Los crímenes impunes
de la Iglesia Provida
7 de agosto de 2018
La
actividad beligerante de la Iglesia católica en contra de la ley por la
despenalización del aborto, sus virulentas diatribas y desembozadas
amenazas, excomulgación incluida, contra los políticos y creyentes
en general, que apoyan la ley, vuelve a poner en el centro la
necesidad imperiosa de terminar en todos los planos con el maridaje entre el
Estado y la Iglesia.
Pero
la cuestión no sólo involucra la relación entre las instituciones de un
Estado laico y su sociedad con la monarquía medieval con sede en el
Vaticano;
se trata del rechazo firme y contundente a su condición ética para
dictar e imponer normas, leyes, códigos, principios y reglas que
involucran la vida de toda la sociedad, de poner en
cuestión la autoridad de una corporación que acredita una historia
oscurantista y calumniadora, corrupta, parasitaria, esclavista,
homofóbica, misógina, machista, pedófila y violadora, torturadora y
asesina, cazadora de herencias y vendedora de indulgencias, estafadora y
socia de la Mafia, apropiadora de niños, cómplice de dictadores, de secuestros
y desapariciones, de regímenes racistas, amiga de nazis y fascistas,
genocida de pueblos originarios, mendaz y persistente falseadora
de la historia, enemiga de la ciencia y que a
pesar de todo su prontuario se sostiene en el tiempo con una impunidad
milenaria
Si
esta lista de atributos parece exagerada, veamos una muy breve síntesis
de los actos que a modo solo de titulares integran los extensos capítulos
de su libro negro.
La Iglesia del odio y la guerra.
Desde
el siglo tercero cuando Constantino adopta el cristian ismo como culto oficial del Imperio, y
como ha sucedido con todas las religiones del mundo, en el momento
en que se han convertido en culto de Estado, los centros de poder de las Iglesias cristian as fueron ejercidos por individuos sin
escrúpulos y astutos, preparados para lucrarse a costa de la fe y con el único
fin de adquirir riqueza y autoridad, recorrer las crónicas de los papados es
escalofriante. Empezando por el propio Constantino que entre otros actos
virtuosos hizo matar a su propio hijo, a su mujer, a su suegro, a su cuñado y a
miles de súbditos y enemigos. Funda el cristian ismo
como una religión de Estado adaptada a las necesidades del Imperio, iglesia
institucionalizada, católica y romana. Los cristian os,
en adelante, no sólo deberían obediencia a Dios, sino al emperador, templo y
palacio juntos inauguran la
Edad Media
En estos mil
setecientos años es interminable la lista de sucesos sanguinarios
que sacudieron a Europa primero y después al mundo, que son consecuencia de las
luchas de poder en las cuales la Iglesia se alineó como protagonista entre las
fuerzas combatientes. A lo largo de su historia se le acreditan
fehacientemente más crímenes que los cometidos en las dos guerras
mundiales, incluidos los del propio nazismo.
En las Cruzadas, 200
años de crímenes en nombre de Dios, llevaron hacia Jerusalén turbas
de incontrolados asesinos al grito de ¡Dios lo quiere! En su largo camino
avanzaron saqueando incluso las poblaciones cristian as
que atravesaban durante el viaje. La IV cruzada, declarada en 1202, en vez de
ir a Tierra Santa tomó al asalto la cristian ísima
Constantinopla , la conquistó saqueándola y exterminando a
buena parte de la
población. El héroe cristian o
San Bernardo de Clairvaux convocó a la II Cruzada al grito de “¡Maldito sea quien
no manche su espada con sangre!”
Uno de los hechos de
mayor crueldad, se registró en 1212, cuando 30.000 niños
centroeuropeos partieron a las cruzadas, solos y sin armas. Muchos de ellos
fueron embarcados en Marsella, los que sobrevivieron al viaje fueron vendidos a
los turcos como esclavos.
Los cristian os que no aceptaron la corrupción papal
fueron brutalmente atacados. Cuando el papa Inocencio III decidió detener la
denominada herejía cátara y valdense, proclamó en 1209 una auténtica
cruzada en el sur de Francia. Esta campaña duró veinte años y acabó con
la vida decenas de miles de albigenses. Los cátaros eran culpables de promulgar
una vida comunitaria pacífica y solidaria, a la que consideraban
respetuosa de las enseñanzas de Jesús. Los ejércitos punitivos del
papa al que los cataros llamaron como la bíblica “Ramera de
Babilonia, fueron implacables, la ciudad de Beziers fue arrasada y
todos sus habitantes, incluidos niños mujeres y ancianos, asesinados. Tres
siglos más tarde el 28 de agosto de 1572 en Paris, en la noche de San
Bartolomé, los ejércitos del rey de Francia mataron a 25.000 hugonotes. El papa
Gregorio XIII, decidió festejar la masacre de protestantes
celebrando fiestas solemnes y un jubileo.
