Las víctimas colaterales
del “progreso” económico
9 de agosto de 2018
Por Homar Garcés (Rebelión)
Como parte del sentido común y de la vida cotidiana, la realidad
ilusoria y deformada de las ventajas materiales individuales -propiciada por la
gran industria ideológica que resalta los valores capitalistas- impulsa a mucha
gente alrededor del mundo a emigrar de sus países natales en búsqueda de unas
mejores y más seguras condiciones de vida. Esto se ve año tras año en la
frontera que separa a Europa de África o en la que separa a Estados Unidos de
nuestra América, lugares donde comúnmente acontece una infinidad de situaciones
que condenan a los inmigrantes (indocumentados, para mayor precisión) a la
detención, la deportación y, en el peor de los casos, la muerte sin dolientes,
incluyendo a niños, como se pudo apreciar mediante las imágenes difundidas a
nivel global en relación con el trato dispensado a los hijos de inmigrantes
retenidos por las autoridades de Estados Unidos, siendo colocados en jaulas
cual si se tratara de animales.
Esto
comprueba, además, el grado en que el modo de producción -como régimen de
producción y reproducción de la vida social- ha marcado, cual hierro candente,
la mentalidad de muchas personas (hasta podrá afirmarse que al cien por ciento
de la humanidad), por lo cual se esmeran en hallar un trabajo asalariado de
mejor remuneración, al margen de cualquiera otra consideración que supondría
despojarse de la falsa conciencia que poseen. Ello está acompañado por el
comportamiento asumido en la actualidad por el Estado en muchas naciones del
mundo al privilegiar la protección de los intereses supremos de las grandes
corporaciones transnacionales más que la de sus propios ciudadanos, a quienes
les reserva una situación de represión y militarización en previsión de
exigencias económicas y políticas que hostilicen su nuevo rol al servicio del
capital. Algo, por cierto, nada excepcional, en vista de sus antecedentes
históricos, pero que ahora se cumple con una mayor notoriedad y desparpajo.Como se extrae de la afirmación hecha por Zygmunt Bauman en el libro ‘Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias’, “refugiados, desplazados, solicitantes de asilo, emigrantes, sin papeles, son todos ellos los residuos de
Para los dueños del capital, estas víctimas colaterales del “progreso” económico, en un sentido amplio, sólo tendrían algún derecho a existir siempre y cuando estén impregnados (y así lo hagan ver, sin disidencia alguna) de la visión e intereses de los sectores dominantes. Es lo que ocurre en diversas naciones, incluyendo las periféricas, con gentes de toda edad, deambulando en las calles, sin atención social. Así, junto a los graves efectos de la depredación sufrida año tras año por la naturaleza a nivel mundial, hay que considerar también lo equivalente respecto a las personas excluidas por este “progreso”. A fin de evitar su multiplicación negativa, la misma dinámica socioeconómica del sistema capitalista globalizado impone la necesidad de construir unas nuevas formas de vivir y de comprender la vida, además de nuevas institucionalidades que tengan por fundamento una mayor expresión de democracia; todas las cuales, en conjunto, representarían abrir caminos a una nueva clase de sociedad. -
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=245101
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