Uruguay-Paraguay:
El efecto dominó
del acaparamiento de tierras
16 de agosto de 2018
Aumento del precio de la tierra en Uruguay
llevó a empresarios agropecuarios a comprar tierras más baratas en Paraguay. A
los terratenientes -cuyo ganado y otros bienes son difíciles de cuantificar- se
les suman grupos económicos extranjeros que compran y privatizan la tierra.
Que haya grandes
extensiones de tierras en manos de unos pocos propietarios no es nuevo para
Uruguay. El fenómeno se remonta a la época colonial. Pero a aquellos
terratenientes —cuyo ganado y otros bienes son difíciles de cuantificar— se les
suman grupos económicos extranjeros que compran y privatizan la tierra. El Censo
Agropecuario del 2011 señala que las empresas dueñas de más de 1,000 Ha eran menos del
10% del total pero tenían más del 60% de la tierra agropecuaria. Son los
“nuevos agricultores”.
El investigador
Gabriel Oyhantçabal, Máster en Ciencias Agrarias, recordó a Noticias Aliadasque “las
estructuras agrarias en Uruguay siempre han estado altamente concentradas
siendo un país ganadero que basa su producción en la explotación extensiva de
la tierra en grandes estancias”. Pero el estudio “¿Acaparamiento de tierras en
Uruguay?”, publicado en 2014 por la Facultad de Economía de la Universidad de
la República, reveló que “entre los accionistas de algunos de los principales
dueños de tierras en Uruguay hay fondos de inversión cuyos propietarios son
Estados extranjeros, como Suecia, Finlandia y Singapur”.
“Encontramos que solo
40 grandes capitales agrarios acumulaban casi el 12% de la tierra agropecuaria
en 2015 (1.9 millones de hectáreas)”, dijo Oyhantçabal, uno de los autores del
estudio.
“Las grandes
inversiones en tierras se han dado en rubros como la ganadería, con la empresa Union Agriculture
Group —empresa diversificada fundada en Uruguay, que canaliza fondos de pensión
e inversión con sede en EEUU, Canadá y Francia—, que compró casi 200,000 Ha en solo cinco
años, o la lechería, con la empresa New Zealand Farming Systems que luego fue
adquirida por el fondo de inversión OLAM de Singapur; o el mega tambo que
construyó en el centro del país una de las familias más ricas de Argentina, los
Bulgheroni”, añadió Oyhantçabal.
El acaparamiento de
tierras se produjo intensamente en la forestación del centro-norte del país,
con capitales suecos, finlandeses y estadounidenses (Montes del Plata, UPM,
Global Forest Partners y Weyerhaeuser) y la agricultura, en particular la soja
(Agronegocios del Plata, capitalizada por Los Grobo de Argentina) en el
litoral-oeste.
“Rubros que se
expandieron desde 1990 vinculados a capitales extranjeros, pero que llegan y se
van muy rápido del país, como el caso de la empresa argentina El Tejar, que
llegó a controlar 150,000
Ha en 2008 y en 2014 se retiró para invertir en Brasil”.
Concentración
genéticamente modificada
Según la publicación “20 años de cultivos transgénicos en Uruguay”, de la organización ambientalista REDES – Amigos dela Tierra Uruguay , que
cita cifras del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), el precio
promedio de los arrendamientos de tierras en 2015 era de US$124 por hectárea,
esto es más de cinco veces más que en 2002, cuando era de $24. En cuanto a las
operaciones de compraventa, en 2015 el precio promedio por hectárea era de
$3,584, mientras que en 2000 las estadísticas registran un precio promedio de
$448.
Según la publicación “20 años de cultivos transgénicos en Uruguay”, de la organización ambientalista REDES – Amigos de
“Muchos productores
que invirtieron acá, que tenían negocios agropecuarios, se han ido a comprar
tierras a Paraguay. Es como un efecto dominó”, dijo Pablo Galeano, integrante
de REDES – Amigos de la
Tierra Uruguay , a Noticias Aliadas. Es que en ese contexto de
“boom” del precio de la tierra en Uruguay, muchos propietarios vendieron y se
fueron a invertir a Paraguay, más que nada al Chaco y en tierras ganaderas,
donde la hectárea no llegaba a los $500. Matemática simple, ganancias netas.
