¿Prohibido pensar?
21 de abril de 2018
Por
Gilberto López y Rivas (La Jornada)
Los semilleros-conversatorios organizados por el EZLN, como el que tiene lugar
esta semana en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, constituyen espacios
abiertos al pensamiento crítico sobre lo que ocurre en México, –y en el ámbito
planetario–, con la imposición de la globalización neoliberal basada en la
guerra social, el despojo y la violencia sistémica y cotidiana propios de un
proceso de recolonización de nuestros países.
Recordamos, en esta dirección, una de las
tesis sobre las luchas antisistémicas del difunto subcomandanteinsurgente Marcos, que considero necesario asumir en su
profundidad y actualidad: “No se puede entender y explicar el sistema
capitalista sin el concepto de guerra. Su supervivencia y su crecimiento
dependen primordialmente de la guerra y de todo lo que a ella se asocia e
implica. Por medio de ella y en ella, el capitalismo despoja, explota, reprime
y discrimina. En la etapa de globalización neoliberal, el capitalismo hace la
guerra a la humanidad entera. (Escritos sobre la guerra y la economía
política. México, Pensamiento
Crítico Ediciones, 2017, p. 275)”
El análisis de la coyuntura electoral en curso
tiene sentido cuando se fundamenta en este contexto de mundialización
capitalista militarizada y criminal, en el que la democracia procedimental se
viene abajo y entra en una crisis sin retorno, caracterizada por la pérdida de
legitimidad y credibilidad de las entidades responsables de llevar a cabo,
vigilar y sancionar la pretendida legalidad de esos procesos electivos.
La entrada de dos conocidos delincuentes
electorales como candidatos supuestamente independientes a la Presidencia de la
República es una demostración más del palpable deterioro institucional del
Estado mexicano, desgastado gravemente por ese conflicto armado no reconocido, esto
es, la guerra que inició Felipe Calderón y continuó Enrique Peña Nieto.
Especialmente resulta grotesca, y fuera de
toda lógica jurídica, la resolución de los magistrados del Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) de avalar el registro del Jaime
Rodríguez Calderón, alias El
Bronco, en la boleta electoral para la Presidencia, cuando a todas luces
sus firmas de apoyo ciudadano fueron obtenidas por medios
fraudulentos; muchas eran apócrifas o simuladas; para respaldar otras miles ni
siquiera presentó credenciales de elector; además, utilizó para su campaña
recursos públicos, otros de procedencia desconocida o sospechosa, de empresas
fantasmas; no reportó millones de pesos al INE, y, por si esto fuera poco,
participaron en la recolección de firmas funcionarios de su fallida
administración estatal. Asimismo, la forma adulterada e ilegal de obtención de
apoyo ciudadano, el origen y ejercicio de los recursos monetarios de Margarita
Zavala, han sido muy cuestionados, y, es claro, ambos personajes de la
picaresca nacional no resisten una investigación judicial, al menos, por
presuntos delitos electorales y fiscales.
La campaña de apoyo ciudadano de María de
Jesús Patricio Martínez, en el otro polo equidistante, puso en evidencia la
calaña moral de la clase política profesional y la de la partidocracia, y
demostró una paradoja de los tiempos neoliberales, la izquierda antisistémica
es la única capaz de actuar con honestidad y con base en principios éticos,
respetando la legalidad y las reglas del juego, mientras las instituciones
gubernamentales violentan sus propias leyes y reglamentos, actúan con
discrecionalidad, acorde a sus intereses de clase, y son los principales
enemigos del sistema de democracia representativa capitalista. El proceso
electoral, en consecuencia, estará marcado por lo que ya se vislumbra como
elección de Estado, que, en el caso mexicano, se caracteriza por un desvío de
poder, esto es, por su carácter delincuencial. Esto significa que los poderes
fácticos, los grupos mafiosos dominantes que lo sostienen, serán los que en
última instancia decidirán quién puede garantizar la continuidad del sistema de
explotación-dominación capitalista imperante y utilizarán los aparatos
represivos con los que cuenta el Estado, legales y clandestinos, para tratar de
imponer su candidato.
Por otra parte, la propuesta del Congreso
Nacional Indígena y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, de conformar
un Concejo Indígena de Gobierno, cuyo propósito es la reconstitución de los
pueblos originarios, el establecimiento de alianzas con los explotados y
oprimidos del país, conformando redes territoriales de apoyo y organización,
coincide plenamente, con otra de las tesis del fallecido sub Marcos: las grandes transformaciones no empiezan arriba
ni con hechos monumentales y épicos, sino con movimientos pequeños en su forma
y que aparecen irrelevantes para el político y el analista de arriba. ( Ibíd., p. 276)
En esta guerra contra la humanidad, en la que está en juego la
sobrevivencia misma de la especie humana, los pueblos originarios de todos los
continentes constituyen los sectores socio-étnicos mejor preparados para
enfrentarla debido a sus formas de organización y toma de decisiones
tendencialmente colectivistas, que, en muchos casos, conlleva la formación de
autogobiernos y la adopción de economías redistributivas y autosustentables, y,
sobre todo, de cuidado de la
Madre Tierra ; a sus resistencias en defensa de los
territorios asediados por las corporaciones capitalistas, en las que el crimen
organizado amenaza directamente no sólo territorios sino también la existencia
de la cultura indígena y la vida misma de los integrantes de los pueblos
originarios.
Particularmente, en América Latina, los pueblos indígenas están en
lucha permanente contra los neolatifundistas y sus modernas guardias blancas,
ahora, con el uniforme de las compañías de seguridad; contra las consorcios que
intentan adueñarse de las semillas e introducir variedades transgénicas; contra
las empresas mineras que envenenan con mercurio y cianuro todo el entorno
circundante, contaminando ríos y corrientes subterráneas; contra la
privatización del agua; contra los megaproyectos carreteros, eólicos,
turísticos e hidroeléctricos; en suma, contra todo lo que apoya la clase
política que aspira a gobernar en nombre de la democracia y el progreso.
La lucha continúa. Hay vida después del primero de julio.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=240632
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