Ciencia que contamina
14 de abril de 2018
Por Darío Aranda
Mundo Eco
El extractivismo minero, petrolero y
transgénico cuenta con sectores científicos como socios y legitimadores. El
Ministerio de Ciencia y el Conicet impulsan el agronegocio, el fracking y la
explotación de litio.
Ciencia para qué. Ciencia para quién. ¿Para
Bayer y Monsanto o para campesinos? ¿Ciencia para Barrick Gold o para los
pequeños pueblos cordilleranos? El ministro de Ciencia, Lino Barañao, es un
impulsor del agro transgénico y comparó al herbicida glifosato con “agua con
sal”. El “Plan 2020” ,
diseñado durante el kirchnerismo y aún vigente, establece que el agronegocio es
pilar fundamental del modelo científico local. Se suma la explotación petrolera
y la minería de litio.
En 2009 Andrés Carrasco, director del laboratorio de embriología
molecular de la UBA y ex presidente del Conicet (Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina), difundió una
investigación que confirmaba que el glifosato -el agrotóxico más utilizado del
país- producía malformaciones y era letal en embriones anfibios. Su trabajo, en
un contexto de creciente denuncia a las fumigaciones, provocó un quiebre en el
debate sobre las consecuencias del modelo agropecuario. Nunca antes, en Argentina,
un científico de su talla se había animado a denunciar las consecuencias
sanitarias del agronegocio.
Carrasco sufrió una embestida de las empresas de agrotóxicos, los medios de comunicación que promueven el modelo
(Clarín y La Nación, entre otros) y también del kirchnerismo, impulsor del
modelo transgénico. Lino Barañao fue la espada del Gobierno. Atacó al
científico desde diversos espacios, pero dos notorios fueron del congreso anual
de Aapresid (Asociación de Productores de Siembra Directa), impulsores de
transgénicos, y en el programa de televisión de Héctor Huergo, director de
Clarín Rural, lobista agropecuario. Pero la mayor defensa al herbicida Barañao
la realizó en la radio de Madres de Plaza de Mayo: “El glifosato es como agua
con sal”. Ningún funcionario kirchnerista lo cuestionó. Ya como funcionario de
Mauricio Macri, lo volvió a defender en una entrevista en Clarín: “Con los
antibióticos también hay mal uso y muertes, y nadie se queja”.
Conicet S.A.
El Conicet es el mayor ámbito de ciencia del
país, con más de 9 mil investigadores. “El sector productivo, con un lugar en
el Conicet”, tituló la
revista Fortuna (dedicada al sector empresario) en marzo de
2017. Celebró el nombramiento de Graciela Ciccia en el directorio del Conicet.
Ciccia estaba al frente del área de Innovación
del Grupo Insud, empresa de Hugo Sigman, multifacético empresario que posee
desde laboratorios farmacéuticos hasta la editorial Capital
Intelectual , el mensuario Le Monde Diplomatique, fue
productor de la
película Relatos Salvajes y es accionista del laboratorio
Biogénesis-Bagó, dedicada a la biotecnología. Sigman es también accionista de
Bioceres, que desarrolla semillas transgénicas, donde también tiene
participación accionaria Gustavo
Grobocopatel, “el rey de la soja”. Desde Bioceres desarrollaron una soja
transgénica resistente a la sequía, proyecto dirigido por la científica Raquel Chan
(investigadora del Conicet y directora del Instituto de Agrobiotecnología del
Litoral).
La llegada de Graciela Ciccia al directorio
del Conicet es una muestra más del poder del agronegocio en el mayor ámbito de
ciencia del país. Ciccia, al igual que Sigman, son miembros fundadores de la Cámara Argentina
de Biotecnología, donde participan todas las empresas que impulsan transgénicos
y agrotóxicos.
Petróleo y minería
“Modelos de desarrollo en la era de la
información: globalización, tecnología y empresa red”, fue el título de la
“conferencia magistral” que el sociólogo español Manuel Castells brindó junto a
Barañao en marzo de 2016 en el Centro Cultural de la Ciencia de la Ciudad de
Buenos Aires. Su exposición, de 90 minutos, tuvo variados momentos de
celebración al extractivismo. El más explícito fue en el minuto 67: “Dicen que
Argentina es uno de los países con mayores reservas de petróleo del mundo.
Tienen que hacer como Estados Unidos, darle duro al fracking y ya veremos qué
pasa con los movimientos ecologistas”, propuso. A su lado, Barañao sonreía.
