24 de
marzo… ¿y la Triple A?
22 de marzo de 2018
Por Rolando Astarita
Los 24 de marzo se han
convertido en jornadas de movilización por las luchas en curso, de defensa de libertades
democráticas y denuncia de los gobiernos y partidos políticos que desde 1983
han asegurado la impunidad del aparato represivo de la dictadura. En este
último respecto se han denunciado, entre otras, las leyes de Punto Final y
Obediencia Debida de Alfonsín; los indultos de Menem; la designación de Milani
al frente del Ejército; o los intentos del actual gobierno de salvar a los
genocidas (por ejemplo, aplicando el 2 x 1). Pero también es fundamental
mantener la memoria de lo que fue la dictadura.
Sin embargo, existe un tema que apenas se menciona en las
recordaciones, a saber, los asesinatos, secuestros y torturas a militantes de
izquierda y populares, perpetrados por la Triple A , grupos parapoliciales y fuerzas
represivas. En particular, pocas veces se habla (a excepción de la izquierda
revolucionaria) de la responsabilidad de Perón, y de Isabel Perón, en estos
hechos. Por ejemplo, el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia , en
sus documentos publicados en ocasión de los 24 de marzo entre 2011 y 2017, rutinariamente
repite: “Denunciamos también los crímenes contra el pueblo que comenzaron a
ensayarse antes del golpe, en el Operativo Independencia de Tucumán y en el
accionar de la Triple A
y demás bandas fascistas en todo el país”. Eso es todo. ¿Y la responsabilidad
de los gobiernos de Perón y de Isabel Perón en el surgimiento y accionar de
esas bandas? ¿Y la denuncia por
la impunidad que garantizaron a los asesinos de la Triple A , y sus mentores,
los gobiernos desde Alfonsín a la fecha? Nada,
ni palabra.
La realidad, sin embargo, es que solo los asesinados por los
grupos parapoliciales, o la
Triple A , entre 1973 y marzo de 1976, que han sido
registrados, suman 683 (véasehttp://www.desaparecidos.org/arg/victimas/listas/aaa.pdf).
Pero algunas
estimaciones elevan la cifra total de asesinados a unos 900 compañeros. Según
el Anexo del Nunca Más, edición 30 aniversario del golpe militar, hubo más de
1100 casos de desapariciones forzadas de personas y ejecuciones sumarias entre
1973 y marzo de 1976. Agreguemos que un ensayo general de represión por
izquierda ocurrió en Ezeiza, el 20 de junio de 1973, cuando Perón volvió por
segunda vez al país. CNU (Concentración Nacional Universitaria), Comando de
Organización, la guardia militar de Osinde y elementos de la Juventud Sindical
asesinaron a una cantidad no especificada de militantes de la Juventud
Peronista. Oficialmente se reconocen 13 muertos y 356
heridos, aunque las cifras podrían ser mucho más elevadas. Pero nunca se hizo
una investigación oficial de esta masacre.
Más en general, la historia “oficial” nos dice que Perón retornó
para unir pacíficamente a los argentinos, y que la Triple A fue una creación
exclusiva de López Rega, posterior a la muerte del líder. Pero lo cierto es que
bajo su gobierno se desarrolló una intensa represión parapolicial, y hubo 63
asesinatos de militantes de izquierda y populares. Sergio Bufano hizo una
cronología, incompleta, de ataques por parte de grupos parapoliciales que puede
consultarse en Lucha
Armada en la Argentina, N° 3, 2005,
http://www.elortiba.org/old/pdf/Sergio_Bufano_Peron_y_la_Triple_A.pdf.
Escribe: “Si la memoria requiere de insumos precisos, la siguiente cronología
contribuye a registrar la violencia paraestatal producida durante la gestiones
de Lastiri y de Perón. La lista fue elaborada por el Latin American Studies
Association y publicada por la Universidad Nacional
Autónoma de México en 1978. Es incompleta y sólo se
registraron algunos de los atentados dirigidos contra los grupos de izquierda,
particularmente las organizaciones de base del peronismo vinculado a la organización
Montoneros. La lista culmina un día después de la muerte del
Presidente Perón”.
Otro dato significativo: bajo el gobierno de Perón se editaba la
revista El
Caudillo, dirigida por Felipe Romeo, cuyo lema era “el mejor
enemigo es el enemigo muerto”. El
Caudillo recibía
incontables fondos del Ministerio de Bienestar Social, y claramente era el
vocero de los grupos fascistas y parapoliciales. Jamás Perón puso algún reparo;
tampoco Isabel.
Después de la muerte de Perón los crímenes de la Triple A se
multiplicaron. Según Inés Izaguirre, “a partir de su muerte y hasta el final
del período constitucional, las bajas se multiplican por 25: los muertos por
17; los desaparecidos por 49”
(“El mapa social del genocidio”, en Lucha de
clases, guerra civil y genocidio en Argentina, 1973-1983, p. 94).
Durante todo este período los ataques al clasismo estuvieron en el primer
plano, no solo por parte de la
Triple A , sino también de las patotas de la burocracia.