La
cacería medieval de herejes se amplifico a todos los
territorios donde la Iglesia pudo llegar, judíos, musulmanes, cristian os rebeldes o simplemente lectores de la
Biblia, acto prohibido en esa época, fueron víctimas de los peores
tormentos.
Fue en
1229, en el concilio reunido en Tolosa, en aquel sur de Francia reconquistado
para la “verdadera fe”, donde se instituyeron oficialmente
los tribunales de la
Inquisición. El papa Gregorio IX confió la celebración de los
procesos contra los herejes a comisarios especiales elegidos entre los
dominicanos y los franciscanos. Pocos años después Inocencio IV,
legalizo el derecho a la
tortura. La lucha contra la herejía se convirtió en un asunto
de Estado. La alianza entre trono y el altar para frenar un fenómeno que
amenazaba tanto a la autoridad civil como a la religiosa, sería uno de los
rasgos constitutivos de la
Inquisición. Los inquisidores eran al mismo tiempo policía, carceleros,
acusadores y jueces. La Iglesia ya consolidada como una potencia
política se convirtió directamente en una máquina de matar. Quien no moría en
la tortura o la cárcel, terminaba en la hoguera. Particularmente
brutal fue la Inquisición española. Solo en Sevilla en 1391, en una misma
noche, mataron a más de 4.000 judíos.
Los bienes apropiados
a los acusados, unos de los objetivos “espirituales” que motivaron a los
inquisidores, fueron también usados para financiar las expediciones
colonialistas. La reina
Isabel de Castilla, la Católica, recaudó de esa cantera del
horror parte los fondos necesarios para la conquista iniciada con los
viajes de Colón.
La Iglesia colonialista y racista
Los
crímenes del colonialismo se hallan seguramente entre los más
atroces. Entre los primeros colonizadores del África negra estaban
sacerdotes católicos, fueron ellos quienes ayudaron a españoles y portuguesas a
organizar la trata de esclavos. Se calcula que al menos veinte millones de personas
fueron cautivas y deportadas a América. Para ellos, la expectativa de vida
desde el momento de llegada era de siete años. Siete años de fatiga y miseria.
Pero por cada negro que llegaba a América como esclavo, nueve prisioneros
morían durante la captura o en el viaje hasta el puerto de embarque o la travesía. Fue la
iglesia, que no condeno la esclavitud, la que propuso reemplazar a los nativos
americanos a los que se podía evangelizar, por los negros esclavos considerados
infrahumanos. Las consecuencias que en ese continente
diezmado por los negreros han tenido la esclavitud y el colonialismo se
proyectan hasta hoy con las crisis humanitarias que hoy lo atraviesan.
En la conquista de
América, decenas de millones de nativos americanos murieron en las
batallas, en las prisiones o sometidos a condiciones de vida y trabajo
inhumanas, exterminados por las enfermedades y la escasez. Solo en
México la población de los pueblos originarios paso de 25 millones a en 1520 a menos de un millón en
1595. Con la espada y la cruz se dedicaron a extirpar sus
tradiciones, su cultura y sus lenguas. Fueron sacerdotes cristian os
quienes bendecían los Winchester que diezmaron hasta el exterminio
a los nativos americanos del norte. Menos conocido es el genocidio de los
nativos australianos y el secuestro generalizado de sus hijos que fueron
educados a la fuerza en la fe en Dios y en la sumisión a los blancos.
La iglesia de los fascistas y dictadores
A
comienzos del siglo XX, los obispos castrenses fueron los encargados
de consagrar las armas que se usaron para la carnicera humana de la
primera guerra mundial y luego de los ejércitos monárquicos y burgueses
que trataron de ahogar la Revolución rusa.
Durante la Guerra Civil española
la Iglesia católica apoyó con entusiasmo la “causa nacional” calificando la
sublevación contra la República como una “cruzada” o “guerra santa” en
defensa de la religión, otorgando así al bando faccioso y a al dictador el
“Generalísimo Franco “una legitimidad de la que carecía. Fueron fieles
al caudillo hasta su muerte, y siguen sosteniendo a la corrupta
dinastía borbónica hasta nuestros días.
