Alberto Santillán: “¿Cuál es el interés de
tener a Felipe Solá?”
Mientras el año
electoral pone en juego roscas, alianzas y las listas se dirimen entre candidaturas
y especulaciones, conversamos con Alberto Santillán, padre de Darío. El
blanqueamiento de la imagen de Felipe Solá, y su posible candidatura, es uno de
los ejes principales de esta entrevista.
Por Marcha Noticias
Cuando el 26 de junio de 2002 asesinaron
a los militantes piqueteros Darío Santillán y Maxi miliano
Kosteki en la ex estación Avellaneda, quienes dispararon creyeron que la
impunidad estaba de su lado. Sin embargo, Alfredo Fanchiotti y Alberto Acosta,
ambos policías bonaerenses, fueron condenados a prisión perpetua. Quienes aún
continúan impunes ante el Poder Judicial son los responsables políticos de la
que se conoció como “Masacre de Avellaneda. ¿Por qué había ese día un enorme
operativo conjunto de las fuerzas de seguridad? ¿Qué les dio tanta libertad a
esas fuerzas para disparar con balas de plomo en lugar de las balas de goma que
se utilizan para reprimir?
Así, familiares, compañeras y
compañeros de los pibes asesinados siguen adelante con la causa contra el
entonces gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Felipe Solá; el ex
presidente de la Nación, Eduardo Duhalde; el ex Ministro de Justicia, Jorge
Vanossi; el ex Ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Juan José
Álvarez; el ex jefe de gabinete de la Nación, Alfredo Atanasof; el ex
Secretario de Seguridad bonaerense, José Genoud; el ex Ministro del Interior,
Jorge Matzkin; el ex vicejefe de la SIDE, Oscar Rodríguez y el ex senador,
Aníbal Fernández. La causa es llevada por el Juez Federal Ariel Lijo, titular
del Juzgado Federal Nº 4 de los Tribunales de Comodoro Py, y tiene muy poco
movimiento durante todos estos años.
En ese contexto, conversamos con
Alberto Santillán, padre de Darío, sobre el intento de “limpiar” la imagen de
Solá con biografías y charlas distendidas, y su posible candidatura para las
elecciones de este año. Alberto es un tipo que dice lo que piensa. Y lo dice
así, sin filtro. Enfermero desde hace más de 30 años en el Hospital Argerich,
nos cuenta: “A mí me dicen: ‘vos tenés que hablar distinto’. Y yo les digo que
decir lo que uno siente es lo mejor, sin buscar la palabra linda ni la palabra
aduladora o la que a los demás le caiga bien”.
-¿Qué nos podés decir de que en algunas
fórmulas progresistas se esté hablando de una posible candidatura de Felipe
Solá?
-Nos da bronca y nos preguntamos: ¿Cuál
es el interés de tener a Felipe Solá? Tiene un 2,5 % de intención de votos, un
5% como mucho; entonces, ¿desde qué lado puede sumar que Solá sea presidente o
vice? Muchos compañeros antes de Darío y después de Darío dieron su vida para
no traicionar a esos compañeros y hoy nos encontramos con esta clase de larva.
No se puede entender y es muy difícil. Todos hablamos de cumplir y
que la lucha sea una sola, pero duele cuando ves a personajes como Solá que
están acompañados con tantos compañeros que alguna vez habrán caminado con
Darío, me habrán acompañado en esta búsqueda de justicia, nos habrán acompañado
en algún escrache, en algún corte, porque más de uno se subió un 26 de junio
ahí en el acto para pedir justicia por Darío y Maxi ,
y sin embargo hoy los ves impulsando la candidatura de uno de los principales
asesinos de Darío.
-¿Cómo siguen la familia, las
compañeras y los compañeros el pedido de enjuiciamiento a los responsables
políticos?
-Nadie nos va a correr de la denuncia,
nadie nos va a correr de hacer un escrache. ¿Pero viste como te dan vuelta
todo? En el escrache a Solá que fue Leo (Santillán, hermano de Darío), fueron
diez: cinco compañeros y cinco compañeras. Después todo el arco político apoyó
a Solá y todos los medios hegemónicos de mierda hablando de la violencia del
Frente Popular Darío Santillán, de que les sorprende la violencia del hermano
de Darío… ¿Cómo te vas a sorprender si tenés enfrente a quien mató a tu
hermano?
Y en estos 17 años la justicia, nada. Nunca lo llamó a declarar.
