Hambre y palos.
Represión a lxs trabajadorxs de la tierra.
15 FEBRERO, 2019
Hoy, viernes 15 de febrero, la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) se disponía a realizar dos Feriazos
en la Ciudad de Buenos Aires. A fines del año pasado el gobierno de Rodríguez
Larreta prohibió la continuidad de los mismos con el irrisorio (y falso)
argumento de que “cada verdurazo dejaba
suciedad en las plazas”. Desde ese momento hasta hoy se
desplegó el intento (infructuoso) de habilitar un canal de diálogo con las
autoridades que permitiera seguir llegando con
verdura fresca a miles de personas en la ciudad y al mismo tiempo poner sobre
el tapete la situación que atraviesan lxs pequeñxs agricultorxs: los que
producen el 60% de lo que comemos cada día.
Unificada la actividad en Constitución y con
el acompañamiento de organizaciones urbanas como el MP La Dignidad y la CTEP Capital ,
junto con la verdura de las quintas llegó la prepotencia policial. “Poner
banderas sí, gacebos y verdura no” fue el primer mensaje policial, y ante la
firmeza de las organizaciones entró en escena la patota con escudos y palos, empujando, pateando
cajones, y repartiendo gas pimienta a diestra y siniestra; a lxs quinterxs de
la UTT y también a lxs jubiladxsque esperaban para hacerse de
un paquete de acelga o un atado de rúcula. Todo lo mismo: “los indeseables” que
la política del gobierno de la ciudad pretende desalojar de los espacios
públicos. Todo transmitido en vivo por los medios nacionales.
Lo que no salió en vivo fue el robo de toda la verdura por parte de la policía,
que tras la represión y con la “carpa” de una línea de escudos, se apuró a
subir los cajones a camionetas del Gobierno de la Ciudad, juntando hasta los
tomates y morrones del suelo…
***
Los Feriazos son la manera con que los
trabajadores de la tierra consiguieron plantear abiertamente sus reclamos en
las ciudades, y al mismo
tiempo permitir que la población urbana acceda a verdura fresca a 10 pesos (!)
Fueron más de 80 y permitieron
que alrededor de 150.000 personas accedieran a 500.000kg de verdura.
En cada uno las colas hablaban por sí mismas: cientos de personas que llegaban
horas antes a la plaza señalada para garantizarse su lechuga, rabanitos,
berenjenas, remolachas, verdeos… muchos jubilados, pero también familias de las
clases medias. Cada verdurazo o feriazo era una ventana a la profundización de
la crisis de las economías familiares entre el pueblo trabajador.
Y lo que era “una ganga” de 10 mangos a lxs
productorxs le servía, porque los camioneros y acopiadores que llegan a sus
quintas para levantar la verdura que revenden a verdulerías o en el mercado
central, les pagan menos.
Lxs trabajadorxs de la tierra producen en
jornadas larguísimas de 10 ó 12 horas, en tierras de las que no son dueños por
las que deben pagar alquileres exorbitantes y sin ninguna política que les
permita acceso a ellas; rehenes de estas cadenas de comercialización perversas,
y constantemente expuestxs a los agrotóxicos que la práctica convencional
impone de distintas maneras. Viviendo en casillas de madera porque los
contratos de alquiler les impiden construirlas dignas, a merced de incendios
por cortocircuitos que se cobraron muchas vidas.
Sobre esta situación les fue dado de baja el Monotributo Social
Agropecuario (MSA)
que le permitía a más de 100.000 personas acceder a una jubilación y salir de
la informalidad ampliando posibilidades, quizá la medida más elocuente del
desprecio oficial por un sector al que tratan como “los pobres del campo”,ocultando su verdadero
peso económico que,
repetimos, representa la producción del 60% de lo que comemos todos los días.
Contra tanta injusticia la experiencia que la
UTT viene construyendo es realmente importante, combinando el reclamo concreto
en calles y oficinas con la construcción de alternativas de una potencia que
tenemos que acompañar desde las ciudades: Cientos de hectáreas produciendo de
forma agroecológica, redes de consumidores a través de bolsones y almacenes de
ramos generales para garantizar precios justos, iniciativas legislativas para
el acceso a la tierra y la construcción de colonias agrícolas de abastecimiento
integral como las que funcionan en Jáuregui y San Vicente, y próximamente en
Gualeguaychú; jardín para lxs niñxs de la tierra, alfabetización de adultos y
escolarización; empoderamiento de las mujeres campesinas y recuperación de
saberes ancestrales; iniciativas de maquinarias comunitarias; fábricas de
biopreparados y distintos insumos para la autonomía de las cadenas
trasnacionalizadas. En paralelo son parte de la lucha para defender las
semillas en manos de los pueblos; contra el modelo de agronegocios que expulsa,
contamina y envenena; y para que el sector de la agricultura familiar campesina
pueda ocupar el lugar que merece en el debate más general de qué país queremos
para todxs.
***
Hoy reprimieron a las cientos de personas que
estábamos en Plaza Constitución, pero la estela de esta violencia llega a cada
plato, a cada mesa, a cada familia laburante del campo o la ciudad.
La imagen de la abuela que levanta berenjenas
desparramadas en el piso sucio de verdura pisoteada y rodeada de policías es
quizá lasíntesis más cabal de lo que vivimos hoy en la
ciudad de Buenos Aires… y cada día en todo el país. Es la respuesta de palos y
hambre de un gobierno que amputa derechos mientras garantiza ganancias
extraordinarias al capital concentrado.
Hoy cuesta escribir porque arden los ojos,
pero más arde la bronca… es tarea transformarla en fuerza para conseguir todo
lo que nos falta.
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