Cristina Kirchner recrea su relato y le habla
al empresariado como mejor garante de sus ganancias
Dos auditorios, un
mismo relato. De balances y dibujos históricos. Volvió a aparecer Cristina, y
con ella, los mitos económicos sobre lo que fueron, y lo que no, los 12 años de
gobiernos kirchneristas.
@LucuRuiz
Martes 20 de noviembre
de 2018
La ex presidenta habló ayer en el Congreso de Clacso (presentado
como "contracumbre del G20") y también aprovechó las sesiones del
pasado miércoles en el Senado para hacer un balance de la economía del gobierno
macrista en comparación con los 12 años del kirchnerismo.
En su discurso honró los pagos millonarios de deuda al imperialismo,
llamó a los trabajadores a aceptar el impuesto al salario y se enorgulleció por
la alta rentabilidad empresaria durante su gobierno.
“Conmigo ganaban más” (los empresarios)
Cristina Kirchner sostuvo en ambas oportunidades lo que siempre
celebró abiertamente: que con su gobierno la “rentabilidad operativa” de las
empresas –poniendo como ejemplo los balances de la empresa trasnacional Arcor-
fue más alta que con Cambiemos. Lejos de sonrojarla, retomó así la confesión de
que en su gobierno los empresarios “se la llevaron en pala”.
Años atrás recordábamos en este medio las enormes ganancias que obtuvieron
las empresas y los dueños de la tierra durante su mandato: 3,6 veces se
multiplicó la renta total apropiada por los terratenientes respecto al período
previo, según Juan Iñigo Carrera y 1,5 veces se multiplicó la tasa de ganancia
anual de los capitalistas industriales respecto a la década del ´90. Así
también, según cálculos de Esteban Mercatante, la tasa de ganancia sobre el
capital fijo estuvo por encima del 22 % en todo el período kirchnerista,
lo que contrasta con relativamente bajos niveles de inversión privada en
relación al PBI.
De esta forma, el kirchnerismo retoma este hecho irrefutable para
perfilar un relato en el cual sus gobiernos fueron más efectivos para
resguardar las ganancias capitalistas porque ellos impulsaron políticas desde
el lado de la “demanda”. Cristina se apoyó en el “marxista” Kaleki y su defensa
de una política de pleno empleo en Europa en los años cuarenta, para
justificarlo teóricamente.
Sin entrar en detalles sobre este autor y la falsedad de su
ascendencia marxista que Cristina le imputó –en particular porque nunca se paró
desde la teoría del valor trabajo de Marx ni en la teoría de la explotación- lo
que omitió decir la ex presidenta es que las burguesías alemana e italiana
impulsaron esos proyectos de “demanda” y “pleno empleo” como una apuesta al
rearme en el contexto de la segunda guerra mundial, al igual que hizo la
burguesía norteamericana posteriormente. Fue este elemento bélico (y la masiva
destrucción de vidas obreras en el campo de batalla y de fuerzas productivas),
y no un abstracto impulso a la demanda, el que creó las condiciones para un
nuevo ciclo de acumulación capitalista en la posguerra.
Cristina afirmó en el Senado que “92 son las empresas productoras,
distribuidoras de luz energía y agua y las de petróleo. Las únicas que están
ganando en la economía.
El resto está en la lona” . Pero mientras señala eso
pretendiéndose ubicar como representante de todos los empresarios y no de un
sólo grupo selecto, también afirma, respecto a las tarifas, que "hay que
sentarse" con las empresas del sector, sin siquiera sugerir la necesidad de
investigar adonde fue la plata de los subsidios y de los incrementos tarifarios
que no se canalizó a inversiones, profundizando el deterioro de los servicios.
Pero no todo es cuestión del pasado. También resaltó los favores
que sus distintos aliados peronistas del FpV (Pichetto, Bossio) le hicieron al
gobierno actual para realizar ataques a la clase obrera: “Han tenido lo que no
tuvo ningún otro gobierno, una oposición que desde los fondos buitres, pasando
por la reparación histórica, pasando por la reforma previsional, y por todo lo
demás le votó todo lo que le pidieron. Hasta los presidentes del Banco
Central”.
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2019?
