sábado, 25 de agosto de 2018

Involucrémonos el derecho a la salud pública debe ser privilegiado por sobre el lucro de unos pocos.

De abortos y venenos
La militancia del movimiento de mujeres consiguió instalar la necesidad de legalizar el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo en la agenda pública. Sobre la posibilidad de decidir cuándo, con quién y en qué condiciones ser madres se juega el ejercicio real de soberanía sobre vidas y cuerpos; impugnando mandatos con mucho arraigo.
Desde la presentación (por 7ma vez!) del proyecto de ley de InterrupciónVoluntaria del Embarazo (IVE) hasta la votación del Senado hubieron meses de profunda reflexión y debates que nos involucraron a (casi) todxs. El tratamiento en comisiones generó un desfile de referentes, argumentando en un sentido y en otro; y su televisación junto con los debates en cada cámara fueron acompañados por millones. Sobre todo la discusión se instaló en las mesas familiares, en las reuniones de amigxs, y en la charla cotidiana. Así, con la ola verde, llegó también la posibilidad para que miles y miles de historias propias, de amigas y familiares, envenenadas por demasiados años de miedo, culpa y angustia, pudieran empezar a sanar. Todo lo que estaba "en el clóset" de lo privado pudo ser ventilado y reelaborado en su dimensión política a la luz de un nuevo momento social. Viento fresco.
Sin embargo la pérdida de embarazos deseados y buscados a causa de la exposición a los agrotóxicos sigue en la oscuridad. Como relata el neonatólogo cordobés Medardo Ávila Vázquez, las parejas que pierden un embarazo lo viven con muchísima culpa y angustia, a partir de ese primer reflejo buscando "qué hicimos mal".
De nuevo: culpa y angustia. Un drama social confinado al ostracismo de lo privado. Un enorme fardo de dolor que la impunidad de poderosísimos intereses nos hace cargar, quizá durante años.

Es salud pública, estúpido!
Daniela vive en Canals (Córdoba) y nunca perdió un embarazo. Tiene buena salud; es ama de casa y madre de dos 2 niñas sanas. Con su marido, sano y que no trabaja en contacto con contaminantes, llevaban adelante un embarazo deseado: "En la ecografía de la 6° semana el embrión estaba intacto. A los pocos días sintió los efectos de una fumigación en los campos cercanos (olor característico, picazón de ojos, sensación desagradable): estaban fumigando para barbecho químico con glifosato, 2,4-D y atrazina (probablemente también paraquat). En la siguiente ecografía se había detenido el crecimiento del embrión, e incluso disminuido de tamaño. Luego de la 9° semana volvería a ser fumigada, y en la siguiente ecografía el embrión estaba destruído. Cursaba la 12° semana" (Reduas2018
(...)

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