¿Y qué decir de Pío
XII? Antes de ser Papa ocupó un cargo en Alemania, y por lo tanto sabía
muy bien quiénes eran los nazis. El firmo la orden de disolución de todas las
organizaciones políticas católicas alemanas, allanando el camino a Hitler. Es
conocido su silencio cómplice cuando los nazis se dedican a
matar comunistas, judíos, homosexuales y gitanos. Más de mil jerarcas y
miembros de las SS, Menguele, Eichmann, Priebke, Rauff y Stangl entre otros
criminales, recibieron su ayuda para escapar de la justicia.
Curas franciscanos
gestionaron, mitra en mano, uno de los campos donde los nazis masacran a
más de un millón de serbios. “Cumplid con vuestro deber ante el
Fuhrer” arengaba a las tropas de la Wehrmacht
el obispo de Märchen, su colega el obispo Faulhaber, apodado el
León de Berlín, consideraba a Pio XII el mejor amigo de los nazis.
Esta
profusamente documentada la conducta de la Iglesia que otorgo su
bendición a los generales sudamericanos que asesinaron, secuestraron,
torturaron, violaron e hicieron desaparecer a decenas de miles, se apropiaron
de bebes recién nacidos y en casos comprobados participaron
directamente en estos delitos, que incluyeron los crímenes de monjas y
sacerdotes. Karol Józef Wojtyła envió cartas de aprecio y bendición
a asesinos en serie como Pinochet, con quien incluso se entrevistó en uno de
sus numerosos viajes. En 1982 en su visita a Argentina, durante la guerra
de Malvinas, intento salvar a la dictadura, y con ese objetivo
llamó a preparar “los ánimos para la derrota” y “pacificar”
los ánimos del pueblo
En
Italia, cuna del clero, de la mano de un personaje siniestro como Giulio
Andreotti , el amo de las sombras, siete veces primer ministro se asociaron a
la Mafia y a la logia P2, sus manejos financieros quedaron al descubierto
con el escándalo del Vaticano del Banco Ambrosiano usado para licuar el
dinero de la Cosa Nostra ,
para ello no vacilaron en asesinar al propio papa Juan Pablo I.
En
América Latina quienes intentaron un camino más afín con el primer cristian ismo y se comprometieron con las causas
populares tampoco lograron escapar a la ira de la institución, entre ellos los
impulsores de la Teología de la Liberación, Leonardo Boff fue sometido a
un proceso por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe y condenado
al silencio. El sacerdote poeta Ernesto Cardenal fue atacado abiertamente
por Juan Pablo II, durante su visita oficial a Nicaragua en 1983, quien
lo recriminó públicamente por propagar doctrinas apóstatas y formar
parte del gobierno sandinista.
La iglesia odia a las mujeres
La
Iglesia odia a las mujeres. Miles de ensayos documentan la ferocidad de
la que han sido objeto, cómo se adueñaron de sus cuerpos. Esos
escritos nos dan testimonio de cómo quien practicara curaciones, quien ayudase
en un parto, quien contrastase la autoridad de los curas, era acusada de
brujería y terminaba quemada en la hoguera.
Resulta difícil decir
cuántas murieron, según estimaciones prudentes las victimas llegarían a
300.000. La doncella de Orleans, Juana de Arco, condenada por bruja murió
ardiendo en la pira clerical, 25 años después, hipócrita y
utilitariamente, fue canonizada La violencia contra las
mujeres, portadoras del pecado original, ha sido una constante
desde su origen hasta nuestros días, siempre consideradas serviles máquinas
reproductoras. El relato de Margaret Atwood, El cuento
de las criadas, es también una atroz alegoría de la historia sobre
la conducta de la Iglesia hacia las mujeres. El monje Tommaso
Campanella, considerado un progresista dentro de la Iglesia, escribía:” Las
mujeres que conciben en el útero vapores perversos de la sangre
menstrual, se perturban y llevan a cabo actos para recibir demonios”,
Cuatro siglos después, en 1930, dijo el papa Pio XI:” quienes empañan la
castidad nupcial echan por tierra la obediencia de la mujer a su marido”.
El
desprecio del cristian ismo hacia la
homosexualidad deriva, de una ancestral sociedad patriarcal, machista
y guerrera, hostil a las mujeres. El varón homosexual, que se
comportaba como una mujer, se consideraba digno de un profundo desprecio y
atentaba contra el estático al orden del Universo querido por el
mismísimo Dios.
