceso cuya temporalidad queda marcada entre dos
acontecimientos históricos simétricamente estremecedores (la elección de Lula
en el 2002 y la de
Bolsonaro en este mes) pero a la vez extremadamente contrapuestos,
en los que el país pasó de la euforia, la felicidad y la esperanza, a una
situación como la actual, ya no sólo de frustración y de dolor, sino más bien
miedo, y hasta terror generalizado.
Pues efectivamente, la postal predominante de la
sociedad brasileña hoy, es la de una sociedad sumida en el terror; escindida
por brechas abismales de miedos múltiples atravesados que enfrentan a sus
partes. Una sociedad donde han implosionado las inviabilidades políticas
gemelas, tanto la de la gubernamentalidad neocolonial del neoliberalismo, como
la del proyecto presuntamente alternativo/transformador del progresismo. La
crisis de Brasil, es la crisis del capitalismo periférico-dependiente en la
fase (terminal) de recolonización neoliberal del mundo. Pero es la crisis
también de (lo que se imaginaron como) las alternativas neodesarrollistas a ese
lugar subalterno. La crisis de Brasil es la crisis económica (y ecológica) del
“Desarrollo” y es la crisis política (y humanitaria) de la “Democracia ”; de sus
nociones y principios fundantes (las ideas de Justicia, de Igualdad de
Libertad, de Autonomía) y de sus mecanismos, estructuras y actores
institucionales.
Estamos en una situación en la que
afrontamos la evidencia de la inviabilidad de estas dos promesas de la
Modernidad: Desarrollo y Democracia. A distintos niveles, diferentes
sujetos/as, en los más variados registros epistémicos, hay un punto de
coincidencia articulado en el descrédito absoluto respecto a ambas promesas;
descrédito por lo que son y descrédito respecto a lo que pueden llegar a ser.
Así, la crisis de la sociedad brasileña es la crisis de una sociedad
profundamente descreída y desesperanzada; una sociedad que (sobre)vive en bajo
niveles mínimos elementales de fe en sus relaciones e instituciones; en su
presente y, menos todavía, en su futuro. Una sociedad donde la vertiginosa
expansión del crédito financiero ha minado letalmente el fondo fiduciario de
las relaciones interpersonales. Una sociedad donde el enamoramiento con los
objetos-de-consumo ha alimentado la generalización del odio entre
personas-de-distinta-clase. Como se ve, estamos hablando de algo mucho más
profundo y más complejo que una crisis económica (por más terrible que sean los
niveles de ajuste, desempleo, indigencia, concentración, etc.) y/o que una
crisis política (de representación, de legitimidad, de actores, de
instituciones, de la propia posibilidad de hallar bases de sustentación para el
ejercicio no ya legítimo, sino aceptable del poder, etc.). Tiene las
dimensiones de una crisis radical y terminal. Porque una sociedad donde el odio
es la emoción predominante, lo que más intensa y generalizadamente sienten sus
integrantes, es una sociedad que está justo en el punto más álgido de
di-solución; al borde mismo del abismo(-fascismo). Por esto, en esto, la crisis
brasileña se muestra como expresión paradigmática de la crisis civilizatoria.
En su radicalidad, es una crisis teologal: una
crisis de la fe, de la esperanza y del amor. O, mejor dicho, es la crisis del
capitalismo como religión colonial (Scribano, 2012; 2013). Por supuesto, es una
crisis humanitaria; no tanto por las víctimas humanas que provoca (y que son
muchas), sino por los efectos de des-humanización que produce la dinámica
hegemónica de las prácticas sociales imperantes.
La
crisis brasileña desnuda la crisis terminal del proyecto moderno hegemónico del
“humanismo”; es la crisis del humanismo occidental imperial; el humanismo
antropocéntrico; el humanismo propietario y productivista; el humanismo blanco;
el humanismo macho-patriarcal-heterosexual… Es la crisis de ese proyecto
civilizatorio, de su institucionalidad y de su subjetividad(es); la crisis de
su trasfondo teológico y de su fondo ontológico. Porque es precisamente el
colapso de una noción de lo Humano pensado fuera de la Tierra, propiamente
deshumanizado, pues hemos perdido memoria sobre lo que somos; hemos olvidado
nuestro nombre, de dónde venimos y hasta el significado de nuestra especie. (Y,
vale re-cordarlo, la palabra humano es de origen latín, formada por “humus” que
significa “tierra”, y el sufijo “-anus” que indica “procedencia”; humanus:
procedente de la Tierra).
En su suelo ontológico, la crisis
civilizatoria se resume en eso: es la
crisis del Humanismo del destierro; de una especie que -en los últimos cinco o
seis siglos- se fue (de)formando como una especie empecinada en renegar de su
lugar en el mundo para afirmarse en el estatus del Dominio. Ese prototipo de lo
humano moderno-hegemónico, el del conquistador (pero también el del
torturador), es lo que ha desencadenado esta profunda, radical y terminal
crisis en la que nos hallamos inmersos. Es la crisis no del Humanismos
“abstracto”, sino concreto: la crisis del Humanismo latifundiario y esclavista.
