Los Rocca: la historia criminal detrás del
gigante de acero
SEMANARIO
21
de octubre de 2018
Rosa
D’Alesio
Claudia
Ferri
El famoso Al Capone
fue condenado por delitos fiscales y quedó impune por los cientos de crímenes
que ordenó cometer. Esta pequeña anécdota evoca la situación por la que está
atravesando el presidente del Grupo Techint. Aunque todo indica que el gigante
del acero correrá mejor suerte.
¿Cuál es la historia
de este grupo encabezado por los Rocca que se levantó gracias a la relación que
construyó con el poder de turno y los negocios que hizo con el Estado en la
obra pública, en los más de 60 años que lleva produciendo en Argentina? Estos
lazos fueron y son determinantes en la historia del gigante de acero que hoy
integra un holding con sedes en más de 100 países.
Las suculentas
ganancias las consiguieron a través de los “favores” recibidos por los
sucesivos gobiernos y a costa del sudor y la sangre de sus empleados. Así
ocurrió por ejemplo durante la última dictadura militar, un período del que
Techint no quiere hablar y del que sin embargo tiene mucho para decir.
¿Cómo se creó el
imperio de la familia más rica de Argentina?
De Mussolini a Forbes.
De la primera a la tercer generación. Este es el recorrido que hizo el emporio
que puso en pie Agostino Rocca y que hoy maneja su nieto Paolo.
Agostino fue un joven
“emprendedor” italiano, ex combatiente de la Primera Guerra Mundial.
En 1921 se recibió de ingeniero industrial y electrónico en el Politécnico de
Milán. Poco tiempo después se casó con la heredera de los accionistas de la Banca Commerciale
Italiana , lo que le permitió emplearse en Dalmine de Bérgamo,
porque este banco controlaba financieramente esa empresa que producía tubos de
acero sin costura. Tiempo después, cuando las empresas siderúrgicas fueron
estatizadas por Mussolini, se convirtió en el director general del conglomerado
de estas compañías y continuó siendo el vicepresidente de la famosa Dalmine de
Bérgamo. Durante la
Segunda Guerra , el gobierno fascista reacondicionó las
fábricas para la industria bélica y Rocca fue el encargado de su organización.
También fue consultor de la Banca Commerciale
Italiana.
En 1945 fundó Techint
como corporación internacional pero huyó con la llegada de los aliados y
terminó desembarcando en Argentina al año siguiente. En 1948 compró los
terrenos en la localidad bonaerense de Campana, a 75 km de la Capital Federal ,
donde a partir de 1954 instaló Dálmine Safta (Sociedad Argentina para la
Fabricación de Tubos de Acero).
Techint heredó la
capacidad productiva alemana, origen de los dueños de la empresa Dalmine a
comienzos de siglo XX, y se convirtió en la primera fábrica de caños sin costura
en Latinoamérica, conocidos por su fuerte resistencia al calor y usados en
actividades varias: para la extracción de petróleo, centrales eléctricas, en la
industria automotriz, y obras civiles, entre otros [1].
Su poder y expansión
se basó en dos líneas directrices: la construcción de establecimientos industriales
en el campo metal-mecánico y los proyectos y puesta en práctica de obras
públicas de gran envergadura ligadas a la industria petrolera, eléctrica y a
los montajes industriales.
En 1951 fundó LOSA,
productora de ladrillos para la construcción, en 1962 anexó a Dálmine la acería
eléctrica Siderca y ese año comenzó a exportar los caños. En 1970 instaló
Propulsora Siderúrgica en Ensenada para producir chapas y bobinas laminadas en
frío y en Florencio Varela creó la Sidercolor para pre-pintado y revestido plástico
de las chapas.
El crecimiento del
grupo fue espectacular en pocos años, siendo importante su desarrollo incluso a
nivel internacional. El principal cliente de Techint fue siempre el Estado argentino. Tan tempranamente
como que en 1949 el gobierno de Perón, a través de un amigo en común Torcuato
Di Tella, le adjudica a Agostino Rocca la obra del primer gasoducto entre
Comodoro Rivadavia y Buenos Aires. En 1957, bajó la dictadura gorila de la “Libertadora ”,
consiguió hacer el montaje mecánico del Alto Horno de Somisa. Al año siguiente,
el de Zapla; también lleva a cabo el complejo vial Zárate-Brazo Largo y la
galería del Cristo Redentor, que atraviesa la cordillera mendocina entre
Argentina y Chile.
Siempre negoció y
mantuvo relaciones políticas con todo el arco político burgués. Desde las
excelentes relaciones primero con el gobierno militar, luego con el
alfonsinismo y con Menem, quién le entregó en bandeja la privatización de
SOMISA a un precio irrisorio dejando como resultado más de 8.000 trabajadores
en la calle. Formó
parte de los “capitanes de la industria.