No fue magia
El modelo económico “heterodoxo” presentado como solución a la
crisis actual es funcional a impregnar la idea entre los trabajadores de que
este esquema es bueno para ellos y de que es posible alcanzar un ciclo virtuoso
de crecimiento basado en la conciliación de clases entre trabajadores y
empresarios: con pleno empleo y mejores salarios crece el consumo y con éste se
reactiva la inversión, que a su vez absorbe puestos de trabajo y mejora los
ingresos. Una fantasía teórica que no tiene tampoco validez empírica.
El kirchnerismo pretende presentar los doce años de su gobierno
como prueba de este funcionamiento. Sin embargo, un repaso por la historia
económica de los gobiernos kirchneristas muestra que no fue una “expansión de
demanda” la que explicó el crecimiento económico a “tasas chinas” en la primera
etapa (2002-2007) sino precisamente la profundidad de la crisis económica en
los años anteriores que culminó con la destrucción de los salarios reales por
la vía de la devaluación en la salida de la convertibilidad y la inflación
posterior. No fue casual que Néstor Kirchner haya mantenido el comienzo de su
gobierno y por un largo período al mismo ministro de Economía que hizo parte de
ese trabajo sucio con Eduardo Duhalde. La reactivación económica se vio
favorecida también por el contexto internacional de altos precios de las
materias primas, en particular de la soja.
Esteban Mercatante, en su libro “La economía argentina en su laberinto”,
analiza esta “caja negra” del crecimiento y explica que se trató de un período
de muy alta rentabilidad capitalista que sólo puede explicarse por el fuerte
ataque perpetrado a los salarios, ayudado por la desocupación y la represión. No fue
gracias a una mejora en las condiciones de vida de los trabajadores que se
inició un período de crecimiento, sino precisamente por una ofensiva histórica
del capital sobre el pueblo trabajador.
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de la década kirchnerista
Así también, una vez que comenzó la reactivación de la actividad
que redujo de niveles alarmantes el desempleo (aunque no muy luejos del
10 %), se mantuvieron las condiciones de
flexibilización laboral y las altas tasas de informalidad, mientras
que las organizaciones de base de trabajadores que salieron a enfrentarla y
rechazar despidos como en Kraft (2009) y Lear (2014) –entre otros ejemplos-
sufrieron la represión de los aparatos del Estado.
Pero además de la disputa sobre la verdad histórica, el problema
hoy está en que es imposible recrear un ciclo de crecimiento como en la primera
década de los años ´2000 que no sea con ataques profundos hacia el movimiento
obrero, en una economía mundial que además no es
la misma que en aquellos años.
Cabe recordar que en América Latina el crecimiento desde 2012/2013
se desaceleró y desde 2014 se revirtió el ciclo de las materias primas. Esa es
la base material, no sólo de la grave situación económica con la que concluyó
el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, sino también la que llevó al ajuste
del PT con Dilma Rousseff en Brasil.
Quizás por eso, y posicionándose como “oposición (o posible
candidata) responsable”, Cristina Kirchner convocó a realizar un “gran acuerdo
nacional” entre todos los arcos políticos, preparándose para un escenario probable
de mayor conflictividad y luchas de clases como respuesta a los próximos
ataques.
El mito de la "reindustrialización"
Otro aspecto que la ex mandataria repitió en ambas instancias
recientes fue la idea de que en sus 12 años de gobierno el país se "reindustrializó".
Si bien la actividad industrial creció en la etapa kirchnerista,
esto no debe oscurecer que su participación en el PIB no mejoró
sustancialmente. Mucho menos aún, se superó el atraso histórico del país. En
promedio la participación de la industria en el Valor Agregado del país fue de
17,2 % en dicha etapa (serie Cuentas Nacionales año 2004), apenas un punto
por encima del nivel de 2001 (derrumbe histórico del sector) y por debajo del
19 % del PIB que promedió la década del ´90, aquella en la que la
devastación de la industria fue extendida (Esteban Mercatante, "La
economía argentina en su laberinto", IPS, 2015).
La ausencia de una transformación estructural se muestra en las
condiciones de vida del pueblo trabajador: desde 1974 hasta la actualidad el
poder de compra del salario retrocedió un 50 %; el trabajo en negro pasó
del 20 % a un tercio estructural; la pobreza pasó del 4 % a afectar
como mínimo a un tercio de las personas; y la desocupación pasó de 2,7 % a
no bajar nunca sustancialmente por debajo del 10 %.
