La inevitable vuelta
del progresismo,
ante la falta de
sustento de la derecha
2 de abril de 2018
Por
Carlos Verón De Astrada (Rebelión)
Los tardíos efectos de la crisis del 2008 socavaron los proyectos
progresistas en América Latina. Los sensibles achaques comenzaron con Honduras,
siguieron con Paraguay, y más adelante con Brasil y Argentina, con juicios
políticos y derrota electoral. Después vendrá Ecuador y su singular tropiezo.
Ese escenario otorgó a la derecha de la región
una perspectiva aparentemente promisoria. El nuevo paisaje parecía reportar la
recuperación de la derecha, hasta el punto que más de un analista habló del fin
del ciclo progresista. Pero los signos ideológicos no aparecen y desaparecen
para reaparecer, por imperio de las meras alternancias promovidas desde las
proclamas mediáticas. Hace más de siglo y medio alguien advirtió que la
realidad social debe ser analizada en el contexto de un proceso histórico, proceso
en el que se registran coyunturas que dan movimiento a ese proceso. Y desde
esos presupuestos vemos que la coyuntura actual está confirmando que los signos
políticos están sustentados en modelos socio-económicos que a su vez se
sustentan en las condiciones estructurales globales.
Y si observamos el macro escenario, podemos constatar con claridad
que hay un marcado resquebrajamiento del sistema de dominación que se consolida
desde fines del siglo XIX y que adquiere su punto más alto a mediados de la
década de los 70 del siglo XX. Ese sistema u ordenamiento mundial que provocó
dos conflagraciones mundiales y posteriormente la consolidación de un polo de
poder en EEUU, entró en un proceso de crisis que parece irreversible, proceso
caracterizado por una dispersión de poder ocasionando tensiones que abarcan
todo el planeta. Y en este macro escenario es que se registró la emergencia de
los gobiernos progresistas en América Latina, emergencia que se debilita con la
caída de los precios de los commodities consecuente de la crisis del 2008. Y es
en este reflujo que la derecha latinoamericana con los auspicios de ese polo de
poder mundial en decadencia, se propone retomar el control social de la región. Mas esa
aparente reactivación neo conservadora, en muy corto plazo encontró sus
límites, los límites marcados por la crisis global.
Las viejas políticas de ajuste con los costos
sociales consabidos de recortes salariales y pensiones, despidos masivos, están
produciendo tensiones sociales, poniendo en entredicho esa fallida
reactivación.
Las calles de nuevo se calientan
Las plazas y calles de Argentina y Brasil
están colmadas de masas enardecidas que no están dispuestas a soportar esas
políticas.
Es así que este escenario insurreccional da cuenta de la
inconsistencia de ese ilusorio rebrote neo conservador en América Latina. Esa
fuerte tensión social consecuente puede verse reflejada en las elecciones a
realizarse en América Latina este 2018, año que puede constituirse en el punto
de inflexión hacia la vuelta del progresismo en la región.
Paraguay, Colombia, México y Brasil tienen
elecciones este año. Sin lugar a dudas, los resultados de las elecciones en
México y Brasil son determinantes para la inflexión. A la fecha
y de lejos, López Obrador es el favorito para México. En Brasil, si bien la
situación del claro favorito Lula Da Silva es jurídicamente incierta, se puede
estimar con solidez que el candidato del PT ganará las elecciones, en vista de
que si Lula es inhabilitado por la administración de justicia de su país, es
seguro que el candidato que tenga su aval llegará al triunfo.
En estos dos grandes estados latinoamericanos,
el desprestigio de la derecha es tan grande que no han podido lograr
candidaturas con alguna chance.
En Colombia la situación es aún bastante incierta,
pero hay indicios de que la figura de Gustavo
Petro, candidato progresista, puede lograr la victoria. En Argentina
se observa un progresivo deterioro del gobierno de Macri lo que puede avizorar
la vuelta de Cristina al gobierno.
Paraguay y su proceso
En Paraguay, a partir del año 2008 hay un
inédito crecimiento de la conciencia popular con la experiencia del gobierno de
Fernando Lugo, gobierno que fuera abruptamente truncado por un grotesco golpe
parlamentario en el 2012. Esa conciencia popular nueva proviene de los avances
sociales logrados por el gobierno de Lugo que si bien no pudieron ser muy
grandes dadas las tremendas dificultades en un parlamento adverso y los
poderosos recursos de los poderes fácticos, hicieron sentir a la gran mayoría de
la población que era posible una sociedad más equitativa. Idea novedosa porque
esa posibilidad tuvo pocas o nulas posibilidades en un país sin tradición
democrática a lo largo de su historia. En el 2010 se funda el Frente Guasu,
articulación de organizaciones progresistas sin antecedentes históricos por las
razones aludidas.
Es así que Fernando Lugo y el Frente Guasu se constituyen
en el referente histórico que a pesar de las dificultades inherentes a la falta
de condiciones para una articulación de organizaciones de izquierda, no
solamente que se sostiene, sino que tiende a crecer sin pausas.
Amparados en un artículo de la Constitución Nacional
que imposibilita la reelección en Paraguay, la reacción impidió sacar del
camino a la única figura que podía disputar la presidencia a la derecha, Lugo.
Y si bien es cierto que como salida táctica el Frente Guasu constituye alianza
con un partido tradicional como el partido Liberal para disputar la
presidencia, el rol de cambio en el Paraguay estará dado por la bancada en el
Senado del Frente Guasu que de acuerdo a las encuestas, está llamada a ser la
segunda fuerza política del país. Siendo así, pareciera que estamos asistiendo
a un punto de inflexión histórico que haría que Paraguay desde el Frente Guasu,
acompañe la reactivación progresista en la región.
Perspectivas
Para los apurados puristas que no conciben el
cambio sino con los cambios radicales de un socialismo proclamado en el siglo
XIX y que alcanzara su pico en la primera mitad del XX, debe quedar claro que
los gobiernos progresistas de América Latina no van a socializar los medios de producción. Pero habrán de apuntar a una
sociedad más equitativa, y sobre todo un proceso de desprendimiento de la
hegemonía norteamericana que tanto daño ocasionó y sigue ocasionando a nuestros
pueblos.
Mas si bien es cierto que no habrá revolución socialista radical,
lo que sí es importante, es que a la luz de la experiencia, en la vuelta ,
estos proyectos deberán saber que si no se le saca poder a los poderes fácticos
y principalmente al oligopolio mediático, para en contrapartida, dar mayor
poder al movimiento popular, los proyectos de cambio estarán siempre en la
cuerda floja. Esperemos que las lecciones de la historia alumbren el nuevo
camino hacia una América Latina autónoma e independiente.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=239771
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