Nicaragua: La evolución del régimen de Daniel Ortega
desde 2007.
5 de agosto de 2018
Con el objetivo de ganar las elecciones presidenciales de noviembre de 2006, Daniel Ortega logró que las clases dominantes y, en especial, la cámara patronal COSEP, la iglesia católica representada por el cardenal Ovando y Bravo, los ex presidentes Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, y el FMI vieran aceptable su candidatura. Por otro lado, Ortega había hecho todo lo posible para conservar el apoyo de algunos dirigentes de organizaciones populares sandinistas. Consiguió el poder y así continúa hasta ahora. Esos dirigentes consideran a Daniel Ortega como el protector de una serie de conquistas de sus organizaciones y sobre todo de sus direcciones.
Por Eric Toussaint.
Lo que obtuvo Daniel Ortega de 2007 a 2018 recuerda lo
realizado en México por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) entre los
años 1960 y 1970: defender los intereses del gran capital, abrir aún más la
economía a las grandes empresas extranjeras, mantener buenas relaciones con el FMI, el Banco
Mundial y otras organizaciones multilaterales,
asegurándose, al mismo tiempo, el apoyo de un grupo de organizaciones populares
sobre las que ejerce una fuerte influencia y mantener una política de
asistencia social mínima, como es la asistencia financiera y material a los más
pobres, sin combatir estructuralmente las causas de la pobreza. Esto es
permitido, a la vez, por una coyuntura económica internacional favorables a las
exportaciones y por la ayuda proveniente de Venezuela. Como el PRI en 1968,
Ortega no dudó en utilizar la violencia contra las protestas sociales. Sin
embargo, si se tiene en cuenta el tamaño de la población, Ortega en 2018, le
ganó en escala al PRI. Sin embargo, y al igual que el PRI, continúa
beneficiándose del
apoyo de varios gobiernos antiimperialistas (Cuba, Venezuela, Bolivia) y de una
parte de la izquierda latinoamericana. Pero ¿cuánto tiempo puede durar eso?
Dependerá de muchos factores: amplitud de la crisis económica de un modelo que
reduce el margen de maniobra para una política de distribución de algunas
migajas para los más pobres, la capacidad de los movimientos sociales y de la
izquierda radical nicaragüense a superar su desorientación, el disgusto, la
represión brutal, el descrédito en el que cayó el sandinismo y el socialismo
por la caricatura que representa el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo,
y la incapacidad de la izquierda internacional de superar, ésta también, la
desorientación.
El régimen del PRI en México
El PRI, nacido en 1946, había logrado, a partir de los años
1950-1960, distorsionar y corromper lo que quedaba de la revolución mexicana de
1910-1920 y de las grandes realizaciones sociales efectuadas durante el mandato
del presidente Lázaro Cárdenas, entre 1934 y 1940: la nacionalización del petróleo
y de los ferrocarriles; la expropiación de 16 millones de hectáreas a los
grandes terratenientes extranjeros y nacionales y su redistribución a las
comunidades nativas indígenas para su uso colectivo; la victoria sobre la deuda, con una reducción del 90 %, que se
debía principalmente a bancos estadounidenses. El PRI monopolizó el poder y se
rodeó de partidos satélites. Controló los sindicatos obreros y de la función
pública, así como la mayor parte de las organizaciones campesinas. Controló
todos los órganos del Estado, una parte importante de las industrias
estratégicas y los medios de
comunicación de masas. Reprimió muy duramente la sublevación estudiantil del 2
de octubre de 1968, provocando la masacre de Tlatelolco. Nunca se reveló el
número exacto de muertos, aunque fuentes serias hablan de 300. El gobierno del
PRI terminó reconociendo una treintena de muertos, pero eso no era en absoluto
convincente. Siguiendo la serie de represiones de 1968, el PRI hizo eliminar a
centenas de militantes de izquierda, generalizando las desapariciones con el
fin de mantenerse en el poder. Utilizó grupos paramilitares para organizar la
represión y proceder a las ejecuciones. A partir de 1980, eliminó de manera
progresiva las numerosas conquistas sociales que subsistían del período
1910-1940. Como Partido-Estado, se apropió de las recomendaciones del Consenso
de Washington, privatizó masivamente el sector público y comenzó una fuerte
liberalización de los mercados mexicanos.
A pesar de la
represión, los gobiernos del PRI consiguieron obtener el silencio incómodo de
parte de varios gobiernos y partidos de izquierda de América Latina hasta los
años 1990, puesto que había intereses que diferían de los de Washington en
algunos aspectos, y no de los menores.
