El pueblo mapuche y la campaña
libertadora de San Martín
Nota de Opinión/ *Por Martín Leonardi (06/01/2018)
La importancia del pueblo mapuche en
el cruce de los Andes y como borrar estos acontecimientos de “la historia
oficial”.
Pareciera que
la construcción del enemigo interno avala cualquier tipo de argumento falaz y
hasta ridículo.
“Historiadores”
y operadores se pasean a diario por los medios cómplices en esta construcción
despachándose con frases como “los mapuches son chilenos” o “exterminaron a los
tehuelches, quienes eran argentinos”.
En primera
instancia, tanto los mapuches como el resto de los pueblos originarios o
nativos son anteriores a la creación de los Estados (chileno o argentino) en
este caso.
Tan anteriores
que el Wallmapu (nombre
dado al territorio que ocuparon los mapuches históricamente) fue defendido
contra las invasiones primero del imperio inca y luego del imperio español,
cuatro siglos antes de la creación del Estado argentino.
Imperio español
que ha reconocido al Wallmapu como un ente soberano en
el Parlamento de Quilín, en donde se fijaría la frontera en el Río Biobío.
Ambas partes se comprometerían mediante “acuerdos de paz” que como bien
sabemos, no fue cumplido por la potencia colonialista.
Los tehuelches
por otra parte, no “se extinguieron”, sino que desde hace varios años luchan
para demostrar que continúan existiendo y, en la Patagonia austral, han
comenzado a identificarse en el espacio público como aonek’enk. Los responsables de su
marginación e invisibilización no fueron los mapuches, sino las políticas de
colonización”. Se puede leer en una investigación reciente llevada a cabo por la Sección Etnología ,
perteneciente al Instituto de Ciencias Antropológicas de la Universidad de
Buenos Aires.
A su vez, las
alianzas matrimoniales entre unos y otros y los desplazamientos producidos por
el avance de los Estados sobre sus territorios dieron lugar a que muchas
familias se identifiquen en el presente como mapuche-tehuelche, tal como ocurre
en la actual provincia de Chubut.
Es necesario
este repaso para contrarrestar la versión oficial y sesgada que se está
intentando instalar respecto al origen de los pueblos nativos.
Más allá de la
ancestral lucha que lleva a cabo el pueblo mapuche, el objetivo del presente
artículo es dar cuenta de la importancia de su aporte como pieza clave en la
liberación del continente americano de la sujeción española.
Más
precisamente en el inicio de la campaña libertadora llevada a cabo por Jose de
San Martin con el cruce de los Andes. Lo cual permitió luego la creación tanto
del Estado argentino como el chileno que, paradójicamente y desde mediados del
siglo XIX vienen oprimiendo, asesinando y desplazándolos de sus tierras.
Antes de
iniciar su campaña libertadora San Martín dejaba bien en claro con quienes
contaba y con quienes no:
“Los ricos y
los terratenientes se niegan a luchar, no quieren mandar a sus hijos a la
batalla, me dicen que enviaran tres sirvientes por cada hijo solo para no tener
que pagar las multas, dicen que a ellos no les importa seguir siendo una
colonia.
Sus hijos
quedan en sus casas gordos y cómodos. Un día se sabrá que esta patria fue
liberada por los pobres y los hijos de los pobres y los negros que ya no
volverán a ser esclavos de nadie”. (Olazabal, Manuel de (1942) Memorias del
coronel Manuel de Olazábal: refutación al ostracismo de los Carreras. Episodios
de la guerra de la independencia. Estab. Gráf. Argentino).
En octubre de
1816, el general San Martín convocó a un parlamento “indígena” a los caciques
pehuenches-mapuches del sur de Mendoza. En su plan estratégico para el cruce de
los Andes, el acuerdo con ellos era decisivo: además del permiso para atravesar
esos territorios porque eran sus dueños, el militar que sólo cuatro años antes
había llegado de Europa conocía la cordillera por mapas, mientras los nativos
la atravesaban en uno y otro sentido desde hacía siglos.