Por eso mismo, la crisis brasileña actual, remite a las raíces de Brasil
(Buarque de Holanda, 1936). Y las raíces de Brasil, remiten a los orígenes del
Capitaloceno (Machado Aráoz, 2018).
***
Si el término fascismo evoca la implantación de
régimen de dominación que se exime ab-initio de cualquier pretensión de
justificación, de cualquier auto o heterolimitación, y que se exhibe y se
ejerce como pura violencia absoluta, esa forma política no puede germinar en
cualquier ecosistema. Sus brotes requieren y se alimentan de un clima de odio
tropical. Y es justamente ése el que pareciera estar instalándose como clima de
época. Desde las ciencias ambientales hace ya por lo menos 50 años se nos viene
advirtiendo severamente de la crisis climática derivada del calentamiento
global, como un evento probablemente catastrófico. Pero desde nuestra mirada
ecobiopolítica, la crisis climática hace referencia no sólo a los impactos a
escala geológica del sociometabolismo del capital, sino también a sus efectos
antropológicos; a cómo aquel afecta los capilares más elementales de la
sensibilidad humana, y cómo tales trastornos dan lugar a la producción política
del miedo y el odio como estados emocionales generalizados y predominantes. Es
este clima de época parece estar aflorando a nivel global, pero con diferentes
intensidades localizadas, lo que nos remite al lugar emblemático del Brasil y
al papel crucial que tendrá lo que allí suceda para la suerte del clima global.
Sin exagerar, como dijimos, por su tamaño, por su peso geopolítico y
ecometabólico y por la intensidad política de los estados emocionales, una
porción relevante del curso porvenir de la humanidad se juega en ese país, con
nombre del primer ser-objeto de explotación colonial en sus tierrascuerpos (el
pau brasil). Empezando por su tamaño, no puede pasar inadvertido que estamos
hablando del segundo mayor país en extensión territorial continua del
Continente Americano, detrás de Canadá, y el cuarto a nivel mundial; el segundo
país en términos demográficos y de PBI a nivel continental y el quinto a nivel
mundial (en el año 2011) (Porto Goncalves, 2016). Pero sobre todo, no se puede
dejar de mencionar que es el país que tiene la jurisdicción más extensa sobre
el bosque tropical más extenso del mundo (la Amazonía), con una superficie que
llega a los 5,5 millones de kilómetros cuadrados de lo que hoy, económica y
geopolíticamente, aparece como la última gran frontera (de recursos) del
capital (sensu Moore, 2013) (Porto Goncalves, 2017). Y por eso precisamente,
como gran cantera de materiales, nutrientes, agua, energía y biodiversidad, por
los millones de toneladas anuales de bienes territoriales que -vía
exportaciones- el Brasil ha venido trasvasando a la cuenca económica del Asia
Pacífico, su lugar y función política y ecológica en el geometabolismo del
capital es simplemente determinante. La súper-avanzada de la frontera
extractivista en el Brasil en las dos últimas décadas ha jugado un papel
crucial en estas grandes transformaciones de la acumulación capitalista a nivel
mundial: no sólo el desplazamiento del eje geoeconómico desde el Atlántico
Norte al Pacífico Sur, sino, sobre todo, la gran transformación y aceleración
sociometabólica que está aconteciendo en el interior mismo del “molino
satánico” (sensu Polanyi, 1949). Por último, al destacar la intensidad de los
procesos ecobiopolíticos del ciclo que se abre con el primer obrero en la
historia que llega a la presidencia del Brasil y que culmina con el peligroso
ascenso de un exponente ejemplar de la metamorfosis fascista en curso
(Traverso, 2018), queremos señalar, al menos, dos aspectos claves para la
reflexión y el análisis. Por un lado, respecto del caso específico, la
hipérbole que sintetizamos en la fórmula provocativa con la que caracterizamos
el ciclo y su desenlace (“siembra extractivismo y cosecharás fascismo”1 )
indica la envergadura de los desafíos políticos que tenemos enfrente; porque
más allá de la consabida inviabilidad del neoliberalismo, lo que muestra el
proceso brasileño es la profunda defraudación y el fracaso absoluto que -en
términos de expectativas emancipatorias- deja como saldo la vía
neodesarrollista de los progresismos (del brasileño, en particular, en este
caso; pero de los latinoamericanos también en general).