El fundador de Techint
falleció en 1978 y la posta la tomó su hijo Roberto quién falleció en 2003
cediendo el poder al directorio donde estaban sus tres hijos. Hoy Paolo es el
Jefe del imperio y forma parte del comité ejecutivo de la Word Steel Association que
nuclea al sector del acero a nivel mundial, Agostino falleció en diciembre de
2001 y Gianfelice se encarga del negocio de Salud de la familia, la empresa Humanitas.
Actualmente los Rocca
ocupan en Campana unas 400
hectáreas con 160.000 m2 de edificios industriales, una
docena de kilómetros de vías férreas propias, caminos, 500 departamentos,
escuelas, campo deportivo, iglesia, club y un canal de 2.000 metros . La revista Forbes no sólo incluye a Paolo Rocca como uno
de 300 hombres más ricos del mundo, también lo califica como al más
rico de Argentina con una fortuna global que alcanza unos USD 4.900 mil
millones y una facturación anual que alcanza los USD 15 mil millones. También
tiene desde hace poco tiempo intereses millonarios en Vaca Muerta (Neuquén),
donde Paolo se mostró hace muy poco con el presidente Macri. A través de
Tecpetrol recibe del gobierno subsidios que no fueron eliminados a pesar de los
recortes presupuestarios generales. Se estima que para el año que viene estos
subsidios podrían alcanzar los USD 600 millones.
Los 70: persecución
sindical y represión
La madrugada del 22 de
septiembre de 1976, Alberto Luis Bedia fue secuestrado en Campana mientras
dormía en la casa de sus padres, un grupo de hombres vestidos de civil y
encapuchados lo golpearon y se lo llevaron. A Armando Culzoni, Manuel Ignacio
Martínez y Raúl Aroldo Moreno les pasó lo mismo. Los cuatro eran obreros de
Dálmine-Siderca y sus familias recuerdan los hechos como “la noche de los
tubos”. Un ex compañero de sector de Alberto Bedia, Eduardo Pitter, en una
entrevista a Victoria Basualdo en
2013 afirmó que días antes de su desaparición le dijo que había descubierto que
en la caja de la Oficina de Personal los ejecutivos guardaban una libreta negra
que tenía los nombres de los obreros que molestaban a la empresa [2].
Techint y la familia Rocca fueron
promotores del golpe militar y apoyaron activamente al gobierno y su política
económica, al mando de Martínez de Hoz, conocido de los Rocca de los tiempos en
que éste ocupaba la presidencia de Acindar.
En Dálmine-Siderca
como ocurrió también en otras empresas de la familia Rocca , por
ejemplo propulsora Siderúrgica en La Plata [3], se persiguió a delegados
y activistas con particular saña y se financió a los grupos de tareas que
participaban de las sesiones de tortura y posterior desaparición de los
trabajadores. En total 80 trabajadores fueron víctimas del terrorismo de Estado
de alguna forma.
La empresa invirtió en comisarías donde
funcionaron centros clandestinos de detención. Se calcula que hubo más de 10 en
la zona de Campana y Zárate. Entre ellos prevalece el Club Deportivo Dálmine
que los Rocca tutelaron y financiaron para poner a disposición de los
militares, a la vez les cedieron el uso del puerto de la compañía para embarcar
detenidos y el edificio Catalinas que Techint tiene en el barrio porteño de
Retiro. Este edificio era usado para reuniones de la cúpula castrense. A cambio
las fuerzas controlaban a los trabajadores y los mantenían amenazados dentro
del predio industrial. Muchos trabajadores que permanecen desaparecidos, fueron
secuestrados en las puertas de las fábricas. En general los mandaban a llamar
para que dejen sus trabajos y se acerquen a la portería.
El primer ciclo
represivo se produjo en marzo de 1975, en el mismo momento −no casualmente− en
que se desató el brutal operativo militar en la cercana ciudad de Villa
Constitución; dejando en claro la acción coordinada de las grandes empresas,
las fuerzas represivas y el gobierno en el cinturón industrial norte. Entre los años 1976 y
1977 crecieron los secuestros y detenciones y en 1979, durante una importante
huelga, volvieron a ser perseguidos. Incluso en 1980 continuaron las
desapariciones [4]. No hay que olvidar que
en el mismo mes que se inició el golpe, los combativos trabajadores de Dálmine
venían luchando por conseguir una “coparticipación”, un dinero extra que
recibieron en la liquidación del sueldo. Solo tuvo un año de vigencia frente al
avance patronal.
El cinismo de la
gerencia se expresaba en la figura del presidente de la compañía de aquel
entonces, Roberto Rocca, quién ante el asesinato de un ingeniero activista de
la planta, para ocultar el crimen en mano de los grupos de tareas, indemnizó a
su esposa “por muerte accidental”. Una actitud similar adoptaban ante la
desaparición de los trabajadores de la planta, a los que les computaban
asistencia perfecta.