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Pero además, la primarización económica no se detuvo: Argentina no
sólo fue el exponente principal del monocultivo sojero, sino también casi un
paraíso de las mineras, siendo su máximo exponente de la "gran"
política de desarrollo de su último período explotar Vaca Muerta de la mano de
Chevron. Macri, agradecido por la "herencia" recibida.
¿”Nunca menos” pagadores seriales?
Otro punto de indudable referencia es el problema del
endeudamiento. Cristina Kirchner aludió a él en el Senado con aparente
combatividad: “se la pasaron hablando durante dos años de la ´pesada herencia´
y ahora nadie sabe cómo se va a hacer para pagar en 2020 la formidable deuda
que ustedes han contraído. Tampoco se sabe dónde está la deuda, ¿dónde están
los 150.000 millones de dólares?”, acusó.
Nuevamente, la experiencia histórica obliga a mirar qué hizo en su
propio gobierno con la deuda para pensar cuál es su propuesta ante este tema.
Allí aparece la política de “desendeudamiento” o de “pagadores seriales”, en la
que la decisión fue destinar en poco tiempo una formidable masa de recursos a
convalidar la deuda ilegítima y fraudulenta, pagando toda la deuda al FMI y
destinando más de 200.000 millones de dólares a los especuladores.
Cristina, que hace una oda a esta sangría de recursos como si
fuese una evidencia de enfrentamiento al imperialismo y al FMI, no pudo evitar
que la deuda crezca durante su gobierno. Es que la "vuelta a los mercados
de crédito" no es un invento del "neoliberal" de Macri, sino una
política activa durante su mandato.
Kicillof hizo lo imposible para volver a endeudarse con los
mercados internacionales: arregló con el Club de París aumentando sin
justificación la deuda con esa entidad; arregló con el Ciadi -un tribunal
imperialista del Banco Mundial- pagar reclamos de las privatizadas; incluso
hizo una Ley de Pago Soberano para acordar con los buitres una ganancia del 300 %,
algo que Singer y Griesa rechazaron para ganar más aun. La deuda pública en
2015 alcanzó 223 mil millones de dólares, un monto similar al momento de la
crisis de la convertibilidad y 43 % más que antes del canje de 2005.
De igual forma, la elevada fuga de capitales es uno de las
principales críticas del kirchnerismo para cuestionar la política económica del
gobierno de Macri. Así planteó, “tenemos un triste récord: Argentina es el
quinto país en la formación de activos externos. Las empresas terminan fugando
la plata para formar activos en el exterior. ¿No les parece que eso también
tiene que ver con la restricción externa?".
Interesante reflexión que, al igual que su voto oportunista por el
derecho al aborto, viene a concluir oportunamente una vez concluido su mandato.
Se desentiende así de 100.000 millones de dólares que se fugaron en los años de
gobierno kirchneristas, por más “cepo” y otras medidas tardías y limitadas para
enfrentar esta salida de dólares.
Cristina omitió que los dólares que obtuvieron por el superávit
comercial se destinaron a los pagos de deuda, a financiar la fuga de capitales
y utilidades de las empresas extranjeras que no variaron su participación
durante el kirchnerismo (de las 500 grandes empresas el 75 % de la
facturación es extranjera). Es esta sumisión al imperialismo la que explica los
problemas de "restricción externa" (escasez de dólares para que la
economía crezca) que Cristina menciona con fervor pero que no puede explicar,
ni combatir, con su "modelo de demanda".
¿Qué haría un gobierno peronista o kirchnerista frente a los
elevados niveles de endeudamiento actual? El gobierno que asuma a fines de 2019
se encontrará con una deuda superior al 100 % del PBI de la Argentina, con
una cuenta corriente incapaz de generar divisas suficientes para pagar los
elevados intereses y con un mercado de crédito internacional prácticamente
cerrado. ¿Seguirán legitimando la deuda pública externa? ¿Desconocerán el
acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que tanto cuestionan?
Un gobierno que no cuestione de raíz la deuda pública ilegítima e
ilegal sólo tiene para ofrecer, y más en estas condiciones, un nuevo ajuste
feroz sobre las condiciones de vida de las masas para extraer hasta la última
gota de sudor en pos de “cumplir” con el pago de una deuda que ningún
trabajador votó o decidió.
Con la experiencia del kirchnerismo en el poder en la que no se
apuntó a cuestionar, y menos a romper, los marcos del capitalismo dependiente
argentino, no llama la atención que el “heterodoxo” y “marxista” Axel Kicillof
aparezca recientemente en la tapa de la famosa revista internacional de
negocios y finanzas “Forbes” anunciando que “no rompería con el FMI” en caso de
ser gobierno.