Cómo es que un proceso político que fue
producto de largo periodo de acumulación de fuerzas populares y de constitución
y articulación de sujetos políticos con vocación transformadora (el MST, el PT,
la CUT, ETC.), que abrió las más promisorias expectativas de cambio, cómo es
que, al cabo de casi tres ciclos de gobierno, el desenlace sea el que tenemos
hoy. Sin entender las contradicciones del Brasil del PT, del ciclo progresista
en América Latina, será muy difícil salir de este clima de época, donde al
calor del odio (clasista, racista, patriarcal, heterosexista) cunde este
fascismo póstumo que se cierne sobre nuestras sociedades. Es necesario hacer
una hermenéutica de las pasiones humanas para poder comprender los distintos
Lulas que coexisten en el líder histórico, pues, como señalara Eliane Brum2:
En el
caso de Lula, Brasil está sometido a los afectos. Quien odia a Lula, como
encarnación de todos los males, solo ve una parte. Y quien ama a Lula, también
como acto desesperado para no verse ante las ruinas de un proyecto tan querido,
se muestra incapaz de ver la otra parte. Sorprende leer los análisis de la
izquierda que creen que se puede escribir sobre el momento negando la
corrupción evidente del PT en el poder. E ignorando lo que Belo Monte provocó
en la vida justamente de los más desamparados. De la misma forma que sorprende
ver a Lula demonizado por gente que se benefició enormemente con su gobierno,
un gobierno que no dejó solo a los pobres menos pobres, sino a los ricos más
ricos.
En segundo lugar, yendo a lo más general, pensar
desde las ciencias humanas la crisis de la sociedad brasileña, verla e
inquirirla como síntoma emblemático de la crisis humanitaria en la que ha
desembocado el proyecto civilizatorio de la Modernidad occidental hegemónica,
nos vuelve la mirada hacia aquella dimensión de lo humano justamente renegado
por dicho proyecto: el mundo de los afectos; de las emociones y los
sentimientos. Ese es precisamente el núcleo del campo de investigación por
abierto y propuesto por Adrián Scribano, que nos reúne en la red de trabajo
colectivo del Centro de Investigaciones y Estudios Sociológicos (CIES). Desde
las perspectivas que venimos trabajando procuramos poner en evidencia cómo
aquello que paradigmáticamente la Razón Imperial extirpara de la órbita de lo
humano, emerge ahora, con toda claridad, como el filón más complejo y más
políticamente sensible donde se juega justamente el destino de lo humano como
tarea, como horizonte de realización. Este Brasil en crisis, que nos lleva a
repensar la cuestión crucial de la crisis civilizatoria, pone de manifiesto la
centralidad que tiene la producción sociopolítica de los estados emocionales
como clave para comprender no sólo las dinámicas de estructuración –
sedimentación – legitimación de la(s) dominación(es), sino ya, el suelo donde
deberemos afrontar el desafío de aprender a cultivar una nueva humanidad; más
que eso, a sentir-nos y a vivir como humus que somos.
***
En este número, tan especial por todo lo dicho,
iniciamos el recorrido con el artículo de Fabio Luis Barbosa dos Santos (autor
de un libro clave como “Além do PT. A crise da esquerda brasileira em
perspectiva latino-americana”, Elefante Ed.) en el que nos propone uma
panorâmica general del ciclo de los gobiernos del PT, cuyo análisis se centra
en lo que llama “modo lulista” de regulación del conflicto social. Desde ese
prisma, nos plantea una lectura crítico comprensiva de una trayectoria que
define como el pasaje de un “neoliberalismo inclusivo” hacia el de un
“neoliberalismo de expoliación”; de una política de conciliación de clases, a
una frontal guerra de clases.
En “Do lulismo a Bolsonaro: agonia da Nova
República no Brasil”, el autor plantea que, para la elite dominante, el curso
de la economía no estuvo en disputa en las últimas elecciones; pues, tanto bajo
la modulación utópica de un “neoliberalismo inclusivo” como de la finalmente
triunfante vía del “ultraneoliberalismo”, se aseguraban sostener la matriz de
su base de dominación. Lo que sí estuvo en juego y queda abierto a la
contingencia de los futuros procesos políticos, fue la fachada institucional,
jurídica y cultural que sustituirá a la Nova República ,
definitivamente en disolución.
A continuación, el artículo de María Ceci Araujo
Misoczky (“Del pacto de clases a la autocracia”) ofrece otra perspectiva, con
otros matices del mismo proceso bajo análisis. En este caso, apoyado en los
desarrollos teóricos de Luckacs sobre lo político y de Vaisman y Assunção
(2016) sobre el politicismo como renunciamiento de la política, la autora
ofrece una analítica de la trayectoria del PT en su derrotero de transformismo hacia
el Gobierno y, ya en él, en su recaída en el “mito del capitalismo progresista”
como clave de bóveda para indagar en sus limitaciones y en los modos de su
desenlace.