Según el MGAP, la soja
es desde la zafra 2003-04 el principal cultivo agrícola del país y en la zafra
2016/17 se sembraron cerca de 1.1 millones de hectáreas. Basta una cifra para
dimensionar el crecimiento exponencial: en la zafra 2001-02 la superficie
sembrada con la oleaginosa alcanzó las 28,990 Ha .
“Cualquier proceso de
concentración implica que las unidades más pequeñas son desplazadas”, sostuvo
Oyhantçabal ante la pregunta sobre los impactos en las comunidades. Los datos
del Censo Agropecuario de 2011 generaron sorpresa y una amplia preocupación: el
91% de las 12,241 explotaciones que desaparecieron en el periodo 2000-11 tenían
menos de 100 Ha
de superficie. Esto es, la producción familiar en jaque.
En tanto, casi el 100%
de la soja producida en Uruguay es transgénica. En octubre de 1996, el país se
ubicó entre los primeros en aprobar la liberación al ambiente de un cultivo
transgénico. Se trató de la soja Roundup Ready de Monsanto, que presentaba la
novedad de ser tolerante a un herbicida desarrollado por la misma empresa, el
glifosato. Veinte años después hay liberados cinco tipos de cultivo
transgénicos de soja y 10 de maíz en Uruguay.
Sin límite a la
tenencia de tierra
A diferencia de otras zonas de Sudamérica, para Oyhantçabal, la desaparición de productores familiares en Uruguay “no se dio por la fuerza, o de modo violento, sino mediante la ‘pura’ competencia capitalista por tierras; muchos pequeños productores decidieron vender sus campos y aquellos que arrendaban tierras no pudieron competir con los precios que pagaron los grandes capitales, como sucedió con la soja que se expandió en tierras alquiladas”.
A diferencia de otras zonas de Sudamérica, para Oyhantçabal, la desaparición de productores familiares en Uruguay “no se dio por la fuerza, o de modo violento, sino mediante la ‘pura’ competencia capitalista por tierras; muchos pequeños productores decidieron vender sus campos y aquellos que arrendaban tierras no pudieron competir con los precios que pagaron los grandes capitales, como sucedió con la soja que se expandió en tierras alquiladas”.
En cambio, en Paraguay abundan los casos de
acaparamiento “agresivo”, en especial para cultivar soja, que ocupa 3.5
millones de los 3.8 millones de hectáreas de tierra cultivable del país, en el
que el 1.6% de los propietarios se reparte el 80% de la tierra agrícola y
ganadera, según datos de 2014 de la organización británica Oxfam.
En los últimos 10 años, el acaparamiento de
tierra y la falta de apoyo estatal han expulsado del campo paraguayo a 585,000
jóvenes, que se han quedado sin un lugar para cultivar y vivir en comunidad. Un
ejemplo: el 15 de junio de 2012 un desalojo policial violento en la zona de
Curuguaty, departamento de Canindeyú, terminó con la vida de 11 campesinos y
seis policías, en lo que se conoce como la “masacre de Marina Kue”.
En el informe “Con la soja al cuello 2017.
Informe sobre Agronegocios en Paraguay”, publicado por la organización Base-IS ,
la
investigadora Marielle Palau , coordinadora del estudio,
indica que la disputa territorial en Paraguay está vigente, entre extensos
monocultivos de productos destinados a la exportación y la producción campesina
para la producción de alimentos. Se suma el negocio ganadero de Brasil, con su
alto costo ambiental y social.
El informe señala que los impactos del modelo
ponen al país “en un camino del que será difícil retornar”, privilegiando el
extractivismo antes que la agricultura campesina.
“El avance se da también sobre territorios
indígenas, destruyendo sus bosques y sus culturas; también a su paso crea rutas
de trata con fines de explotación sexual”, dice Palau. Además, “el sistema
tributario privilegia a quienes se enriquecen a costa de los bienes comunes, y
la ciudadanía costea la construcción de infraestructura al servicio de los
agronegocios, mientras pasa hambre”. —
Azul Cordo desde Montevideo / Noticias Aliadas.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Uruguay-Paraguay_El_efecto_domino_del_acaparamiento_de_tierras
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