Pedimos al juez Lijo que acelere el proceso de la causa que está a su cargo y
que debe investigar las responsabilidades políticas de Eduardo Duhalde, de
Felipe Sola y de todos los que tuvieron que ver en la planificación del
operativo represivo del 26 de junio del 2002. Y tanto el juez como el fiscal
Soria siempre nos han exigido que nosotros demostremos lo que sostenemos,
porque según la justicia
Solá y Duhalde no tiene nada que ver y entonces tenemos que
laburar para presentar los testimonios. Entonces al fiscal no le alcanza nada.
-¿Es decir que les exigen a ustedes las
pruebas?
-Claro. Nosotros presentamos cuatro o
cinco testimonios y la fiscal dice que no alcanza, porque lo que dicen es lo
que sabemos todos: “Necesito nombre y apellido”. Bien, presentamos testigos:
fue a declarar Norita Cortiñas. Y estuvo hablando una hora y pico, pero lo más
fuerte que dijo es que cuando se estaba llevando adelante la represión lo llamó
a Sola y le dijo: “¿Por qué está llevando adelante semejante represión?”. Y él
le contestó: “No te preocupes, Norita, es una guerra entre pobres y se están
matando entre ellos”. Esa es una prueba contundente.
En ese momento el que era intendente de
Avellaneda, Oscar Laborde en una reunión que tuvimos con él no dijo que iba a
“dar nombres y apellidos de quienes lo apretaron, quienes lo amenazaron”. Fue y
dijo lo mismo, que Juan José Álvarez lo amenazó de muerte, que el jefe de
Gendarmería lo amenazó de muerte, y así y todo a la fiscal tampoco le alcanza,
no le alcanza nada. (NdeR: Recordemos que puede encontrarse testimonio de lo
dicho por Laborde en diarios de aquel momento, donde declaró a un programa
radial que “los puesteros y los vendedores ambulantes fueron amenazados el
jueves y el viernes para que no testifiquen”).
Nosotros sabemos dónde estamos parados y sabemos que nunca hubo
voluntad para investigar a los responsables políticos. La cadena perpetua a
Franchiotti y Acosta no es que tengo que agradecerle a la justicia y a los
fiscales por laburar. Les tengo que agradecer a los abogados por cómo laburaron
y a la militancia: los escraches, cómo pintaron los tribunales de Lomas de
Zamora, un mes acampando en pleno invierno metiendo presión… Y ahí se consiguió
la condena por primera vez de un comisario general a cadena perpetua. Yo creo
que en todo esto uno de los pocos casos en los cuales hubo una en contra hacia
los políticos, un gobernador, un presidente. Es por Darío y Maxi .
-Y después de tantos años, ¿qué
rescatan de este recorrido de búsqueda de justicia?
-Quizá los medios no lo reflejen, pero
uno tiene otra retribución más allá de la búsqueda de justicia. Porque la
búsqueda de justicia es esto: condenar a los que te mataron a tu hijo y que tu
hijo descanse en paz y que vos puedas hacer el duelo. Porque si no tengo
justicia por mi hijo, no puedo hacer el duelo.
Pero hay otras cosas por las cuales uno
se ganó el respeto. A Darío lo aman. A donde vamos con Leo, con Javier (mi hijo
mayor), sabemos que la gente le hace bien. Por ahí somos una familia que aunque
no tenemos medios, sabemos que está el padre Darío Santillán, el hermano de
Darío Santillán y capaz te aparece una Norita Cortiñas o Vanesa Arruga y
entonces hemos estado en causas que no son visibilizadas y en base a la presión
en las calles y a la presencia de nosotros adentro muchas veces se ha logrado
revertir lo que ya estaba determinado por causas armadas. Esto es lo que uno
siempre acompaña con muchas ganas. Y con el ejemplo de Norita Cortiñas, que es
increíble: un día está acá, otro día está en el sur… Norita nunca miente.
“Veo en los ojos de estos pibes la
mirada de mi hijo”
Alberto habla de su hijo y se emociona,
se quiebra. Como muchos otros padres y madres, él heredó la lucha de su hijo.
Abrió los ojos a una realidad que antes no veía con tanta claridad. Ese lugar
que, dice, sobre Darío, “cuando empezó a descubrir en qué lugar estaba parado
en la vida nunca más se pudo correr”.