En junio pasado, el Ministro brindó una
extensa entrevista a la “Revista Petroquímica. Petróleo, gas, química y
energía”, patrocinada por empresas extractivas. Resaltó la importancia central
que el Ministerio y el Conicet le dan a la actividad petrolera y minera, con
fondos, investigadores y becarios. “Tenemos una participación muy directa a
través de Y-TEC, la empresa creada entre YPF y el Conicet, donde existe un
número importante de investigadores y becarios que están trabajando para
resolver problemas del sector, que van desde el uso de fibra óptica para el
monitoreo de la producción de petróleo bajo el método de fracking hasta el
desarrollo de arenas para esa misma tecnología y de sustancias hidrofóbicas
para separar crudo de agua”, señaló. Celebró el impulso a la explotación de
litio y apoyó el desarrollo de la megaminería: “Estamos trabajando en lo que se
ha dado en llamar minería inteligente, practicada en forma sustentable y sin
los efectos ambientales asociados a la actividad. Sucede
que el país no puede prescindir de la actividad minera”.
Periodismo extractivo
Diego Golombek es doctor en biología,
investigador del Conicet y señalado por el establishment académico como uno de
los mayores “divulgadores” de la ciencia. Director de la colección “Ciencia que
ladra”, columnista del diario La Nación y autor de una decena de libros. Nunca
cuestiona el extractivismo. Al contrario. Una muestra: en agosto de 2015
participó de una disertación (“La ciencia al servicio del agro”) organizada por
la empresa de agrotóxicos Rizobacter.
“Al haber estudiado una carrera científica, al
trabajar en un laboratorio, uno de los destinatarios principales es el área
productiva. Y si en Argentina hablamos de producción es igual a campo, el campo
tecnológico, no el campo tradicional y artesanal”.
Junto a Héctor Huergo (de Clarín Rural) y a
Beatriz “Pilu” Giraudo (Aapresid), fue peyorativo con la agricultura campesina
y celebró al agronegocio. “El campo era sólo plantar y ver qué pasaba. Pero las
innovaciones tecnológicas (transgénicos) produjeron una revolución en el campo.
Lo que hace que el campo pueda seguir siendo la base de sustentabilidad del
país. Si se hubiera quedado en el campo familiar, de peones, no hubiera durado
ese modelo”. Golombek también es funcionario. Es el responsable del Programa
Nacional de Popularización de la Ciencia y la Innovación (del Ministerio de
Ciencia).
El modelo
Cristina Fernández de Kirchner anunció por
cadena nacional en 2013 el “Plan Argentina Innovadora 2020” (conocido en el ámbito
científico como “plan 2020” ).
Estaba junto a Barañao en el escenario. “El Estado desarrolla la ciencia y la
tecnología para agregar valor a la producción de Argentina”, afirmó la Presidenta. Lino Barañao
explicó la política científica: “Durante años la situación de los cerebros era
más vergonzosa que la del petróleo, regalábamos cerebros en pie sin obtener
nada a cambio. Hoy recuperamos un capital intelectual que estaba en el exterior
y que vuelve con más conocimientos. La ciencia y la tecnología son el motor del
desarrollo y de la prosperidad”.
Entre los ejes principales del plan científico sobresalen la
biotecnología (base del agronegocio) y la nanotecnología (manipulación de la
materia en la escala de un nanómetro, la milmillonésima parte de un metro, que
si bien ofrece oportunidades para la sociedad también conlleva profundos
riesgos sociales y ambientales, no solo porque potencia a la biotecnológica,
sino también porque incluye manipulación atómica). “Las tecnologías se
aplicarán en distintos sectores socio-productivos y en entornos territoriales
determinados, a fin de generar ganancias cualitativas significativas”, precisó
la gacetilla del Ministerio de Ciencia. Entre las actividades destacadas figura
el agro y la energía.
Como logro de la gestión también destacaron la
creación de la ya mencionada Y-TEC, alianza entre YPF y el Conicet que impulsa
nuevas formas de explotación petrolera y la minería de litio (muy cuestionada
por sus consecuencias sociales y ambientales, además de violar derechos
indígenas en Jujuy y Salta). El Grupo de Gestión de Políticas en Ciencia y
Técnica (espacio autoconvocado conformado por una veintena de académicos)
cuestionó el Plan 2020, aunque no por su perfil extractivista. “Las políticas
aplicadas en los últimos años han sido, esencialmente, orientadas a apoyar al
sector privado, aunque éste no ha dado las respuestas esperadas”, cuestionó en
octubre de 2013.