En tercer lugar, siguiendo con esta perspectiva de
análisis en clave político, el texto de Elsa Ponce, compañera integrante del
cuerpo académico del Doctorado, nos presenta en “El gobierno Lula: notas sobre
un sinuoso derrotero”, una mirada desde la perspectiva de dos grandes actores
políticos del proceso del PT: el Movimiento de los Sin Tierra (MST) y la
Central Única de Trabajadores (CUT). Al respecto, planteando como marco
analítico el reinado del pensamiento único en la filosofía política y la
correlativa derechización del entorno sociológico contemporáneo, la autora
aborda la problemática de la relación compleja entre movimientos sociales,
partido y gobiernos a la luz de lo que valora como un claro proceso de
cooptación y de aplanamiento de la movilización social contestataria, en el
caso del Brasil del PT.
En cuarto lugar, les lectores encontrarán el
artículo de Ana Paula Dávila y Pedro Robertt, titulado “As transformações das
relações de trabalho no Brasil recente: incerteza e desregulação irrestrita”,
que justamente pone el foco en los regímenes de regulación de las relaciones laborarles
en los últimos cincuenta años del Brasil, más bien para dar cuenta de los
desafíos y amenazas que se ciernen en el actual contexto sobre el ya precario
sistema de protección laboral vigente en el Brasil.
Seguidamente, nuestro texto “El Brasil del PT.
Ecología política de una frustración”, procuramos presentar una crítica de las
imbricaciones a nuestro juicio existentes entre neoliberalismo, progresismo y
extractivismo como clave para analizar un ciclo cuya trayectoria se presentó
como una gobernanza racional, pero que se ejerció como extractivismo pasional y
que desembocó en el actual estado de odio visceral predominante en la sociedad
brasileña.
Por su parte, Mariano Féliz y Daiana Elisa Melón en
“El PT y la razón subimperialista. El capital brasileño y la integración
suramericana en los 2000”
presentan una perspectiva que parte de la crítica de la economía política como
clave de lectura de la política regional del PT. Partiendo del concepto de
“subimperialismo” propuesto por Marini, les autores analizan el papel de la
Iniciativa para Infraestructura de Integración de la Región Sudamericana
(IIRSA) en la centralidad del capital financiero para la política
semibonapartista del PT al interior del país, y su objetivo de lograr expandir
su control sobre territorios y recursos estratégicos de la región.
Finalmente,
este número se completa con entrevistas a dos pensadores claves y agudos
analistas de la realidad y los procesos sociopolíticos regionales, como son
Raúl Zibechi y Maristella Svampa; ambas realizadas por integrantes del Equipo
de Investigación de Ecología Política del Sur (CITCA-CONICET-UNCA).
En el caso de Raúl Zibechi, lo sabemos, se trata de
alguien que ha seguido muy de cerca y desde abajo -como es su costumbre- el
proceso brasileño; un primer aporte sobre el proceso de gubernamentalización
del PT nos lo ha brindado en su libro “Brasil Potencia”, de 2013, y que hemos
tenido como trasfondo de la conversación. Allí ya señalaba dos aspectos que
pel considera centrales para comprender el temprano abandono de la vocación
siquiera reformista del PT en el gobierno: el proceso de
burocratización-cooptación de los cuadros militantes más promisorios de las
organizaciones y movimientos sociales; y la articulación subordinada del PT
como núcleo de gestores de las pretensiones subimperialistas de la élite
brasileña. Ahí mismo, Raúl nos ofrece lo que, a su juicio, fue el acto fallido
de esas pretensiones, su ‘talón de Aquiles’, que nosotros resaltamos a modo de
título de la conversación: “Un país que se basa en la exportación de
comoditties no puede salir de la periferia de ningún modo”.
A modo de cierre, nos ha parecido más que apropiado
contar con el análisis general e integrador de Maristella Svampa, cuya
trayectoria no merece presentación y que en los últimos años nos ha venido
brindando textos, conceptos y categorías fundamentales para analizar y pensar
críticamente los procesos sociopolíticos regionales. En esta oportunidad,
teniendo como telón de fondo los desarrollos planteados en su libro “Del cambio
de época al fin de ciclo. Gobiernos progresistas, extractivismo y movimientos
sociales en América Latina” (Edhasa, 2017), la conversación ha tenido como uno
de los principales ejes, la deriva de derechización de los gobiernos
progresistas, que desde una expectativa de transformación posneoliberal, fueron
finalmente incurriendo en las remanidas modalidades de los populismos
latinoamericanos. La obsesión desarrollista y la incapacidad para (re)pensar
los desafíos emancipatorios en claves de descolonización, despatriarcalización
y sustentabilidad fuerte aparecen, en este cuadro, como los límites a
afrontar/transformar en pos de la renovación de las izquierdas en la región.
Referencias: (…)
Fuente: http://onteaiken.com.ar/ver/boletin26/onteaiken26-00-presentacion.pdf
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