Activismo ecológico
19 de agosto de 2018
Por
Raúl Prada Alcoreza (*)
Éste
es quizás el tema más importante, después de la comprensión compleja del
problema, la crisis ecológica, y de la complejidad del problema mismo[1]. Pues
se trata de las prácticas, de las acciones, de las actividades, sobre todo de
las incidencias. ¿Cómo abordarlo? Sabiendo que ya hay una historia del activismo
ambientalista y del activismo ecologista; también una discusión entre ambas y
distintas perspectivas, a pesar de sus lugares de encuentro.
Más
saturado aún el mapa conceptual y de recorridos activistas si incorporamos la
perspectiva de la ecología compleja, que plantea un descentramiento del
antropocentrismo[2]; todavía preponderante no sólo en el ambientalismo, sino
también en el ecologismo.
Indispensable
incorporar a las luchas y movilizaciones anticoloniales y descolonizadoras de
las naciones y pueblos indígenas, en el estado de situación de las luchas
sociales en defensa de la vida y la Madre Tierra , como se simboliza y se concibe en
los imaginarios y narrativas indígenas[3].
Mucho
más saturado si incorporamos a movimientos de interpelación política y social,
que asumen en sus movilizaciones y activismos las demandas ecológicas, por así
decirlo.
Por lo tanto se entiende, que estamos ante una gama
variada de activismos, de colectivos, de incidencias; además del boceto de una
clasificación notoria de los problemas que atienden, de las demandas concretas
que plantean. Fuera de sondear sus interrelaciones, todavía suaves, reticentes
a conjunciones de fuerzas.
No
va a ser fácil entrar por aquí, aunque hay que hacerlo; mapas de las
movilizaciones y activismos en defensa de la vida y la Madre Tierra , para
resumirlo de esa manera; historias recientes de las movilizaciones, de los
colectivos, y las formas de activismos; arqueologías de sus perspectivas y
concepciones ambientales, ecológicas, de la Madre Tierra.
Por
el momento, vamos a entrar de una manera, mas bien, simple, incluso
esquemática; que nos ayude a tener un referente orientador,
aunque sea provisional. Sobre todo, para evaluar los activismos y sus alcances;
de ninguna manera para juzgarlos, sino para avizorar el potenciamiento de los
mismos.
Si
partimos de la premisa – suponiendo o forzando que todos estamos de acuerdo con
ella, aunque sea parcialmente – de que de lo que se trata de conseguir es
la reinserción de las sociedades humanas a los ciclos vitales y ecológicos del
planeta; entonces, ya tendríamos un referente para ponderar a los activismos.
La pregunta es: ¿Cuánto se ha caminado en la perspectiva de conseguir este
logro? Si éste es el ponderador, ciertamente, quedamos aplazados.
Sin eludir la pregunta ni el ponderador, la otra
pregunta es: ¿por qué se ha conseguido tan poco, a pesar de los esfuerzos de
los colectivos y pueblos involucrados? ¿Porque los Estado-nación, los
gobiernos, los organismos internacionales, que sustentan el sistema-mundo
extractivista, conforman un sistema-mundo institucional y jurídico-político
casi invencible? ¿Porque las fuerzas de los colectivos activistas y los pueblos
afectados movilizados son débiles, en comparación? ¿Porque la mayoría de la
población mundial o de las poblaciones nacionales está convencida y atrapada
por la ideología moderna, con sus distintos matices, que lo que hay que
conseguir y sostener es el “desarrollo”? ¿Por qué el sentido común ve a los y
las activistas como lunáticas o quijotescos personajes, que quieren detener el
“desarrollo”; lo que le parece, al sentido común, tarea imposible?
Sin discutir, todavía, las conjeturas implícitas en
las preguntas, ni su consistencia; suponiendo que sea así, sobre todo, para
tener un cuadro, por cierto provisional. Tenemos, en contraste, que los
colectivos activistas y los pueblos movilizados saben que la destrucción de los
ecosistemas es invaluable, es demoledora e irreparable; que la depredación y
contaminación generalizadas, que la crisis ecológica, nos aproxima a una
catástrofe planetaria incontrolable. ¿Qué tenemos? Por un lado, una
predisposición maquínica del sistema-mundo, que avanza con todo el peso de sus
maquinarias; por otro lado, un diagnóstico científico no sólo alarmante, sino
catastrófico. En este caso, la descripción y la explicación científicas no
convencen ni a los organismos internacionales, ni a los estados, incluso ni a
las mayorías de los pueblos y sociedades. Esta afirmación vale incluso si
algunos están más o menos parcialmente convencidos de algo. ¿Este estado de
situación, por cierto panorámico, significa que todo está perdido, que los
dados están echados? La siguiente pregunta es: ¿Qué tienen que hacer los
colectivos activistas y los pueblos movilizados para revertir esta situación?