Para entender el carácter complejo de la política del PRI en el
poder y de sus relaciones particulares con la izquierda latinoamericana, es
interesante ver algunos ejemplos. El presidente «tercermundista» Echeverría
(1970-1976) rompió las relaciones con la dictadura de Pinochet y acogió a
militantes chilenos perseguidos. Así mismo, ofreció asilo a militantes
políticos de izquierda provenientes de Argentina, Uruguay y Brasil. Pero, al
mismo tiempo, Echeverría, que por otro lado era un colaborador de la CIA,
aplicaba por primera vez de forma masiva la política de desaparición forzosa
para eliminar a los guerrilleros mexicanos. Por consiguiente, las políticas
progresistas, tales como la acogida a exiliados de la izquierda latinoamericana,
conducían a parte de la izquierda a no criticar el régimen del PRI. Cuando la
militante de derechos humanos, Rosario Ibarra, cuyo hijo desapareció en 1975 en
manos del PRI, participó como impulsora del Comité Eureka (http://archivo.eluniversal.com.mx/primera-plana/2015/impreso/cono-de-la-madre-fiera-40-anios-de-lucha-49287.html ) en las reuniones de la FEDEFAM
(Federación de Familiares de Desaparecidos de América Latina), no conoció la
solidaridad de todas sus compañeras latinoamericanas como ocurría entre las del
Cono Sur (Argentina, Chile, Uruguay; Brasil…). Y sobre todo, las chilenas que
rechazaban incluir a México en la lista de los regímenes que practicaban
desapariciones forzosas. Los militantes chilenos no deseaban que se mencionara
el régimen del presidente Luis Echeverría, en especial, porque ofrecía asilo
político a los dirigentes y militantes de la Unidad Popular que
huían de la dictadura de Pinochet. Más tarde, el gobierno mexicano fue de los
primeros en reconocer el régimen sandinista que había derrocado a la dictadura
de Somoza. También apoyó el proceso de negociación entre la guerrilla
salvadoreña y el régimen vigente en ese país. El gobierno mexicano permitió
igualmente a Fidel Castro y sus camaradas, entre los que estaban Raúl Castro y
el Che, entrenarse en México antes de lanzar su expedición contra el régimen de
Batista, en noviembre de 1956, saliendo de las costas mexicanas a bordo del
Gramma. El régimen mexicano defendió el régimen cubano frente a Estados Unidos,
después de la victoria de la revolución en 1959.
El gobierno
del PRI del presidente Carlos Salinas de Gortari (de 1988 a 1994) reprimió la
sublevación zapatista a partir de 1994. El monopolio del poder del PRI comienza
a fracturarse ante los eventos trágicos del sismo de 1985 que golpeó duramente
a la ciudad de México. La sociedad debió organizarse contando solamente con
ella misma, por la inacción gubernamental durante la catástrofe natural, lo que
marcó una nueva toma de consciencia social y política. La fractura del
monopolio del PRI se manifestó en las elecciones para elegir gobernador de la
ciudad de México en 1997, cuando Cuauhtémoc Cárdenas (hijo de Lázaro Cárdenas)
fue elegido gobernador, aunque era un candidato que se oponía al PRI.
El PRI volvió al poder en 2012. En julio de 2018, Andrés Manuel
López Obrador, oponente del PRI, ganó las elecciones presidenciales, y será
presidente, a la cabeza de Morena, una formación de centro izquierda. |
Pero volvamos a lo que pasó después de la victoria electoral de
Daniel Ortega en noviembre de 2006 y el comienzo de su presidencia en 2007. Como dice Mónica Baltodano, una
excomandante guerrillera: «En 2007, con la llegada de Ortega a la
Presidencia, se manifiesta de manera patente una tendencia que ya venía
haciéndose clara. El pragmatismo económico mostrado por el Frente en relación a
las privatizaciones y a las políticas neoliberales se despliega plenamente. Se
inicia entonces una nueva fase en la que Ortega entra en un proceso de acercamiento
con el otro pilar del poder nacional: los grandes empresarios agrupados en el
COSEP [Consejo Superior de la Empresa Privada ]. Se produce entonces la
simbiosis de Ortega con el gran capital nacional. No lo llamo alianza a eso, es
una simbiosis porque lo que define la naturaleza del régimen actual es que su
misión principal es fortalecer y crear condiciones a la economía de mercado,
fortalecer al gran capital, mientras reparte migajas a los pobres para que
estén tranquilos. (…) Ortega y su grupo no están con el gran capital por
conveniencia táctica. Están con el gran capital porque ahora ellos son un grupo
capitalista importante y el gobierno representa esa comunidad de intereses que
tiene hoy la nueva oligarquía sandinista junto a la oligarquía tradicional y el
gran capital internacional.» [1]
Rechazo de Daniel Ortega al cuestionamiento de la
legitimidad de la deuda reclamada a Nicaragua y renovación de los acuerdos con
el FMI
Incluso después de la victoria de la revolución de 1979, la
dirección sandinista había decidido no cuestionar el reembolso de la deuda
contraída por la
dinastía Somoza. Sin embargo, toda la deuda cumplía con los
criterios que permiten calificar a una deuda de odiosa y rechazar en
consecuencia su pago: no había beneficiado a la nación y los acreedores lo
sabían, ya que eran directamente cómplices del corrupto régimen de
Somoza. [2]
Con un hecho agravante, pero no indispensable, para calificar esa deuda de
odiosa: ésta había servido para financiar una dictadura responsable de crímenes
de lesa humanidad.
