Huelga feminista: Historia de las
mujeres en 3.650 millones de olas
4 de marzo de 2019
La historia del feminismo se ha
contado en tres olas, pero esas olas se quedan cortas al intentar abarcar la diversidad
de los movimientos de las mujeres en todo el mundo. La humanidad está llena de
ejemplos de sororidad.
Por Patricia
Reguero para Kaos en la Red
Al menos 50.000 mujeres fueron asesinadas en 2017 por sus
parejas, exparejas o familiares, en su mayoría hombres, por el hecho de ser mujeres, según datos de
Naciones Unidas. La
Organización Mundial de la Salud estima que cada año se
practican 25 millones de abortos inseguros. 200 millones de niñas y
mujeres son víctimas de la mutilación genital femenina, según UNICEF. Las
ganancias ilegales de la trata de personas alcanzaron los 150.000 millones de
dólares, según datos de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) de 2014, de los cuales 90.000
millones corresponderían a la trata con fines de explotación sexual.
Es tan solo una pequeña muestra de
algunos de los datos que recoge el Atlas de las mujeres en el mundo, las luchas
históricas y los desafíos actuales del feminismo (Clave Intelectual, 2018), y
que planea de Argentina al Kurdistán, y de las beguinas del siglo XII a
las mujeres iraníes en 2018. Según Lourdes Lucía y Ana Useros, directora y
coordinadora de este compendio que sigue el espíritu de los atlas de Le
Monde Diplomatique, “en todos los campos y ámbitos de la vida, las normas
que rigen cualquier sociedad han establecido un yugo patriarcal que somete,
discrimina, ofende y humilla a esa otra mitad de la población”.
Los datos que más duelen son los
referidos a las violencias contra las mujeres, pero hay muchos
más. El 74,7% de los presidentes y miembros de consejos de las principales
compañías que cotizan en las bolsas europeas son hombres. En 2018, las mujeres
fueron solo el 21% del total de personas participantes en el Foro Económico
Mundial de Davos, la cifra más alta en sus 48 años de existencia. Las mujeres
cobran un 24% menos que los hombres según ONU Mujeres y son mayoría en sectores
con ingresos más bajos.
“La intención del atlas era contar lo
más objetivamente posible cómo está la situación de las mujeres en el mundo,
pero la cosa está de tal manera que no se puede contar esa historia sin incluir
las resistencias que genera; el feminismo en este atlas es una consecuencia”,
dice Useros.
Ambas reconocen que contar la
situación de 3.650 millones de personas, el número de mujeres de una población
mundial de más de 7.000 millones, era difícil y que, mientras el libro pasaba
por sus fases finales antes de llegar a las librerías, surgirían nuevos
movimientos. Un ejemplo de lo que no está: en enero de este año, millones de
mujeres formaron un muro humano de 620 kilómetros en
India, después de que dos mujeres desafiaran la prohibición centenaria de
entrar en un templo en el Estado de Kerala. Lo que sí está: la movilización por
el derecho al aborto en Argentina, la organización de las mujeres en el
Kurdistán o la huelga feminista de 2018 en España, además de
muchos datos e hitos que dibujan un mapa de sororidad global.
SORO… ¿QUÉ? UN CONCEPTO NO TAN NUEVO
Tres mujeres se quitan el velo y
cantan una canción en el metro de Teherán. Un día antes, una mujer había sido
sentenciada a dos años de prisión por quitarse el velo en público. Decenas de
feministas reparten silbatos en las principales ciudades de Marruecos en una
contra el acoso callejero. Miles de mujeres denuncian la justicia patriarcal
que ve “jolgorio” en una violación en España. Aunque el término entró en el
diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española en diciembre de 2018, los
ejemplos de pactos entre mujeres basados en la “sororidad” son muchos a lo
largo de la historia. “La sororidad no tiene nada que ver con el ordenamiento
jurídico, ni con instituciones ni con estructuras, sino con un cierto
sentimiento que se produce espontáneamente en los sitios más extraños, desde
las comunidades de monjas a la cola de la pescadería”, explica Useros.