Hemos
llegado a un punto donde no hay respuestas o, por lo menos, no es fácil
encontrarlas; precisamente porque no hay recetas. Sin querer adelantarnos a los
mapas y a las historias recientes de estos activismos y movilizaciones de los
pueblos afectados, se puede decir, que gran parte de los esfuerzos se ha
dedicado a la interpelación a las mallas institucionales, sean internacionales
o nacionales. Como respuesta de las organizaciones internacionales y de los
estados se ha conseguido muy poco. Exagerando, por razones de ilustración, se
puede concluir que ha sido una pérdida de tiempo. Parece
que la interpelación más importante es a los pueblos y a las sociedades del
mundo; pues son los y las únicas que pueden parar la locomotora del
“desarrollo”, que marcha locamente al descarrilamiento.
Resumiendo,
son las sociedades y los pueblos del mundo, al final, donde recae la
responsabilidad de lo que pasa; al sostener el estado de cosas y a esas
organizaciones internacionales pusilánimes, esos estados que no creen en el
discurso catastrófico de ambientalistas y ecologistas, menos en la
interpelación indígena. Por el contrario, continúan con la reproducción
constante de estas mallas institucionales y dispositivos maquínicos; en el día
a día de las prácticas sociales consumistas, de los habitus incorporados, de
los esquemas de conductas y comportamientos subordinados.
El
activismo ecológico es distinto al activismo político, pues no está en juego el
modelo político o el modelo social, mucho menos la toma del poder. Lo que está
en cuestión es la vida. Se
trata de un activismo crucial. Es un activismo que no puede, quizás mejor
dicho, que no debe, perder – para decirlo de esta manera pedestre,
inmediatamente entendible -; ahora, exagerando, con el mismo objeto de ilustración
y esquematismo, pues si pierde, pierde la vida. Es el activismo que está obligado a ganar.
Siguiendo
el esquema, por cierto simple y provisional; en primer lugar, los
colectivos activistas y los pueblos movilizados están obligados – manteniendo
el término categórico – a dedicarle todas sus fuerzas, toda su energía, todo su
cuerpo, a esta tarea. Es cuestión de vida o muerte, tanto en lo que
respecta a la humanidad así como al planeta; más en lo relativo a la humanidad,
pues, como dijimos, la vida puede continuar sin el ser humano[4].
En
segundo lugar, parece imprescindible generar relaciones,
prácticas, estructuras, alternativas, a las hegemónicas y dominantes en el
sistema-mundo capitalista; es decir, comenzar a construir los cimientos y las
bases de las sociedades alternativas de otros mundos posibles. Ciertamente,
estos cimientos y bases ya se encuentran latentes, son inherentes a las
sociedades alterativas, que son el substrato de las mismas sociedades
institucionalizadas[5]. Ahora, de lo que se trata es que estas inherencias se
desplieguen y realicen, construyendo otros mundos posibles. Sobre todo,
aquéllos que formen parte integrante de los ciclos vitales y ecológicos
planetarios. Por ejemplo, relaciones de producciones mancomunadas de los
pueblos, que supongan eco-producciones, incluso eco-industrializaciones. Así
como también relaciones de intercambio complementarias, que podemos nombrar,
siguiendo la lógica, como eco-intercambios. Lo mismo podemos decir en lo que
respecta a la distribución, que contempla el transporte; se trata también de
eco-distribuciones y del transporte adecuado a los ecosistemas; por lo tanto, a
los contextos y espesores ecológicos. Estos mundos nacientes no descuidan la
eco-cultura; por lo tanto, la eco-formación integral de la ciudadanía
ecológica.
Estas relaciones, estructuras, prácticas,
alternativas, emergen tanto al interior del sistema-mundo, así como en los
desbordes, de los flujos de fuga, que no controla, las sociedades alterativas.