Recordaron que desde el ministerio conducido
por Barañao había prometido que, con años de ayuda estatal, la inversión
privada en ciencia pasaría del 30 al 50 por ciento (entre 2006 y 2010). Pero
nada de eso sucedió. El nuevo plan fijó que ese aumento estará en 2020. “A
pesar de venir tropezando con la misma piedra desde hace años, se sigue
insistiendo, inexplicablemente, al sector privado para que articule con el
sector público para el desarrollo de sus proyectos. Es un fracaso atribuible a
que se apoyaron en un sector que no movió el amperímetro de la inversión en
diez años”, sentenció el Grupo de Gestión de Políticas en Ciencia y Técnica.
Kirchnerismo
Roberto Salvarezza llegó a la presidencia del
Conicet de la mano de Lino Barañao, que se lo propuso a inicios de 2012.
Acompañó todas las políticas impulsadas por el Ministro pero no continuó al
asumir Macri. Dejó la dirección del Conicet y comenzó a cuestionar a Barañao,
con especial eje en el ajuste que implementó el Gobierno (con más de 500
investigadores fuera de la carrera científica).
Salvarezza tuvo directa relación en la
negativa de promoción de Andrés Carrasco (forma de castigo por haber denunciado
las consecuencias del glifosato). “Al Presidente del Conicet (Salvarezza) le
cabe toda la responsabilidad de haber firmado la resolución que niega mi
promoción. Ni siquiera echó una mirada sobre cómo fue el procedimiento. Él sabe
que al firmar convalidó la injusticia”, denunció Carrasco semanas antes de
fallecer. Durante su gestión al frente del Conicet, Salvarezza impulsó que la
biotecnología sea política de estado, al igual que el apoyo a investigadores
para fracking y minería (incluida la creación de un instituto para explotación
de litio en Jujuy).
Salvarezza encabezó la lista de diputados del
kirchnerismo en las últimas elecciones. Cuestiona a Barañao y al ajuste, pero
acuerda con el modelo científico.
Voces
Mirta Varela es investigadora del Conicet y de
la Universidad de Buenos Aires. Días antes de la votación presidencial de 2015
(cuando diversos académicos llamaban votar a Daniel Scioli) escribió una dura
crítica sobre el modelo científico, que le provocó advertencias en un clima
polarizado. Varela, lejos de callarse, amplió en una entrevista: “Es de una enorme irresponsabilidad
no ver las consecuencias de fomentar este modelo de ciencia. Entrás a la página
del Conicet y son públicos los convenios. Son claras las políticas de
muchísimos recursos para el modelo transgénico y, en los últimos años, con YPF
y el fracking. Y claro que dejan de lado los grandes cuestionamientos que
tienen esas actividades. Es de una enorme irresponsabilidad no ver las
consecuencias de fomentar este modelo de ciencia. Los científicos ya no pueden
negar los efectos de los agroquímicos, las enfermedades, las transformaciones
en la sociedad, migraciones, la tierra en pocas manos. No hay peor ciego que el
que no quiere ver”.
A Varela le pareció positivo y apoyó el
aumento de presupuesto durante la gestión kirchnerista, pero también reconoció
que incidió en la ausencia de postura crítica. “Así se explica que el ministro Barañao
diga que los agroquímicos son como antibióticos, una barbaridad, y ningún
científico le salga al cruce. Eso demuestra que estamos en problemas”, afirmó. Y apuntó a
las responsabilidades individuales: “Si los científicos contribuyen a producir
conocimiento que permite el extractivismo, les cabe toda la responsabilidad de
las consecuencias ambientales y sociales que sus dichos o prácticas puedan
acarrear”.
Maristella Svampa, socióloga, investigadora y docente
universitaria, es reconocida por su trabajo sobre extractivismo y acompañar a
asambleas socioambientales. En noviembre de 2016 recibió el Premio Konex de
Platino por su trabajo académico. Y en su discurso apuntó al modelo científico
y universitario. “Vivimos un mundo cada vez más brutal, más complejo y
desigual, en el cual dominan las grandes corporaciones, las que en alianza con
los diferentes gobiernos han penetrado fuertemente el sistema científico,
académico y tecnológico (…) Existe un persistente intento de colonización del
discurso público y de apropiación de la ‘ciencia’, basado en la idea de que
sólo es ‘científico’ aquello que es afín o funcional a los modelos dominantes,
mientras que las visiones que cuestionan dichos modelos son marginadas o en el
límite, descalificadas y acusadas de ‘falta de cientificidad'”.
Svampa cuestionó el uso de agrotóxicos, el fracking y la megaminería. Rechazó
la sumisión del ámbito científico y la universidad pública a las empresas, y
afirmó que el desafío es generar “un saber experto riguroso e independiente,
con compromiso social, en una perspectiva de bienestar y de cuidado de las
personas y los territorios, que piense en el mediano y largo plazo, y que tenga
la dignidad de colocarse por encima tanto de los oficialismos de turno como de
los intereses del poder económico”.
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