La deuda acumulada después por los tres gobiernos de derecha que
se sucedieron entre 1990 y 2007, sirvió para financiar las contrarreformas
neoliberales, las privatizaciones, los atentados contra los derechos económicos
y sociales de la
población. Además , era posible demostrar que esa deuda había
alimentado la corrupción, en particular, durante el mandato de Arnoldo Alemán
(1997-2002). Daniel Ortega, una vez elegido presidente, habría podido, si
hubiera querido, inspirarse en la iniciativa tomada por el presidente de
Ecuador, Rafael Correa, que también había sido elegido a fines de 2006. Rafael
Correa instauró una comisión de auditoría de la deuda en julio de 2007, con una
gran participación ciudadana (incluidos los representantes de movimientos
sociales críticos con su presidencia, como la CONAIE y Ecuarunari) [3]. Esa comisión tenía por misión identificar
la parte ilegítima e ilegal de la deuda pública interna y externa reclamada a
Ecuador. Gracias a ello, Ecuador consiguió una victoria contra los acreedores
en 2009. Agreguemos también que Ecuador había expulsado en mayo de 2007 al
representante permanente del Banco Mundial. También le había pedido al FMI que
abandonara los locales que ocupaba en el seno de los edificios del Banco Central y había decidido no pasar ningún otro
acuerdo de préstamo con ese organismo. Recordemos también, que Bolivia, seguida
por Ecuador y Venezuela, decidió abandonar el organismo de arbitraje del Banco
Mundial en materia de litigios inversionistas-Estado (CIADI) [4].
Daniel Ortega adoptó una actitud totalmente diferente: Hizo todo
lo posible para mantener las buenas relaciones con el FMI y afirmó que seguiría
con las reformas que pidiera ese organismo. Se comprometió a liberar un
excedente primario del presupuesto con el fin de poder continuar con el
reembolso de la deuda y comprimir el déficit presupuestario. Elegir esa opción
implicó rechazar una respuesta positiva a la lógica demanda de los trabajadores
públicos por un aumento de su salario, que eran y continúan siendo,
particularmente bajos, en especial, en enseñanza y en salud. [5]
Daniel Ortega aumentó la cantidad de tratados de libre
comercio
Cuando el FSLN estaba en la oposición, Daniel Ortega, como
principal dirigente, obtuvo que, en 2006, el grupo parlamentario votara a favor
del tratado de libre comercio con Estados Unidos. Eso constituyó otro cambio
más en la orientación del FSLN, ya que, antes, había acusado al gobierno del
presidente Enrique Bolaños de someter Nicaragua a los intereses económicos de
Washington. La aprobación por los parlamentarios del FSLN de ese tratado fue
acompañada por el sostén al cambio de toda una serie de legislaciones en
conformidad a las condicionalidades planteadas por Estados Unidos. Otros
tratados de libre comercio fueron aprobados con el apoyo del FSLN: un tratado
con Taiwan (que entró en vigor en 2008), uno que concierne América Central y
México (2011) y otro entre América Central y la Unión Europea
(2012).
Daniel Ortega amplificó la apertura de Nicaragua a los
intereses de las empresas extranjeras en el ámbito del agrobusiness, las
industries mineras y la pesca
El Observatorio de las Multinacionales en América Latina (OMAL),
con sede en Euskal Herria y orientado claramente a favor de la defensa de los
intereses de los pueblos, suministró estudios exhaustivos sobre los compromisos
del gobierno de Daniel Ortega con respecto a las multinacionales, prolongando
las políticas de sus predecesores.
