El síndrome del
tratado McLane-Ocampo
11 de agosto de 2018
Por
Gilberto López y Rivas (La Jornada)
¿Cuál podría ser la razón para que el
próximo gobierno de México sostenga, contra viento y marea, el proyecto de
crear un corredor económico y comercial en el Istmo de Tehuantepec, y, con
ello, destaca el ahora presidente electo en carta a Donald Trump, facilitar el transporte de mercancías
entre los países de Asia y la costa este de Estados Unidos? ¿Por qué revivir,
en pleno siglo XXI, uno de los actos de gobierno más controvertidos del
presidente Benito Juárez, que fue el tratado de tránsito y comercio McLane-Ocampo, que en su artículo I
cedía:a Estados Unidos y sus ciudadanos y bienes, en perpetuidad el derecho de
tránsito por el Istmo de Tehuantepec, de uno a otro mar? El artículo V de dicho
tratado estipulaba: en el caso
excepcional de peligro imprevisto o inminente para la vida o las propiedades de
ciudadanos de Estados Unidos, quedan autorizados las fuerzas de dicha República
para obrar en protección de aquellos, sin haber obtenido previo consentimiento.
Por fortuna, el tratado no fue ratificado por el Senado de Estados Unidos, que,
de haberlo hecho, México hubiera quedado como un virtual protectorado de ese
país.
Los gobiernos neoliberales de la partidocracia
que se han sucedido en estas décadas hicieron realidad otros artículos
igualmente vergonzosos del tratado McLane-Ocampo (VI, VII y VIII), en los que
México cedía el derecho de tránsito entre puntos de la frontera entre los dos
países y puertos del Golfo de México y el océano Pacífico.
Hoy día, las líneas de ferrocarril de la
corporación estadunidense Kansas Southern de México (KCSM), considerada como eslabón confiable de la cadena
logística global, con sus 4 mil 251 kilómetros de vías férreas, según sus
publicistas, mueve más de 30 por
ciento de la carga ferroviaria del país atendiendo a industrias diversas,
transportando productos en contenedores, semiterminados y terminados. Esta red
ferroviaria de contenedores es parte importante del objetivo planteado en el
Programa Nacional de Infraestructura respecto de convertir a México en la “Gran Plataforma Logística de Norteamérica.”
Mientras la izquierda social y los pueblos
originarios se manifestaban contra el Plan Puebla-Panamá, que amenazaba los
territorios y recursos naturales del sureste, en sigilo, y desde la frontera
norte, se estableció esta importante red de comunicación corporativa al
servicio de la recolonización neoliberal. Andrés Barreda, en significante
artículo publicado en nuestro diario, señalaba que: “El corredor Lázaro Cárdenas-Nuevo Laredo (mancuerna del
corredor carretero Manzanillo-Nuevo Laredo) fue concesionado desde 1996 a la firma Kansas City
Southern. Es uno de los flujos intermodales más importantes de Norteamérica,
por la excepcional profundidad del puerto Lázaro Cárdenas, que ofrece una alta
capacidad para recibir buques de carga descomunales”.
Por su parte, los expertos empresariales resaltan: KCSM tiene presencia en 15 estados del
centro y noroeste del país. Cruza el corazón industrial de México, pasando por
Lázaro Cárdenas, Morelia, Querétaro, San Luis Potosí, Monterrey, Saltillo y
Nuevo Laredo. Tiene la ruta más corta y segura desde el Pacífico y centro del
país hacia la frontera con Estados Unidos. Su conexión con los puertos de
Lázaro Cárdenas, Michoacán; Tampico y Altamira, Tamaulipas, y Veracruz, así
como la sinergia positiva que ha alcanzado con los servicios portuarios y de
autotransporte le permite ser altamente competitivo a escala mundial
José Iniesta en 2005 notificaba que: “el grupo
ferroviario Kansas City Southern, Hutchison Ports México y la Administración
Portuaria Integral , harán oficial su alianza con las
principales navieras del mundo para el establecimiento del corredor intermodal
transpacífico entre este puerto y la ciudad de Kansas City, el cual hará
posible el tránsito de mercancías de Asia con destino a Estados Unidos a través
de este puerto y del territorio mexicano (…) esta ruta se erigirá como una
alternativa a las saturadas rutas logísticas entre Asia y Estados Unidos a través
de los puertos de Los Ángeles y Long Beach, California, las cuales enfrentan
problemas de congestionamiento ante la evolución que ha tenido el intercambio
comercial entre China y la
Unión Americana ”. De aquí el mote ruta Kansas-Shanghái.
Luis Hernández Navarro analiza la propuesta transísmica,
recorre la historia moderna del megaproyecto y llega a una conclusión
coincidente: el corredor
transísmico, la extensión de las ZEE, la pretensión de convertir a México en un
paraíso de la inversión, anuncian un inminente choque de estos proyectos con
los pueblos indígenas.
¿Cuándo cesará el maleficio McLane-Ocampo?
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=245182
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