El capitalismo
neoliberal y
el sujeto de
rendimiento
7 de marzo de 2019
Por Homar Garcés (Rebelión)
El antiguo
concepto que catalogó por mucho tiempo a la economía como la ciencia
encargada del estudio de la producción de los medios de vida para
satisfacer las necesidades de toda la sociedad pasó a ser, bajo la influencia
del neoliberalismo capitalista, en la ciencia dedicada al estudio de los
mercados y de la minimización de costos y maximización de ganancias; lo cual se
traduce en la imposición de un individualismo economicista que descarta
cualquier medida favorable a la mayoría de los seres humanos que no sea vista
como una inversión redituable. Esto influye en el surgimiento de una progresiva
eliminación de la empatía que debiera existir entre las personas (incluso a
nivel familiar), lo que dificulta la factibilidad de algún tipo de lucha mínima
para la satisfacción de objetivos y necesidades comunes.
Así, sin echar mano a un análisis demasiado complicado, se observa cómo la humanidad se halla
subordinada, de un modo u otro, directa e indirectamente, a la lógica de la
acumulación y reproducción de capitales manejados (sin control efectivo de
muchos gobiernos) por las grandes corporaciones transnacionales, principalmente
aquellas de origen estadounidense. Esto hace que mucha gente alrededor del
planeta estime que, fuera del sistema capitalista, no existe opción alguna, por
lo que cualquier esfuerzo debe orientarse a la regulación de su funcionamiento,
con mejoras o reformas que le den un cariz más humano y equitativo, de manera
que faciliten reducir los escandalosos abismos existentes entre ricos y pobres; cuestión ésta que ha resultado
infructuosa en cada nación donde se pretendió hacerse, como ocurriera en Chile
en el siglo pasado bajo la presidencia de Salvador Allende o en la actualidad
con Venezuela. Gran parte de quienes comparten esta visión del capitalismo con
"rostro humano" olvidan que «las relaciones socialistas capitalistas
no son precisamente -como lo afirma Miguel Mazzeo en su libro “¿Qué (no)
hacer?”- las más adecuadas para el desarrollo espontáneo de la horizontalidad y
la autonomía»; es decir, el fomento y la práctica de la democracia (o soberanía
popular) no encajan en lo que es el sistema capitalista, sobre todo neoliberal,
por lo que generalmente éste actúa en su contra si percibe que puedan afectar
gravemente sus intereses.
Para alcanzar sus propósitos, el capitalismo neoliberal requiere de una nueva clase de sujetos que se adapten sin coacción de por medio al mundo modelado a su gusto. En «Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder», el filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han los llama sujetos de rendimiento y explica que «el neoliberalismo, como una forma de mutación del capitalismo, convierte al trabajador en empresario. El neoliberalismo, y no la revolución comunista, elimina la clase trabajadora sometida a la explotación ajena. Hoy cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa. Cada uno es amo y esclavo en una persona. También la lucha de clases se transforma en una lucha interna consigo mismo». Esto ocasiona que «el sujeto neoliberal como empresario de sí mismo no es capaz de establecer con los otros relaciones que sean libres de cualquier finalidad. Entre empresarios no surge una amistad sin fin alguno»; de ahí que no muestre mucho interés en sumarse a iniciativas de lucha que promuevan la profundización de la democracia (expresada en la vigencia del Estado de Bienestar con que se buscó disminuir la atracción por el comunismo entre los trabajadores y cuyo desmantelamiento operativo, además de su total control, es un requisito indispensable para la consolidación del capitalismo neoliberal), así ello signifique disminuir, sacrificar o perder todos los derechos sociales y políticos hasta ahora consagrados por vía constitucional.
Para alcanzar sus propósitos, el capitalismo neoliberal requiere de una nueva clase de sujetos que se adapten sin coacción de por medio al mundo modelado a su gusto. En «Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder», el filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han los llama sujetos de rendimiento y explica que «el neoliberalismo, como una forma de mutación del capitalismo, convierte al trabajador en empresario. El neoliberalismo, y no la revolución comunista, elimina la clase trabajadora sometida a la explotación ajena. Hoy cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa. Cada uno es amo y esclavo en una persona. También la lucha de clases se transforma en una lucha interna consigo mismo». Esto ocasiona que «el sujeto neoliberal como empresario de sí mismo no es capaz de establecer con los otros relaciones que sean libres de cualquier finalidad. Entre empresarios no surge una amistad sin fin alguno»; de ahí que no muestre mucho interés en sumarse a iniciativas de lucha que promuevan la profundización de la democracia (expresada en la vigencia del Estado de Bienestar con que se buscó disminuir la atracción por el comunismo entre los trabajadores y cuyo desmantelamiento operativo, además de su total control, es un requisito indispensable para la consolidación del capitalismo neoliberal), así ello signifique disminuir, sacrificar o perder todos los derechos sociales y políticos hasta ahora consagrados por vía constitucional.
A pesar de la existencia de este sujeto de rendimiento del
capitalismo neoliberal, han surgido en el horizonte unos nuevos paradigmas y
unas nuevas relaciones sociales, así como la necesidad de reorientar la
producción hacia el bien común. Estos son los elementos distintivos de la diversidad
de grupos y movimientos que se han organizado de forma autónoma frente a la
hegemonía neoliberal, mostrándose capaces de prefigurar un orden social hasta
ahora diferente y, por consiguiente, inaudito. Entre sus características más
resaltantes se encuentran la cooperación, la complementariedad, la utilidad
social y la reciprocidad que, de llevarse a una expresión de alto grado, le
otorgará a la democracia un mejor sentido del que posee en la actualidad, al
hacer realidad la participación y el protagonismo de los sectores populares sin
que exista algún factor de poder que pueda coartarlos bajo ningún concepto o
excusa. Esta herejía, interiorizada por los sectores subordinados, rompe -si no
de una manera absoluta, como se quisiera, sí en alguna proporción
significativa- con la lógica impuesta por los sectores dominantes. A diferencia del sujeto de rendimiento,
tan acorde con el capitalismo neoliberal, quienes participan en este proceso de
organización, sobrevivencia y resistencia colectiva comparten la necesidad de
avanzar hacia nuevos derroteros de desarrollo integral de todo el conglomerado
social (no simplemente de una minoría) y se convierten -de modo consciente o
no- en los precursores del establecimiento de un modelo civilizatorio que bien
podríamos llamar postcapitalista, con gobiernos de bienes comunes, que
respondan al interés general (incluido en éste la naturaleza) y no en beneficio
exclusivo (como viene ocurriendo) de las grandes corporaciones monopólicas capitalistas.
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