lunes, 25 de febrero de 2019

Atendamos a la Alianza Latinoamericana Frente al Fracking sostiene: “el fracking es una técnica experimental y ni gobiernos ni empresas deben realizar experimentos de alto riesgo con la vida, la salud de las personas ni el ambiente.”

El desembarco del fracking 
en América Latina
11 de julio de 2016

Ariel Pérez Castellón               
Abogado del Programa de Agua Dulce de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA)1.

Resumen Ejecutivo
De México a la Patagonia, las operaciones de fracking se están diseminando por la región con la promesa de acceso a nuevas reservas y recursos de hidrocarburos. Se trata de hidrocarburos no convencionales como el gas y el petróleo de esquisto, recursos de difícil y costosa extracción, la cual está asociada con severos impactos ambientales y sociales. El fracking se está empezando a realizar en países tradicionalmente productores de hidrocarburos como México y Argentina, pero también en importadores netos de tales recursos como Chile y Uruguay.

El avance del fracking en la región se realiza a ciegas. Ninguno de los países donde se aplica esta técnica, o donde se tiene previsto hacerlo, posee un conocimiento integral de sus riesgos y los daños que puede ocasionar. Tampoco tiene información ni experiencia sobre las medidas para prevenir o mitigar sus impactos2. Esto resulta grave dado que en países pioneros en el desarrollo de operaciones de fracking como Estado Unidos, Canadá e Inglaterra, existe evidencia sobre los impactos severos de esta técnica en la salud de las personas y el ambiente3.

Contexto. Leyes y operaciones de fracking en la región
América Latina es una región altamente dependiente de los combustibles fósiles. El 77% de la energía que consumimos proviene de ellos4. Como parte de esta ecuación, los países productores de hidrocarburos de la región han estado extrayendo estos recursos a tasas muy elevadas. Esta extracción acelerada de hidrocarburos, sumada a la inexistencia de hallazgos significativos de nuevos yacimientos (más allá del Pre-Sal en Brasil), está derivando en situaciones de crisis de reservas de petróleo o gas natural en varios países de la región5. Este contexto energético, lejos de impulsar a la búsqueda de alternativas energéticas sostenibles en los Estados de la región, ha conllevado en muchos casos la penetración estatal de nuevas fronteras extractivas cada vez más riesgosas en términos económicos, ambientales y sociales. Así, Estados como el peruano, el argentino, el mexicano o el boliviano alientan el avance de las actividades de exploración y explotación de hidrocarburos en sus áreas protegidas, territorios indígenas o ecosistemas frágiles como la Amazonía6.

Una de las últimas fronteras del extractivismo es la fractura hidráulica de hidrocarburos no convencionales. Los informes de la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés) sobre el gas y el petróleo de esquisto a nivel global, constituyen un factor importante de promoción del fracking en la región. Éstos señalan la existencia de grandes cantidades de recursos recuperables de gas y petróleo de esquisto en países de América Latina7. Por ejemplo, según la EIA, Argentina sería el segundo país con los recursos más cuantiosos de gas de esquisto a nivel mundial. No obstante, tales datos deben manejarse como meras estimaciones. Las reservas probadas de hidrocarburos no convencionales solo pueden cuantificarse con la perforación y fractura de los pozos8, lo que desde ya no ocurre con las estimaciones de la EIA. En años recientes, varios ejemplos de estimaciones generosas de recursos no convencionales se han reducido a cantidades ínfimas una vez realizada la cuantificación de reservas probadas9. El nivel de avance de las operaciones de fracking, así como la recepción de éstas en las políticas públicas y la normativa de los países de la región, presentan diferencias, pero también rasgos comunes. Argentina, Brasil, Colombia y México cuentan con normas y políticas públicas relativas al fracking. Pero el nivel de avance de la fractura hidráulica varía entre los países que ya extraen hidrocarburos no convencionales, los que están desarrollando actividades de exploración o prospección, o los que simplemente han suscrito contratos para viabilizar el fracking sin iniciar aún operaciones.

Conozcamos brevemente la situación de algunos de los países de la región:
Ø      Argentina posee la mayor presencia de operaciones de exploración y explotación de hidrocarburos no convencionales a través de fracking en la región. Hasta 2014, existían allí más de 500 pozos de fracking en las provincias de Neuquén, Chubut y Río Negro10, incluyendo pozos perforados en Auca Mahuida, área natural protegida, y en territorios indígenas de mapuches. El país cuenta con dos normas principales de incentivo al fracking de hidrocarburos no convencionales: la Ley de la Soberanía Hidrocarburífera (2012) y la nueva Ley de Hidrocarburos (2014);
Ø      México le abrió las puertas al fracking a través de la Reforma Energética de 2013. El fracking de hidrocarburos no convencionales está en una fase de exploración en el país. Hasta 2014 se perforaron 20 pozos11 con esa técnica en los Estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. En 2015, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México publicó la Guía de Criterios Ambientales para la Exploración y Extracción de Hidrocarburos Contenidos en Lutitas
Ø      En Colombia, la Agencia Nacional de Hidrocarburos ha otorgado seis bloques para la exploración y explotación de hidrocarburos no convencionales12 en los Departamentos de Tolima, Cundinamarca, Antioquia, Caldas, Santander y Norte de Santander. En el país se han aprobado varias normas de regulación de las actividades de fracking de hidrocarburos no convencionales, entre ellas el Decreto N° 3004/13 y la Resolución N° 90341/14 del Ministerio de Minas y Energía;
Ø      En Brasil, a través de la Ronda 12 de 2013, la Agencia Nacional de Petróleo (ANP) licitó áreas con la posibilidad de realizar exploración y explotación de hidrocarburos no convencionales. En el país, cualquier operador de un contrato de exploración o explotación de hidrocarburos puede realizar la fractura hidráulica de yacimientos no convencionales si cuenta con las licencias y autorizaciones específicas del Estado brasileño13.
No existe información a la fecha sobre la existencia de operaciones de exploración o explotación de hidrocarburos no convencionales en Brasil. En 2014, la ANP aprobó la Resolución N° 21 que regula y establece los requisitos para actividades de fractura hidráulica de hidrocarburos no convencionales;
Ø      Las operaciones de fracking en Chile se han concentrado en el sur del país, en la Isla de Tierra del Fuego. En 2013, la empresa estatal ENAP hizo un descubrimiento de gas natural en una formación de arenas compactas (Bloque Arenal). A partir de entonces se han perforado nuevos pozos que han extraído volúmenes crecientes de dicho hidrocarburo14. ENAP planea perforar un promedio de 30 pozos al año entre 2015 y 2020 en la zona de Magallanes15.