En septiembre
de 1816 San Martín le había escrito a Pueyrredón, por entonces director supremo
de las Provincias Unidas: “he creído del mayor interés tener un parlamento
general con los indios pehuenches, con doble objeto, primero, el que si se
verifica la expedición a Chile, me permitan el paso por sus tierras; y segundo,
el que auxilien el ejército con ganados, caballadas y demás que esté a sus
alcances, a los precios o cambios que se estipularán: al efecto se hallan
reunidos en el Fuerte de San Carlos el Gobernador Necuñan y demás caciques, por
lo que me veo en la necesidad de ponerme hoy en marcha para aquel destino,
quedando en el entretanto mandando el ejército el Señor Brigadier don Bernardo
O´Higgins”. (Galasso Norberto (2000) Seamos libres y lo demás no importa nada,
Buenos Aires, Editorial Colihue)
Pero la
colaboración no se limitó solo al conocimiento de los mapas. También
cumplieron un papel esencial en la Guerra de Zapa. En la cual mediante la
formación de guerrillas por toda la zona central de Chile se logró dar inicio a
la insurrección y la desarticulación del Ejército Real y así dar paso al Cruce
de los Andes.
Previo a estas
acciones del ejército libertador chileno, los pueblos originarios de la región
acordaron con San Martín que darían a los enemigos una información falsa acerca
de los pasos por los cuales iba a cruzar y solicitarían ganado a cambio para
que les creyeran. De este modo, los obligaba a dispersar fuerzas y debilitar el
verdadero terreno de ataque.
Luego de los
rituales del caso, el Libertador les dijo: “Yo también soy indio” y les
comunicó que iba a pasar a Chile con todo su ejército y cañones “para acabar
con los godos que les han robado la tierra de sus padres”. El acuerdo se selló
con un abrazo a cada uno de los caciques y el intercambio de regalos. San
Martín recibió un poncho blanco cuyas guardas tenían un diseño que lo designaba Toki,
jefe guerrero.
Los lazos
estrechados entre los pueblos nativos de la región cuyana y el ejército de los
Andes dieron origen a una de las frases más recordadas de su General Jose de
San Martin:
“Si no tenemos
dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos han de faltar; cuando se acaben los
vestuarios, nos vestiremos con las bayetitas que nos trabajan nuestras mujeres
y si no, andaremos en pelotas como nuestros paisanos los indios. Seamos libres
y lo demás no importa nada. La muerte es mejor que ser esclavos”. (Olazabal,
Manuel de (1942) Memorias del coronel Manuel de Olazábal: refutación
al ostracismo de los Carreras. Episodios de la guerra de la independencia. Estab. Gráf. Argentino).
San Martín veía
a los mal llamados “indios” como paisanos. Aliados en contra de las potencias
colonialistas europeas.
Si bien tanto
en la campaña libertadora de Chile como en la del Perú convocó a los
pueblos originarios como fuerzas “auxiliares”, no se propuso desarrollar con
ellos una gran fuerza social para un nuevo ejército independentista. Lo cual
seguramente hubiese demandado cambios mucho más radicales en el orden social
heredado de la colonia.
No obstante, la
relación que mantuvo San Martín con expresiones del pueblo mapuche fue muy
distinta a la que asumieron aquellos que se hicieron del poder desde 1861 en la
Argentina.
Recordamos que,
desde esa fecha y luego de la batalla de Pavón comenzaría a operar el filtro
liberal de Bartolomé Mitre quien además de dar inicio al periodo de la República
conservadora fue quien “escribió” la historia oficial, borrando la importancia
de los pueblos originarios en la campaña libertadora.
A partir de
este momento y con la llegada al poder de los liberales de la “generación del 80” (Sarmiento, Avellaneda,
Roca) se iniciaría un genocidio contra los pueblos originarios que se sigue
perpetrando de diversas formas hasta la actualidad.
*Martín Leonardi, columnista del
Diario Digital http://www.laizquierdadiario.com
Fuente: http://choiquenet.com.ar/noticias/leer/671
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