Mónica Baltodano hace referencia a estos estudios y agrega su
testimonio: nos explica que «las relaciones del gobierno de Enrique Bolaños
con la multinacional española Unión FENOSA fueron tensas. En 2006, cuando llegó
al gobierno Daniel Ortega, Bolaños tenía demandas contra Unión FENOSA, y había
12 juicios, reclamos estatales y multas incoadas en los tribunales contra la
transnacional» y precisa: «Todo esto quedó resuelto con el gobierno de Ortega.
Y en noviembre de 2007, mientras Daniel Ortega se lanzaba un discurso virulento
contra las transnacionales en la Cumbre Iberoamericana
en Santiago de Chile, Bayardo Arce [hombre
de confianza de Daniel Ortega, exmiembro de la dirección nacional que se había
aprovechado fuertemente de la piñata, ET] estaba
reunido en Madrid, en el Palacio de la Moncloa, con la dirección de Unión
Fenosa. A partir del “Protocolo de Entendimiento entre el gobierno de Nicaragua
y Unión Fenosa” al que se le dio rango de ley en la Asamblea Nacional
el 12 de febrero del 2009, una legislación que incluyó garantías de
todo tipo para la empresa, todo el pasado conflictivo quedó borrado de un
plumazo. Borrados todos los juicios, todas las demandas y las multas
pendientes. Después, vinieron otras leyes siempre en beneficio de
la transnacional.
Nunca las relaciones con la transnacional española que
distribuye la energía fueron tan fluidas como con este gobierno». [6]
Baltodano agrega que, bajo la presidencia de Daniel Ortega, la
privatización del sector energético, y por lo tanto, de los recursos naturales
nicaragüenses, fue en aumento, en provecho de las multinacionales y
especialmente en aquellas donde Ortega invertía. Mónica Baltodano señala la
apropiación, apoyada por el gobierno, “de las principales explotaciones mineras
del país” por la empresa B 2Goldhttp://www.b2gold.com/projects/nicaragua/ cuya sede se encuentra en Canadá, con
nefastas consecuencias para el medio ambiente y para las comunidades locales.
Esta activista también denuncia la deforestación debida a las concesiones
otorgadas a las «mafias de la madera».
Mónica Baltodano detalla la manera en la que la multinacional Pescanova
consigue hacer muy buenos negocios bajo el gobierno de Daniel Ortega:«Otro
ejemplo, menos conocido, es el de la explotación pesquera, en manos de la
transnacional española Pescanova. La investigadora española María Mestre
publicó en Diagonal, en diciembre de 2010 un informe sobre cómo actúa Pescanova
en Nicaragua.. [7] Pescanova
llegó a Nicaragua en 2002, cuando adquirió la empresa
Ultracongelados Antártica S.A., la mayor planta española de
cocción de marisco, que poseía un tercio de una empresa nicaragüense de
producción de camarón que operaba en Chinandega. A partir de ahí, Pescanova se
fue expandiendo, no limitándose a procesar el camarón y a la producción de larvas
de camarón de laboratorio, sino comprando cada vez más superficie en concesión.
Si en 2006, Pescanova disponía de 2.500 hectáreas en
concesión, en 2008 —con el gobierno de Ortega— ya había duplicado esa
extensión, controlando el 58 % del total de superficie en concesión. Entre
enero y abril de 2009, Pescanova ya tenía el 82 % de la superficie dada en
concesión pesquera.» [8]
El canal interoceánico
Ese viejo proyecto, de más de dos siglos de antigüedad, fue
reactivado por el gobierno de Ortega. El 14 de junio de 2013, la Asamblea Nacional
de Nicaragua aprobó por 61 votos contra 28 una ley que otorgaba una concesión,
con duración de 50 años renovables, a un consorcio chino HKDN Nicaragua canal
Development. Los costes estimados eran de 50.000 millones de dólares, o sea unos
41.000 millones de euros. La construcción comenzó en 2015 y debería terminar en
2019, para una apertura prevista en 2020. Finalmente, la realización del
proyecto se suspendió porque la empresa china quebró y su propietario
desapareció.
