El
barrio prostibulario más grande del país,
Las Casitas de Río Gallegos
11 de diciembre de 2012
Hoy se conocerá el fallo por la desaparición de Marita Verón. El
último registro telefónico de Marita ocurrió en Río Gallegos, capital de la
provincia de Santa Cruz. Se sospecha que pasó por el barrio prostibulario más
grande del país, más conocido como Las Casitas. Luego de dos años de clausura
de Las Casitas tras la investigación y denuncia de la Alameda, los jueces de
Casación Penal avalaron la reapertura de los prostíbulos ordenado hace un año
por la Cámara Federal
de Comodoro Rivadavia.
Este es el artículo de la periodista Mirtha Espina
desde Santa Cruz
Se clausuraron las
casitas de Rio Gallegos, pero los prostibulos no desaparecieron. El
proxenetismo, la droga y el juego son moneda corriente en Calafate. Los avisos
prostibularios en los diarios continúan en una provincia donde aún está lejos
la erradicación de la trata sexual.
La prostitución en la
provincia de Santa Cruz es un fenómeno naturalizado, arraigado en el tiempo,
que encontró mil justificaciones: desde la soledad de los hombres que
realizaban las faenas ovinas, hasta la necesidad higiénica a la que apelaban
los militares en los decretos que permitían la habilitación de estos lugares en
las zonas de cuarteles, sea por la vía del prudente control de las libretas
sanitarias establecidas en la década del sesenta, o encubierta en lugares de esparcimiento.
Fueron pasando los años
y el mercado fue ganando crueldad en el manejo de ese negocio, importación de
materia prima, violencia en el control de la disciplina interna de esos
establecimientos, y formando una especie de multi- rubro con el manejo de la
droga y los negocios clandestinos.
El cierre de “Las Casitas” en Río Gallegos, forzado a partir de las denuncias de La Alameda, significa que un espacio tradicional de ejercicio de la prostitución no funciona, pero es solo eso, sería como si en una gran ciudad se las “corre de esquina”.
El cierre de “Las Casitas” en Río Gallegos, forzado a partir de las denuncias de La Alameda, significa que un espacio tradicional de ejercicio de la prostitución no funciona, pero es solo eso, sería como si en una gran ciudad se las “corre de esquina”.
Más aún, son frecuentes
las noticias que, con titulares pomposos, nos presentan que se “rescato a una
mujer” y tras cartón los funcionarios policiales o de derechos humanos se
adjudican la “vigencia de políticas de Estado para combatir este flagelo”. Pero
basta con abrir las páginas de uno de los principales diarios de Río Gallegos y
abunda la oferta sexual. El Calafate, calificado como “su lugar en el mundo por
la presidenta”, es un polo para el ejercicio de la prostitución, combinado con
la droga y el juego.
Las Heras, población
que gira en torno del yacimiento petrolero, una de las ciudades con más
suicidios de adolescentes en el país, tienen una densidad de prostíbulos por
habitante que causa escalofríos. Allí también, el juego y la droga se hallan
presentes en formas escalofriantes. Podríamos hablar de la pesquera Puerto Deseado ,
que debe alimentar el instinto de los trabajadores del puerto, quizá por aquel
sesudo saber que donde hay marineros hay prostíbulo, droga y juego.
Santa Cruz sigue siendo
una tierra de aventureros, piratas y ladrones, donde los dueños del prostíbulo
exigen moral a sus hijos, tal como lo profetizara José María Borrero en su
libro “La Patagonia trágica”. Las fortunas se hacen esquilmado los recursos
naturales, estrujando los dineros del Estado y con negocios ilícitos, y en ese
contexto: ¿como podía faltar la trata de personas para la prostitución? Incluso
en una sociedad con los rufianes de la noche del sur chileno, “es un
capitalismo globalizado”, dirían los economistas.
El Estado, sea porque
esta carente de recursos, sea porque la capacitación para combatir este delito
a escala internacional es pobre, y (por qué no decirlo) porque existe un
entramado de complicidades en el poder real que no tiene el más mínimo interés
en revertir esto.
En la medida que las
condiciones sigan siendo propicias para los negocios ilegales, que la justicia
siga en manos de jueces y fiscales que nunca persiguen a los poderosos, y
encarcelan perejiles o luchadores sociales, todo favorece la existencia de la
prostitución, pero no “por una mujer alocada”, sino porque aquí se generan
fortunas en la proporción de sus incrementos si están vinculadas a negocios
ilegales.
Delito, droga, juego y
prostitución atraviesan a la Patagonia, y esto no es poca cosa como para no
prestar atención. Si en las provincias de pasado colonial, las familias
aristocráticas se adueñaron del poder, en el sur quienes justifican el saqueo
de los recursos naturales, el desmantelamiento del Estado, son quienes fomentan
el ingreso de este delito, en que de vez en cuando debe aparecer algún caso en
la sección de policiales como para salvar la conciencia.
Tras de cada anuncio de
mujeres que ofrecen sus servicios, o en cada una de ellas que se la encuentra en
los más variados lugares, debe pensarse que se teje un entramado de coberturas
que florece esparcido por toda la estepa.
Hace casi dos años, el
caso de una chica que había desaparecido raptada fue noticia en todos los
medios, se la encontró en Las Heras supuestamente porque formó una pareja, al
poco tiempo se silenciaron todas las voces.
El año pasado, el cura
de esa localidad nos dijo que la vio una vez y que a él le parecía que seguía
en manos de tratantes. Datos más, datos menos esta es la historia que podríamos
generalizar. El Estado no ofrece alternativas, no desmantela las redes y la
cosa sigue mal, preocupantes.
Las Casitas de Río
Gallegos silenciaron sus sonoras cumbias, no se encienden sus luces rojas, no
están las chicas en la ventana llamando con sus linternas, pero quizá toda la
provincia sea un gigantesco burdel, “triste como un prostíbulo al mediodía”.
Fuente: https://laalameda.wordpress.com/2012/12/11/el-barrio-prostibulario-mas-grande-del-pais-las-casitas-de-rio-gallegos/
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