Ø      En Bolivia, la empresa estatal hidrocarburífera YPFB suscribió en 2013 un acuerdo de cooperación con su par de Argentina para estudiar la potencialidad de hidrocarburos no convencionales en territorio boliviano16. Asimismo, instruyó a las empresas operadoras a extraer muestras de la formación Los Monos, donde se presume existen recursos de gas de esquisto, para realizar estudios posteriores.

II. Resistencias e incidencia para detener al fracking y prevenir sus impactos

Muchas organizaciones de la sociedad civil, pueblos indígenas, organizaciones vecinales e instituciones de la región están desarrollando estrategias para generar información, sensibilizar a la población, promover el debate público, e incidir ante tomadores de decisiones para detener al fracking. Sus esfuerzos han resultado en:
·        Más de 50 municipios que han declarado la prohibición o moratoria del fracking en Argentina, Brasil, México y Uruguay17. Muchos de ellos se han basado en la aplicación del principio de precaución; así como en la preservación de las aguas superficiales y subterráneas, la salud y vida de las personas;
·        Resoluciones judiciales que suspenden la ejecución de contratos petroleros susceptibles de realizar fracking en cuatro Estados brasileños: Sao Paulo, Piauí, Bahía y Paraná. Jueces han ordenado además que la Agencia Nacional de Petróleo de Brasil no realice nuevas licitaciones en las cuencas comprometidas hasta que los impactos ambientales y riesgos del fracking sean suficientemente conocidos en ese país18. Esas decisiones judiciales han respondido a acciones promovidas por el Ministerio Público Federal de Brasil;
·        Varias publicaciones sobre los impactos del fracking, sensibilización a comunidades y un proyecto de ley apoyado por más de 60 diputados nacionales y casi 20.000 personas para prohibir el fracking en México;
·        Información sobre los impactos del fracking, sensibilización de la sociedad civil y promoción del debate público en Colombia, Bolivia y Chile, entre otros.

III. Unidos es mejor
En noviembre de 2014, se conformó la Alianza Latinoamericana Frente al Fracking para la generación de información, articulación de esfuerzos y la incidencia internacional para detener y prevenir sus impactos. Actualmente está integrada por 35 organizaciones de la sociedad civil e instituciones de ocho países de la región19. En diciembre de 2015, en ocasión de la 21° Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en París, la Alianza realizó un pronunciamiento público en el que urgió a los Estados a prohibir el fracking en aplicación del principio de precaución20. Asimismo, llamó la atención sobre el hecho de que “el fracking es una técnica experimental y ni gobiernos ni empresas deben realizar experimentos de alto riesgo con la vida, la salud de las personas ni el ambiente.”

IV. Conclusiones
El fracking avanza a ciegas en América Latina; avanza sin que nuestros gobiernos conozcan de modo integral los impactos y riesgos de esta técnica, y sin que las empresas operadoras puedan prevenir o mitigar adecuadamente los mismos. Las operaciones de fracking se están realizando sin información, consulta previa ni participación de las poblaciones o comunidades afectadas. Los contratos y proyectos relacionados con el fracking, con muy pocas excepciones, son inaccesibles a la sociedad civil, vulnerando la publicidad y transparencia que deberían regir temas de interés colectivo como éste.

La promoción del fracking es una mala decisión en términos sociales, ambientales y económicos: nos lleva en la dirección incorrecta ante la urgencia global de disminuir los gases de efecto invernadero, a la vez que pone en severo riesgo los derechos a la vida y la salud de las generaciones presentes y futuras. También posterga la priorización de la inversión pública y privada en energías renovables más económicas y sostenibles. Nuestros países tienen el derecho al desarrollo, a beneficiarse de sus recursos naturales, pero el acceso a combustibles o a la renta que éstos generan no justifica los medios. Nuestro desarrollo debe basarse en el respeto a la dignidad y los derechos humanos de las personas. Finalmente, nuestros gobiernos tienen la oportunidad y el deber de prohibir el fracking o declarar su moratoria en base al principio de precaución. Numerosas organizaciones sociales y ciudadanos de la región lo exigen. Demandan de sus gobiernos una transición energética de los combustibles fósiles a las energías renovables sin perder más tiempo.
INFORME AMBIENTAL ANUAL 2016 FARN


Fuente: https://farn.org.ar/wp-content/uploads/2016/07/11Castello%CC%81n.pdf

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