El proyecto
originó la oposición de organizaciones ecologistas y científicas. Había, y hay,
un gran riesgo de contaminación del lago Nicaragua que constituye una
importante reserva de agua dulce para la biodiversidad y para la población
local que bebe agua del lago y la utiliza para regar las tierras agrícolas. En
el ámbito social, se habrían tenido que desplazar unas 25.000 personas.
La prohibición total del aborto entró en vigencia en el
código penal en 2008
Como mencioné en el artículo precedente, el grupo parlamentario sandinista
votó en 2006, de acuerdo con los diputados conservadores, una ley que prohíbe
completamente el aborto. Y fue bajo la presidencia de Daniel Ortega, quien se
negó a revertir la ley, que esa prohibición fue incluida en el nuevo código
penal, que entró en vigor en 2008. Esa prohibición no admite ninguna excepción,
aunque esté en peligro la salud o la vida de la mujer embarazada, incluso en el
caso que provenga de una violación. Amnistía Internacional indica: «Teniendo
en cuenta la elevada tasa de embarazos adolescentes en Nicaragua, una gran
parte de las mujeres afectadas por la nueva legislación tienen menos de 18
años. La abrogación de disposiciones que autorizaban el aborto terapéutico pone
en peligro la vida de mujeres y de adolescentes, y coloca a los profesionales
de la salud en una situación inadmisible.» Antes de la adopción de ese
nuevo código penal, el aborto «terapéutico» (en caso de peligro para la salud
de la mujer embarazada o en caso de embarazo a consecuencia de una violación)
era legal y considerado como legítimo y necesario, provenía de una ley aprobada
bajo el gobierno del liberal Zelaya en 1893, y que era una primera concreción
de una evolución comenzada en 1837. Un gobierno que representa los intereses
populares habría podido asumir un nuevo hito en la legislación, ampliando el
derecho al aborto: autorizando a una mujer embarazada a decidir por si misma,
sin importar las causas de su embarazo; suprimiendo las condiciones según las
cuales tres médicos debían estar de acuerdo en la interrupción de un
determinado embarazo, suprimiendo también la autorización que debía obtener de
su marido o de su familia cercana. En lugar de ello, Ortega dio un terrible
paso atrás.
Esa legislación retrógrada se acompaña de graves ataques contra
las organizaciones que defienden los derechos de las mujeres, que fueron de las
más activas en la oposición al gobierno de Ortega. En particular, el Movimiento
autónomo de mujeres de Nicaragua (MAM), fuertemente movilizado contra la
prohibición del aborto, está en el punto de mira de las autoridades. Los
movimientos feministas fueron víctimas de la represión administrativa, policial
y judicial. Con el fin de acallarlos, Daniel Ortega y Rosario Murillo los
conminaron a sumarse al movimiento de mujeres vinculado al régimen. Otra
evolución muy inquietante de ese régimen la escenifica Murillo ,
que no ha dejado de denunciar al MAM, y a los apoyos extranjeros que lo
sostienen en su lucha por el derecho al aborto, ¡como emisarios del diablo!
El recurso a la religión
Daniel Ortega y Rosario Murillo recurren sistemáticamente a
referencias de la religión cristian a,
reclamándose permanentemente de que Dios está a su lado. El régimen dirigido por la pareja
presidencial generó un profundo retroceso ideológico. En la continuación de
este texto Dios, Diablo, Fe, Justicia Divina están en mayúscula porque en los
textos de Murillo y Ortega aparecen efectivamente así.
Hablando de las mutaciones que ha conocido el FSLN bajo la
conducción de Ortega y Murillo, Mónica Baltodano escribió: «Una segunda
mutación a analizar es la que ha llevado al Frente Sandinista del racionalismo
al fundamentalismo religioso. El programa de la Revolución reivindicaba el
respeto a las creencias religiosas y promovía el laicismo. La Constitución de
1987 estableció que el Estado no tiene religión oficial y que la educación
pública es laica. ¿Y qué tenemos ahora? El uso y abuso de la religiosidad
popular y su continua manipulación en función de fortalecer el proyecto de
poder. Las instituciones estatales están operando como reproductoras de las
creencias religiosas para enfatizar que todo cuanto sucede en el país es
producto de “la voluntad de Dios”, estableciendo así que la autoridad
chayo-orteguista [de Daniel
Ortega y Rosario Murillo, ET] proviene
de la voluntad divina, al igual que en el absolutismo monárquico el poder de
los reyes venía directamente de Dios. Y este vínculo divino, según el discurso
oficial, hace que Nicaragua viva “bendecida y prosperada”. Como resultado de
este modelo las jerarquías religiosas legislan, las iglesias determinan, las
autoridades civiles promueven creencias religiosas y todas las instituciones
estatales y municipales están llenas de imágenes, símbolos y mensajes
religiosos.»
