No es ideología,
es trabajo por cuenta
ajena
26 de marzo de 2019
Por Juan
Torres López
Ganas de escribir
La derecha,
incluso la extrema que lo hace de forma mucho más exagerada, presenta siempre
su proyecto político como la expresión de una lucha por los valores, por la
sensatez y las buenas ideas.
Hablan de los demás como si fueran los defensores de intereses
oscuros, contrarios a los de la mayoría “natural” y sensata que es la que se
supone que suscriben quienes apoyan a la derecha. Con más o
menos disimulo, califican a los contrarios de “anti-España” y los señalan como
al servicio del comunismo internacional, de la masonería (eso, es verdad, cada
vez menos), como enemigos de lo bueno que es lo que la derecha defiende.
La derecha habla siempre de sí misma como la que trabaja para las
personas o los españoles “de bien” y se autorrepresenta bajo la imagen de la
sensatez, del conocimiento, del rigor y del buen hacer. Afirma que es la única
que sabe cómo arreglar los problemas económicos, quien dispone del saber
suficiente para aplicar “la técnica” (porque desprecia la política como un
asunto “del pueblo”) y de la formula que realmente puede resolver los problemas
sociales. Los demás, la izquierda, está siempre equivocada, es enemiga de los
intereses generales, sirve a intereses foráneos, no tiene conocimientos, carece
de rigor técnico, lo politiza siempre todo, atenta contra la vida y, en fin, es
la responsable de todas las catástrofes que puedan producirse.
La derecha suele presentarse también revestida de los ideas más
tradicionales, de las ideas “de siempre”, de un hálito de religiosidad y
defensa de las creencias más arraigadas en la sociedad. No sólo se
presenta como la técnicamente competente sino como la pura, la casta, la
defensora de la vida y de la virtud… Y viaja por la política acompañada de las
curias, de cardenales, obispos y curas que salen siempre a defenderla o que
incluso piden a los feligreses que la voten cuando llegan las elecciones. Los
mismos que luego pasan la vista gorda cuando las gentes de derechas son las que
abortan y matan , las que abusa de jóvenes o roban niños, las que roban o
llevan a la miseria o matan de hambre a a millones de personas…
¡Cuánta falsedad!
Lo que hay detrás de la derecha es otra cosa y la evidencia
histórica y empírica es irrefutable. Allí donde gobiernan aumentan las
desigualdades y mejoran las condiciones de quienes más tienen. Lo que defienden
no es otra cosa que los intereses de los más poderosos.
En mi artículo de hace unos días ( El cóctel
que va a darle a Vox un resultado apoteósico en las próximas elecciones ) señalaba cómo las propuestas de
Vox no son solamente un esperpento ideológico, sino que contienen disimuladas
las medidas que el dinero viene reclamando desde hace años. No es casualidad,
sino prueba de lo que viene diciendo, que el neofascismo de nuestra época haya
mantenido toda su retórica tradicional (racismo, conservadurismo extremo, odio,
condena de la diversidad…) menos el estatalismo, justo porque ahora lo que
necesita y busca le capital es desembarazarse de las trabas que pueden
imponerle las instituciones. A diferencia de lo que ocurría en los primeros
decenios del siglo XX, cuando lo que necesitaba era un Estado fuerte para
consolidar su dominio de los mercados y de la sociedad.
Hace unos días se ha vuelto a ver en el Parlamento andaluz. Se
proponía una iniciativa para reclamar que los bancos vayan devolviendo, una vez
que han vuelto a ganar miles de millones de euros, el dinero que recibieron
como rescate.
Las derechas salieron en tromba a negarse. ¡Cómo iban a hacer otra
cosa! Detrás de la retórica ideológica simplemente hay un disciplinado trabajo
por cuenta ajena, por cuenta de las grandes empresas y de los bancos.
Los últimos años de políticas de derechas en España han dado un
resultado claro: el aumento de la concentración de la riqueza y de los
millonarios, una desigualdad que nos pone a la cabeza de Europa en ese
lamentable aspecto.
Pero no se
trata de un fenómeno exclusivo de nuestro país. El gran poder acumulado a lo
largo de la historia por los grandes patrimonios o la banca hace que aquí quizá
sea más claro que en otros países. Pero no nos pasa sólo a nosotros. Hace unos
años, la
periodista Jane Mayer publicó un libro interesantísimo
(traducido en España como Dinero oscuro )
en el que mostraba que detrás de la expansión de las ideas de extrema derecha
en Estados Unidos estaba, simple y llanamente, el dinero.
Es un fenómeno generalizado y no es casualidad que, como en
España, la difusión de las ideas extremistas de derecha haya ido acompañada del
incremento de la desigualdad en los últimos años.
Lo ha vuelto a poner de manifiesto el último Informe sobre la desigualdad global 2018 que demuestra claramente que desde
que se vienen aplicando políticas más a la derecha en el mundo, desde 1980, “la
desigualdad de ingresos ha crecido agudamente”.
Quien lo quiera se puede engañar, pero lo que de verdad hay detrás
de la derecha y más aún de la más extrema, lo que la mueve, no es una
ideología, ni los valores que supuestamente dice defender. Lo que está detrás
es el dinero y el servicio a quien dispone en mayor medida del poder que
proporciona. Cuando se ve amenazado por la debilidad, por la incompetencia o
por la deslegitimación de sus empleados (como ha ocurrido en España con el
Partido Popular o Ciudadanos) recurre a la solución de emergencia, al
extremismo que con un discurso de mayor retórica ideológica atiende a los
sentimientos más primitivos de la gente para atraer y conquistar a los sectores
intelectualmente más desprotegidos de la sociedad. El ascenso
de la extrema derecha en todo el mundo no es casualidad sino el resultado de
que el dinero se asustó de nuevo (en esta ocasión, no por la presión de las
clases trabajadoras sino por su propia incapacidad para lograr una mínima
estabilidad en la economía y en la sociedad) y ha tomado la iniciativa
recurriendo de nuevo a su solución de emergencia.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=253979
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