Además, es un hecho que
los principales miembros de la
Triple A fueron nombrados por decreto, por Perón: Rodolfo
Almirón y Juan Ramón Morales habían sido dado de baja en la Policía Federal
(acusados de ilícitos con drogas) y fueron reincorporados y ascendidos. También
los comisarios Alberto Villar y Luis Margaride fueron elevados a jefe y
subjefe, respectivamente, de la Federal. Villar y Margaride fueron principales
organizadores de la
Triple A. Osinde y López Rega también fueron ascendidos por
Perón.
Otro hecho
significativo bajo la presidencia de Perón fue el llamado “Navarrazo”: el 28 de
enero de 1974 el teniente coronel Antonio Domingo Navarro asaltó a mano armada
a la casa de gobierno de Córdoba, apresó al gobernador Obregón Cano, al
vicegobernador Atilio López y a todos los ministros, quienes permanecieron
secuestrados. Hubo muertos y heridos, y el gobierno provincial fue depuesto.
Sin embargo, Perón no condenó el golpe ni repuso a las autoridades, y Navarro
fue premiado con el consulado argentino en Barcelona. Pero este solo fue el
punto más alto del ataque a gobernadores izquierdistas. Izaguirre escribe:
“En realidad, desde la
obligada renuncia de Cámpora, ya estaba planteada la ofensiva contra los
gobernadores más afines a la izquierda peronista. Todos ellos eran viejos
peronistas reconocidos por su lealtad a Perón, que habían sido permeables a la
incorporación de miembros radicalizados del peronismo, en especial de la JP. Todos habían sido
electos en las elecciones del 11 de marzo de 1973 y eran cuadros políticos
reconocidos en sus provincias. El papel de la CGT fue decisivo en la caída de
estos gobernadores –Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa Cruz y Salta– pero
también hubo denuncias y “depuraciones” en otras gobernaciones” (p. 92).
Agreguemos la postura
de Perón ante gobiernos de derecha en América Latina. Cuando el golpe contra
Allende, el gobierno de Lastiri reconoció inmediatamente a la dictadura de
Pinochet, y hubo maltrato a refugiados que llegaban a Ezeiza. Perón no abrió la boca. En mayo de 1974
Perón recibió a Pinochet y le dio su apoyo. Según Eduardo Luis Duhalde este
encuentro, lejos de ser protocolar, fue un antecedente del plan Cóndor. En las
Naciones Unidas Argentina fue uno de los pocos países que rechazaron proyectos
de condena a la violación de los derechos humanos en Chile en las Asambleas
Generales de 1974 y 1975. El 30 de septiembre fue asesinado en Buenos Aires el
general chileno Carlos Prats, refugiado en Argentina. En 1975 el gobierno de
Isabel condecoró a Pinochet con la
Gran Cruz de la Orden de Mayo al Mérito Militar. Por otra
parte, el gobierno de Perón también tuvo una actitud de colaboración con la
dictadura de Stroessner, de Paraguay; con la de Bordaberry , de
Uruguay; y de Banzer, de Bolivia. El sistema Cóndor nació a fines de 1975,
con activa participación argentina.
Todas estas cuestiones deberían entrar en los ejercicios de la
Memoria, y en los reclamos de justicia y castigo de los genocidas. Sin embargo,
amplios sectores del progresismo bienpensante evitan ahondar en esta historia,
y en especial en las responsabilidades de Perón. Además, cuando se planteó,
hace unos años, investigar su participación en la creación de la Triple A , la dirigencia
sindical puso el veto: “no jodan con Perón”. Desde entonces el tema se ha
convertido en absoluto tabú. Por eso, cuando en los documentos ad usum se menciona el terrorismo de derecha
previo al golpe, no se menta siquiera lo que hicieron los gobiernos peronistas,
entre 1973 y 1976, amparando ese terrorismo. O sea, se trata de “Memoria” en
dosis limitadas. De ahí que, frente a tanta hipocresía (¿no les da un poquito
de náuseas?), necesitamos contar esta vieja historia. Hay que decirlo con todas
las letras: cuando volvió al país Perón se rodeó de un montón de fachos
asesinos con el fin de atacar y aniquilar a la vanguardia obrera y a la izquierda. Lo cual
no impidió que el Partido Comunista y la izquierda nacional y popular votaran,
en 1973, alegremente por Perón. Esto es, por el equipo conformado por los López
Rega, Lastiri, Osinde, Lorenzo Miguel, Norma Kennedy, Yessi, Villar, Victorio
Calabró, Brito Lima, Giovenco y similares. Más, por supuesto, Isabelita. Todo
con el cuento de la “liberación nacional”. ¿Será por esto que se sigue
tapando toda esta inmundicia? ¿O es que estos recuerdos echan demasiado vinagre
en el menjunje de la unidad patriótica?
En cualquier caso, el
tema es ineludible a la hora de hablar de los antecedentes que pavimentaron el
camino al golpe de 1976.
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24 de marzo… ¿y la Triple A?
24 de marzo… ¿y la Triple A?
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