¿Cuál fue el coste del
terror a la sexualidad inculcado por la moral religiosa? ¿Cuántas vidas fueron
privadas de placer? ¿Cuántos fueron los homosexuales, no sólo
marginados, sino procesados, condenados y muchas veces ajusticiados? ¿Qué
consecuencias sanitarias tuvo su decisión de prohibir al pueblo que frecuentara
los baños públicos, considerados escandalosos? Hasta la idea de
lavarse era considerada pecado. ¿Cuantas pestes que mataron en
Europa hasta un tercio de la población, fueron hijas del culto cristian o a la suciedad? ¿En cuántos camposantos de
las iglesias se enterraron los restos de sus violaciones?
La iglesia contra la ciencia
La
destrucción de los saberes acumulados durante siglos en la biblioteca de
Alejandría, la censura y la quema de libros, sirvieron como antecedentes
de la incineración producida por los nazis en la Bebelplatz ,
prácticas que tuvieron numerosos seguidores en todas las regiones del
planeta. Durante la
larga Edad Media , la liquidación de la ciencia clásica fue
casi total. San Agustín declaró que las enfermedades eran obra del
demonio, el exorcismo reemplazo a la medicina. Los científicos eran hechiceros y
las mujeres brujas. Galileo y Giordano Bruno sus víctimas notables.
El
negacionismo de la evolución biológica y de las ideas se mantiene
vigente, con voceros aferrados dogmáticamente a textos escritos hace
miles años, que aun sostienen en contra de la teoría del conocimiento la
infalibilidad papal. Stephen Hawkings luego de una entrevista con el papa Juan
Pablo II dijo:” Me alegro que no conociera mis escritos sino podría
haber corrido la misma suerte que Galileo”.
Condenaron los
estudios sobre genética, las vacunas, la cirugía y la anestesia, las
transfusiones, entre otros tratamientos por considerarlos
sobrenaturales. Rechazan la fertilidad asistida, los métodos
anticonceptivos, la educación sexual, y libran una virulenta campaña contra la
interrupción voluntaria del embarazo. En nombre del Todopoderoso, se opusieron
a la ampliación de derechos civiles, al divorcio y al matrimonio igualitario.
La iglesia de los pedófilos
En las
últimas décadas sus miembros han sido denunciados por cientos de
aberrantes casos de pedofilia, y sus autores protegidos por la institución. La Iglesia
Católica de EEUU pago más de 1.000 millones de dólares para resarcir a 11.500
víctimas de actos de pedofilia ocurridos en el último medio
siglo. Un ejemplo relevante es el del mexicano Marcial Maciel, fundador
de la Legión de Cristo, bendecido por Juan Pablo II, quien poco antes de
su muerte fue condenado por ser un pedófilo contumaz durante décadas.
Esta práctica no es reciente, tiene rango de habitualidad, aquí “el hábito”
hace al monje. El papa Bonifacio VIII escribió “El darse placer a uno
mismo, con mujeres o con niños, es un pecado tan insignificante como frotarse
las manos”.
La iglesia amenazante
El
Papa Francisco en un nuevo acto de intolerancia clerical, de
subestimación y agravio para quienes participan de la campaña por la
despenalización del aborto, la califico como una “moda” y la
comparó con “lo mismo que hacían los nazis para cuidar la raza, pero con
guantes blancos”. Las iglesias evangélicas se han sumado a las amenazas y
sin eufemismos declaran que no votarán a quienes apoyen la ley.
Quienes
respaldan la campaña de la Iglesia contra la soberanía de las mujeres
sobre sus propios cuerpos, los que se autodefinen como Provida, un
verdadero oxímoron, sosteniendo posiciones autoritarias para con
toda la sociedad, oscurantistas, necias, con una chorrada de
insostenibles sandeces, y se someten al chantaje social y político,
que poco o nada tienen que ver con creencias, ya sea por
genuflexos besamanos o por simple especulación
política, son tan responsables como ella, no de sus crímenes históricos a
lo largo de diecisiete siglos, si no de su ominosa e ignorante
conducta actual. Como en los tiempos de la hoguera, la desobediencia
es herejía, y la herejía se castiga, pero ya no hay milagros, ni destinos
infernales, millones de mujeres han perdido el miedo, se
apropiaron del fuego para que en él ardan el machismo, el
patriarcado, la misoginia y la homofobia, para que ningún ensotanado
nunca más les diga desde un púlpito como vivir sus cuerpos.
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