Useros señala, aludiendo al capítulo “Sororidad, un pacto entre
mujeres” que firma la filósofa argentina María Luisa Femenías, que el concepto
de fraternidad, que se populariza como “hermano pequeño” de la tríada
“libertad, igualdad, fraternidad” de la Revolución francesa, tiene la
particularidad de que no se puede articular políticamente —como sí sucede con
los otros— y se convierte en un término revolucionario y “poco articulable en
términos legales” que, sin embargo, no encontraba su equivalente entre las
mujeres. No solo eso, sino que “mientras que la amistad entre mujeres se
presenta como natural, la relación entre mujeres habitualmente se muestra como
un vínculo plagado de conflictos”, sostiene Femenías.
Para Femenías, aunque los términos
fraternidad y sororidad son lógica y lingüísticamente equivalentes, no lo son
en su uso político, público, social y jerárquico. La sororidad se refiere así a
pactos no necesariamente explícitos, basados en la confianza recíproca, respeto
mutuo y la valoración positiva de la otra mujer, rechazando la dependencia
emocional, económica, de clase o identitaria de una figura masculina de la que
obtener reconocimiento. “La sororidad habilita una sociedad desjerarquizada
que, al mismo tiempo, posibilita un cambio fundamental en el modo de entablar
las relaciones de género, tendiente a la transformación social”, concluye
Femenías, que advierte de que “las relaciones humanas son culturales”, por lo
que las relaciones que se conforman dependen de las circunstancias
sociohistóricas.
Como ejemplo de esa relación, la
historia ha dejado a las beguinas, en el siglo XII, una asociación de mujeres cristian as que dedicaban su vida a la ayuda a pobres
y enfermos, trabajando para poder mantenerse, mucho antes de que la teoría
feminista empezara a poner fechas y nombres a la historia de la organización de
las mujeres como movimiento social y político.
¿CUARTA OLA? O UN FEMINISMO PARA EL
99%
“Puede llamarse cuarta ola o puede
llamarse feminismo para el 99%, como lo caracterizan las académicas
estadounidenses”, mantienen María Florencia
Alcaraz y Agustina Paz Frontera en el capítulo “La generación ni una menos”.
Las argentinas lo tienen claro: se ha dado un paso más en la historia del
feminismo en el que las mujeres han reforzado su protagonismo y han podido
instalar en la agenda política nuevas demandas. Esto que algunas entienden como
“cuarta ola” tiene como herramienta fundamental internet y como rasgo
característico la masificación del movimiento feminista.
Pero ¿surfeamos ya en la cuarta ola?
“Las olas son constructos teóricos y artificiales, que pueden ser saludables
para intentar entender, pero que, como todo constructo teórico, está sujeto a
limitaciones”, explica Lourdes Lucía. “Una teoría se construye para facilitar
la comprensión de un asunto, pero es algo limitado y cambiable”, mantiene.
El feminismo, entendido como una corriente de acción política
que surge cuando las mujeres toman conciencia de la desigualdad, se explica en
tres olas. La primera ola identifica esa desigualdad y encamina sus acciones a
conseguir la igualdad jurídica y el derecho al voto, que se convirtió en una
lucha central a finales del siglo XIX. En la segunda ola se añade que “lo
personal es político” y se describe el sistema patriarcal, además de como
opresor, como terriblemente violento con las mujeres. La tercera ola, a partir
de los años 80 del siglo XX, amplía el sujeto del feminismo y surgen nuevas
miradas y preguntas.
“Yo pensaba que seguía tranquilamente
haciendo surf en la primera ola”, dice Ana Useros, que considera “prematuro”
hablar de una cuarta ola. Desde la tercera, o la cuarta ola, o desde una ola
propia, o desde ninguna, millones de mujeres han demostrado en todo el mundo su
capacidad de organizarse ante un mismo sistema que encuentra formas propias de
adaptarse y tratar de mantener a las mujeres en un segundo plano en todo el
mundo. Y han sido las mujeres las que han señalado la misoginia de Jair Bolsonaro en Brasil o la de Donald Trump en
Estados Unidos, como han sido también ellas quienes han denunciado el peligro
que las extremas derechas representan para los derechos de la mujeres en
Polonia o Andalucía.
Por eso, este año la huelga feminista se enfrenta al reto de ser global y
de desbordar un día, el emblemático 8 de marzo, para luego seguir. “Iré, iremos
a la huelga el 8 de marzo, pero también hay que seguir luchando todos los días
del año”, explica Lourdes Lucía.
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Fuente: https://www.anred.org/?p=111271
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