Por parte de Rosario Murillo, las referencias a Dios y al Diablo
vienen de lejos. Encontré un extracto de un artículo que esta mujer firmó en
1991, como responsable de Ventana, el suplemento cultural del diario sandinista
Barricada. Durante la preparación del primer congreso del FSLN, escribía: «Al interior del Frente,
encontramos sandinistas y no sandinistas. Millonarios y miserables. Almas de
Dios y almas del Diablo (…), sí señores, el Frente Sandinista es actualmente un
frente, y como frente, donde se encuentra de todo, es en este momento un montón
de mierda». [9] Más tarde, Murillo abandonó la
caracterización grosera del frente como un montón de mierda, pero introdujo en
todos sus discursos una presentación maniquea y religiosa fundamentalista
conservadora y oscurantista de los acontecimientos y de las personas.
En su discurso pronunciado el 19 de julio de 2018, durante el
39º aniversario de la victoria revolucionaria, Rosario Murillo hizo
constantemente llamamientos a la fe, a la gracia de Dios, a la denuncia de las
acciones diabólicas de los manifestantes que protestaban contra la política del
régimen que codirige.
Al día siguiente, prosiguió en la misma línea, durante una
declaración en la cadena TV
canal 4, propiedad de uno de sus hijos: «Sabemos que hay Instituciones que
serán capaces de reconocer los delitos y los crímenes de quienes han causado
tanto dolor, tanta muerte, tanto sufrimiento, tantos crímenes aberrantes,
diabólicos, en nuestra Nicaragua. Y tenemos confianza en la Justicia, confiamos
en la Justicia Divina
también». [10]
Y prosigue, más adelante: «Ese
Pueblo de Dios porque el Pueblo nicaragüense es ¡el Pueblo de Dios! Pocos
Pueblos hay en el Mundo con tanta Fe y tanta Devoción, y con tanta Relación con
Dios. Y nosotr@s, l@s católic@s, con la Virgen María , con tanta Relación, con tanta Fe.» [11]
En la misma declaración, opone al pueblo los hombres y mujeres
que luchan contra la despenalización del aborto de la manera siguiente: «Un
Pueblo que ha defendido la Vida en todas sus formas, desde el vientre maternal…
¡Desde el vientre maternal! Mientras, muchos de los que hoy se llaman
“Cívicos”, que de Cívicos no tienen nada porque son criminales, han desfilado
en las Calles de Managua, pidiendo Aborto. ¡Atentando contra la Vida! Esa es la
Verdad.» [12]
Y luego Murillo presenta a los manifestantes que protestan desde
el 18 de abril de 2018 como los verdaderos culpables de los centenares de
muertos que enlutan al pueblo. «…el Pueblo lo sabe, sabe quién produjo los
muertos; sabe incluso, porque sabemos cómo entre ellos mismos por sus pleitos
de ambición, por sus pleitos también propios de esa cultura de drogadicción con
la que pretendieron aterrorizar al País, personas drogadictas, alcohólicas,
personas vinculadas a todo tipo de crímenes y delincuencia; el Pueblo
nicaragüense sabe que ahí entre ellos mismos se quitaron la Vida para culpar al
gobierno.» [13]
La víspera, el 19 de julio de 2018, durante la gran
concentración convocada por el régimen, Daniel Ortega también estuvo bien
anclado en el razonamiento
maniqueo e inquisidor.
Explicó que los que protestaban, designados como terroristas y golpistas,
ejercían prácticas diabólicas y satánicas. Afirmó que los terroristas
“torturaban de manera satánica» (¡sic!) a la gente del pueblo ¡en el mismo
lugar de las barricadas! [14] Literalmente afirmó que los que
protestaban «terroristas y golpistas» estaban totalmente «satanizados».
Llamó a los obispos católicos a «exorcizar» a esos «diablos», a
esos «demonios» (los términos que Ortega utiliza para designar a los
manifestantes) para echar al diablo que los había poseído. Y afirma que los
manifestantes quemaban los cadáveres cerca de las barricadas y que bailaban
alrededor de ellos. Llamó a los obispos a respetar la palabra de Dios y a no
apoyar las exigencias de los manifestantes contestatarios que piden la dimisión
de la pareja presidencial.
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Fuente: http://www.anred.org/?p=100840
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