Es menester que otros tejidos sociales prosperen y abarquen planetariamente;
además de atravesar a las mallas institucionales del sistema-mundo. Los mundos
posibles no pueden restringirse solamente a la enunciación discursiva, a la
utopía, pues se terminarían pareciendo a la promesa socialista; que fue
postulada ideológicamente, incluso como programa; empero, terminó entrabada en
transiciones largas y complicadas, que, en la práctica, terminaron absorbidas
por el sistema-mundo capitalista.
En
relación a lo dicho, por ejemplo, una de las tareas prácticas es impulsar las
huertas en todos los hogares, en todas las viviendas, incluso colectividades;
buscando no solamente la buena alimentación, la buena nutrición y la buena
salud, sino salir de la dependencia del mercado de alimentos trasnacional; que
deja mucho que desear, tanto desde el punto de vista de salud, de nutrición,
como desde la perspectiva ecológica. En caso de las ciudades y metrópolis,
quizás sea conveniente promover asociaciones que puedan efectuar la tarea de
huertas colectivas.
Como
el ejemplo de la anterior tarea práctica, se pueden encontrar muchas tareas
prácticas, que coadyuven a la independencia de los y las ciudadanas de los
mercados capitalistas, que producen necesidades artificialmente. Estas tareas
prácticas no excluyen el activismo ecológico-político; mas bien, lo fortalecen,
le otorgan un alcance mayor.
En
tercer lugar, parece indispensable promover reuniones entre
pueblos y sociedades del mundo para discutir sobre diseños de la gobernanza
mundial de los pueblos. Reuniones, foros, redes, encuentros, que deliberen
sobre las posibilidades, las viabilidades, las alternativas, de las formas de
gobernanza mundial de los pueblos. Estas asambleas de pueblos pueden
convertirse en la base de formación de consensos a escala mundial.
En
cuarto lugar, no se puede descuidar, a pesar de nuestras
críticas y observaciones, la interpelación a las mallas institucionales del
sistema-mundo. Sobre todo, teniendo en cuenta los conflictos y problemas
generados por este sistema-mundo. Al respecto, frente a una recurrente
violencia para resolver los conflictos en el sistema-mundo, es menester, oponer
a esta violencia sistemática de los Estado-nación, el dialogo, la deliberación
y la integración entre los pueblos. En este sentido, denunciar las maniobras
beligerantes de las potencias, sus estrategias de guerra, sus geopolíticas,
incluso sus conspiraciones e intervenciones secretas, aunque no les demos la
importancia exagerada que les otorgan las teorías de la conspiración.
En
quinto lugar, promover las investigaciones que ayuden a
mejorar, ampliar, nuestra comprensión, entendimiento y conocimiento de la
complejidad integral y dinámica planetaria. En sexto lugar,
promover también investigaciones que ayuden a reinsertar a las sociedades
humanas a los ciclos vitales y ecológicos; entre ellas, las que ayuden a lograr
la comunicación con los otros seres orgánicos del planeta.
En
séptimo lugar, retomar el activismo de las movilizaciones, que
han sido de impacto, contando con lo que se tiene y recurriendo al alcance de
las convocatorias, hechas con grandes esfuerzos; empero, ahora, buscando no
solamente mayor incidencia, sino movilizaciones a escala mundial.
Digamos,
que esta ayuda memoria o notas improvisadas, para el activismo ecológico, en la
coyuntura álgida de la crisis ecológica, ya señala otra etapa del activismo;
esta vez, a escala mundial; articulando fuerzas, coordinando movilizaciones y
tareas, integrando colectivos activistas y pueblos afectados; además buscando
involucrar a todos los pueblos del mundo. Se trata, sobre todo, de integrar
fuerzas, no de dividirlas; los debates, las discusiones, la concurrencia de
perspectivas, no pueden dejar de darse; empero, deben ser desplegadas como
parte de las deliberaciones, para encontrar concensos y mancomunar fuerzas.
[1] Ver Episteme
compleja. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/episteme-compleja/.
[2] Ver Ecología
compleja. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/ecolog__a_compleja_2.
[3] Ver Decolonialidad.
También La guerra de la madre tierra.
Así como La subversión indígena.
[4] Ver Más acá y más allá de la mirada humana. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/mas-aca-y-mas-alla-de-la-mirada-humana/.
[5] Ver Imaginación e imaginario radicales. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/imaginacion-e-imaginario-radicales-en-devenir-y-dinamicas-moleculares/.
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