De neoliberalismos y posverdades
Es interesante, por último, observar la referencia que ayer hizo
Cristina sobre el neoliberalismo como una "construcción política"
diferenciada de los Estados de Bienestar, en la que prima la meritocracia, el
individualismo y la generación de nuevos sentidos comunes que exacerban los
aspectos más negativos de la condición humana y rompen los lazos de
solidaridad.
La dicotomía simplista "Macri-neoliberalismo" en
oposición a "Cristina- Estado de Bienestar" (más allá de evidentes
continuidades entre los años ´90 y los ´2000 en materia de flexibilización
laboral, servicios públicos privatizados y modelo de negocios, entre otros)
omite un punto cardinal que destacan los especialistas y filósofos analistas
como característica distintiva del neoliberalismo: la sociedad de consumo.
Cristina tiene el "mérito" de presentar ese aspecto como su
contrario: el "carrito lleno" del supermercado y las compras en el
mercado del barrio con el cobro de la AUH serían las máximas aspiraciones de
los trabajadores. La "inclusión" que te hace pertenecer y "ser"
por el hecho de consumir y comprar.
El nuevo sentido común de que "antes estábamos mejor"
que impulsa el kirchnerismo se complementa con el concepto de solidaridad
reconstruido de "sentidos" que ahora consiste en que un sector de los
trabajadores que tenga el "privilegio" de estar en blanco debe
resignar "solidariamente" parte de su salario en el impuesto a las
ganancias, para que los trabajadores informales puedan cobrar las AUH.
Esto entra en directa contradicción con la confesión, minutos
antes, de que se pagaron millones de dólares todos los años a los especuladores
de deuda y al FMI y, minutos después, que los empresarios la levantaron en pala
durante su gobierno. Parece que el concepto de "redistribución"
también está en proceso de reconstrucción de sentidos, y que nada de eso
constituyó una transferencia millonaria del trabajo al capital orquestada por
ese "Estado de Bienestar".
De manera que "solidaridad de clase", en lugar de ser la
unión y la organización para enfrentar los ataques de los patrones, ahora es la
resignación a ser explotados por migajas y redistribuir la pobreza entre
trabajadores. El "bienestar" queda reducido al acceso al mercado como
consumidores. Las "identidades" que nos diferencian del otro/a ya no
son la pertenencia de clase, sino el lugar del mostrador en el que nos
encontramos. O, en forma más mundana, el "salario" es
"ganancia". Pelear contra ese impuesto sería un síntoma de egoísmo
capitalista.
Pero además, queda allí develada una confesión profunda que merece
ser desnaturalizada. Para Cristina, el rol central de la AUH (Asignación
Universal por Hijo) es permitir tener más ventas más a los empresarios. Es
decir que incluso la satisfacción de una necesidad social urgente que atraviesa
a millones de familias con bajos recursos está puesta en función de mejorar los
negocios. De eso se trata la "sociedad de consumo".
Lo que viene, lo que viene...
Mirando este balance sobre sus 12 años de gobierno, ¿qué implica
hacia adelante su "modelo de gestión" capitalista? En primer lugar,
afirman de antemano que no están dispuestos a dejar de pagar la deuda. Apelando a
generar ilusiones de volver a un pasado que ya no se puede volver por el cambio
en las condiciones internacionales, se preparan con ataques mucho más brutales
contra los trabajadores.
Las alianzas que está haciendo el kirchnerismo anticipan este
escenario "previsor": la nueva alianza con Felipe Solá (responsable
de los asesinatos de Maxi miliano
Kosteki y Dario Santillán) y con la burocracia sindical del SMATA conducida por
Pignanelli y la de Moyano
advierten que si en épocas de vacas gordas hicieron represiones contra la
vanguardia obrera, en épocas de crisis preparan ataques mucho más brutales.
Frente a una posible crisis de la deuda, los aliados son
precisamente acordes para realizar dichos ataques (nuevo saqueo al poder
adquisitivo del salario, reforma laboral y jubilatoria, entre otras). Es
necesario preparar una organización política de los trabajadores que esté a la
altura de enfrentar dichos ataques
Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/Cristina-Kirchner-recrea-su-relato-y-le-habla-al-empresariado-como-mejor-garante-de-sus-ganancias
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