Es importante agregar que según documentos
hallados de la ex DIPBA ,
el ex suboficial principal de la Fuerza Aérea , Roberto Paulino Nicolini, fue una
pieza clave para que funcione aceitadamente el circuito represivo articulado
por la patronal. Fue
jefe de vigilancia de Cometarsa (otra de las empresas que los Rocca tenían en
Campana) y uno de los máximos “agentes especiales de inteligencia” del
reconocido Batallón 601 de Inteligencia. La policía interna, organizada bajo su
comando, contaba con una red de espionaje distribuida al interior de la planta
industrial de Siderca y en toda la ciudad de Campana. Nicolini después creó dos
empresas de seguridad pero siguió vinculado a la empresa, incluso en fechas tan
tardías como julio de 1986, donde armaba informes a pedido de la gerencia sobre
los obreros que estaban vinculados a actividades del PC y del MAS.
Sin dudas la empresa se benefició enormemente
de la política económica y represiva del período dictatorial a dos niveles. Por
un lado haciendo uso de la bicicleta financiera, obtuvieron grandes préstamos
internacionales, fueron proveedores exclusivos del Estado y tampoco faltaron a
la fiesta de la obra pública. Incluso años después cuando el gobierno estatizó
la deuda de numerosas compañías se benefició por al menos USD 186 millones.
Por el otro, su
estrategia de disciplinamiento social basada en el terror y el miedo logró
reducir la cantidad de empleados hacia 1979, aumentando enormemente la
productividad y los niveles de explotación, produciendo más con menos obreros.
Las ganancias fueron siderales.
Las investigaciones
judiciales encontraron valiosos testimonios y pruebas documentales sobre la
participación activa de los empresarios y jefes de Techint en la desaparición
de obreros. Sin embargo, los procesos se paralizaron y el rol del grupo Rocca
en los crímenes quedó impune. Salvo en un caso.
Tenaris y Ternium
Sobre esta base la familia Rocca se
consolidó en el negocio del acero que los llevó a ocupar el primer lugar en el
business siderúrgico. Luego, bajo gobiernos constitucionales, continuó con sus
negocios expandiendo su capital en varias ramas (Telefónica, Construcción)
hasta convertirse en el holding más importante de capital nacional.
Los dos grandes
consorcios en los que el grupo Techint agrupó sus empresas son Tenaris y
Ternium. La primera agrupa a todas las empresas relacionadas con tubos de acero
y la segunda las de aceros planos. Ambos fueron constituidos por Paolo ocho
meses después de la muerte de su hermano Agostino, el 17 de diciembre de 2001,
en las últimas horas de la presidencia de Fernando De la Rúa. A partir de ese
momento se convertía en el único heredero del holding que tiene su sede en el
principado de Luxemburgo, lugar elegido como “paraíso fiscal” porque las
ganancias están exentas de cualquier impuesto.
Como afirman en su
página web, Techint controla un centenar de empresas de las cuales sólo cuatro
importantes están radicadas en la Argentina: SIAT y Siderca, por medio de
Tenaris, y Siderar e Impeco a través de Ternium. En total cuenta hoy con 48.000
empleados entre sus empresas radicadas en Argentina, Italia, Estados Unidos,
China, Canadá, Brasil, Gran Bretaña, Chile, México, Japón, Rumania, Portugal,
Liechstenstein, Uruguay, Colombia, Guatemala, Noruega, Irlanda, Singapur, Indonesia,
Islas Vírgenes Británicas y Venezuela.
Paolo Rocca: de Forbes
a Bonadio
Los últimos días al
magnate del acero debió declarar ante el juez “de la servilleta” Claudio
Bonadio luego de ser implicado en la causa de los cuadernos. Entre los
infinitos negociados que su historial hace presuponer que le caben a Techint
hoy se ha ventilado solo el que lo involucra en el pago de coimas a funcionario
kirchneristas para que estos intercedan ante el expresidente de Venezuela, Hugo
Chávez. El dinero que acercó Techint en el 2008 a través de dos de sus
principales ejecutivos como son Héctor Zabaleta y Luis Betnaza fue para lograr
que Venezuela pagara una etratosférica indemnización por la nacionalización de
Sidor, una filial del holding de los Rocca que opera en ese país. En aquella
oportunidad el Grupo Techint se alzó con USD 1.900 millones.
Paolo ya acumulaba en
su haber la citación de la
Justicia Italiana por el pago de coima en Brasil por USD 9
millones para quedarse con obras de Petrobras en dicho país. Buscan determinar
si directivos de Techint utilizaron sociedades offshore, y una cuenta en Suiza
para pagar sobornos a funcionarios brasileros de Petrobras.
Sin embargo Paolo
Rocca parece que correrá mejor suerte que Al capone. Ni siquiera será detenido
por evadir al fisco.
Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Los-Rocca-la-historia-criminal-detras-del-gigante-de-acero
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