Paraguay: “Las semillas nativas
son
fuente de vida”
7 de agosto de 2018
Justo
Alfonzo, es un pequeño productor campesino del Departamento de Canindeyú.
Además de producir de forma agroecológica, Justo también se dedica a la
producción y reproducción de semillas nativas. Ante el avance del agronegocio,
la conservación de las semillas autóctonas es una forma fundamental de
resistencia que realizan productores campesinos para garantizar la producción y
el arraigo de sus familias.
El
avance del agronegocio y de su “paquete tecnológico” representa una amenaza
para las familias campesinas dedicadas a la producción de alimentos. Con cerca
de 94% de las tierras agrícolas dedicadas a la producción de commodities y más
de 20 semillas transgénicas aprobadas por el Servicio Nacional de Calidad y
Sanidad Vegetal y de Semillas (SENAVE), Paraguay se convierte en el sexto país
del mundo con mayor producción de transgénicos. Esta situación ha puesto en
peligro y llevado al borde de la extinción a varios cultivos y semillas
tradicionales.
Justo,
integrante de la Coordinadora de Trabajadores Rurales y Urbanos expone
orgulloso las semillas provenientes del asentamiento donde vive y produce,
ubicado al noreste del país en las tierras rojas y productivas de Canindeyú,
donde la presencia de terratenientes brasileños dedicados al cultivo de soja ha
arrinconado a la población campesina en unos pocos territorios donde resisten
produciendo alimentos. Semillas de habilla, girasol, distintas variedades
nativas de maíz, poroto, maní, entre otros productos campesinos, se muestran al
público como símbolo de resistencia campesina.
Mientras
Justo señala una por una las semillas nativas, se detiene a relatar las
amenazas que se ciernen sobre ellas “el avatí locro está por desaparecer, ya
casi no se encuentra y es una de las bases de nuestra alimentación” señala el
agricultor y luego pasa a la semilla de girasol “prácticamente todo lo que se
produce en el país es transgénico” indica, dejando ver que el ingreso ilegal de
semillas transgénicas al país continúa bajo la mirada cómplice de las
autoridades.
Según
el ingeniero agrónomo Pablo Angulo las amenazas que se tienden sobre la
diversidad de los cultivos son producto de un sistema perverso que intenta
lograr la privatización de las semillas, “amenazando a las comunidades
campesinas e indígenas, a nuestra cultura y sistema de vida” (ver
aquí).
Mientras
el agronegocio avanza en su plan privatizador de semillas y alimentos, los
pequeños productores consideran a las semillas autóctonas como “una fuente de
vida porque la alimentación de un pueblo se basa en ellas, si nos alimentamos
sanamente estamos garantizando la vida” indica Justo al momento de asegurar que
una de las tareas principales del campesinado y de sus organizaciones es la de
proteger y velar por las semillas nativas ante el avance de los transgénicos y
la falta de asistencia del Estado a los productores y conservadores de las
semillas.
Las
semillas transgénicas representan no sólo un riesgo para la alimentación, sino
además son un perjuicio para el productor ya que sus paquetes tecnológicos
tienen un costo elevado y requieren de la aplicación de potentes agrotóxicos,
mientras las semillas nativas son de uso e intercambio libre para los pequeños
productores campesinos y no requieren de productos químicos.
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