Y así, rompiendo estructuras, fue como también contagió a quienes
lo rodeaban: “Como padre aprendo a los golpes, porque yo no soy Darío y él era
militante. Yo toda mi vida he sido enfermero y un tipo totalmente estructurado,
ya desde el lado de mis viejos. La cultura de uno era laburar, laburar dos
turnos, que los hijos tengan la primaria, la secundaria… y de repente Darío
rompió con todo ese molde”.
Hoy la presencia de Santillán sigue
viva en muchas pibas y muchos pibes que ingresan a la militancia porque les
duele el mundo que les rodea. Ahí es donde Alberto recurre para sentir que no
fue en vano todo: “Me gusta mirar a los ojos a los pibes. Veo en los ojos de
estos pibes la mirada de mi hijo también. En su presencia, en sus posturas, en
su gritos. Que no es un grito cualquiera. Vos te das cuenta por el grito nada
más: cuando nace desde las entrañas es porque estas gritando por un compañero
caído”.
Ahí es donde se para de esa vereda en
la que eligió quedarse Darío para siempre. Y entiende, también, que hay cosas
que no se pueden comprar: “Por
más que ellos tengan todo el dinero, nosotros tenemos algo que es más
importante: no traicionamos, tenemos corazón, somos solidarios; llegamos,
incluso, hasta la última consecuencia. Como hizo Darío. Él sabiendo lo que le
podía llegar a pasar, siendo consciente. No se trata solo de lo que uno desea,
sino llevarlo también adentro. Por eso nos dejó un mensaje tan claro. Porque
cualquiera, por una cuestión lógica de querer preservarse en una situación
límite, se va a la mierda y la pelea después desde otro lugar. Pero él se
quedó. Por eso insistimos, cuando decimos que a Darío no lo mataron, lo
multiplicaron, eso lo veo reflejado en tantos jóvenes”.
Los 25 de junio, en las jornadas
culturales en el Puente Pueyrredón donde se hace la clásica vigila previa a
cada aniversario del asesinato de Darío y Maxi ,
van llegando desde hace un tiempo pibas y pibes con un puñado de años. Desde
“Niñez y Territorio” generan actividades para que ellas y ellos también sean
parte de las jornadas. Alberto se reconforta: “Los chicos se expresan, leen
poemas y eso es lo genuino, es un poco lo que hacía Darío: siempre sostenía.
Nosotros rescatamos esa parte ¡y los pibes jugaban a ser piqueteros! Darío
decía que los pibes piqueteros iban a ser los luchadores del mañana”.
-Ya que algunas figuras tienen algunos
medios donde “levantar sus imágenes”, queremos que vos nos cuentes la imagen de
Darío que te gustaría que se perpetúe
– Es bueno hablar del Darío cotidiano,
humano, porque no era perfecto y este es uno de los peores errores: tenerlo ahí
como una imagen y no bajarlo y mostrarle al compañero que Darío era como vos
que te sumaste a militar. Cuando dejó mi casa y se fue a vivir al barrio La Fe,
no quiso que lo ayude en nada. Después Leo se fue a vivir con él. Comían al
mediodía y a la noche no comían nada. Dormían en una casucha. Darío peleó mucho
para que las familias consigan su espacio. Yo cuando fui a visitar ese lugar me
encontraba con agua, barro, piedras, vidrios. Ese espacio lo consiguieron y
ahora esa manzana funciona. Yo le decía: “¿Qué haces acá?, yo te puedo ayudar a
alquilarte una casa…”, pero jamás quiso saber nada. Él era como un militante
viejo: miraba un poco más de lo que vemos todos. Él te decía “¿ves aquel
barrio? ese barrio era igual que este” y pasaron los años y el barrio La Fe es
muy lindo, no es Nordelta, pero es un lugar donde la gente tiene su casa, y la
ilusión era esa.
Siempre sostengo que la lucha de Darío no
es únicamente la del “luchador”, en el sentido de que preguntaba, iba al
Municipio, hablaba con la cana, estaba en los cortes de ruta, iba a la casa de
los compañeros cuando se caían y dejaban de creer en la lucha. Yo creo que para
llevar semejante lucha hay que tener mucho amor.
Insisto en que no nos quedemos con el
Darío de la bandera, el “perfecto”. Él era terrenal, tenía sus errores, sus
broncas. Era como todos. Pero yo no quiero que termine siendo simplemente una
banderita. Rescatar lo
humano de Darío es lo mejor que podemos hacer.
Fuente original:
Marcha.org.ar
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Fuente: https://www.anred.org/?p=112652
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