¿Dignidad o votos?
La postración de Gustavo Petro
24 de abril de 2018
Por
Renán Vega Cantor (Rebelión)
“Bienaventurados sean los perdedores, y
malditos sean quienes confunden el mundo con una pista de carreras y lanzados a
las cumbres del éxito trepan lamiendo hacia arriba y escupiendo hacia abajo”.
Eduardo Galeano
La altura moral, el compromiso ético, el desprendimiento, la solidaridad y el amor a la justicia de una persona, cualquiera que ella sea, se demuestran en los instantes de dificultad, cuando hay que enfrentar retos y desafíos apremiantes, que exigen claridad meridiana y muestran la real estatura de un ser humano. Esos atributos que, además deberían caracterizar a un político que se reclama de izquierda, no pueden estar sujetos al vaivén de un certamen electoral, algo efímero y circunstancial.
Uno de esos momentos críticos es el que ahora estamos viviendo en Colombia, a raíz del montaje orquestado entre la DEA y el Estado colombiano contra el dirigente de las Farc, Jesús Santrich, quien fue hecho prisionero el 9 de abril por el régimen de Juan Manuel Santos. Este acontecimiento ―y cualquiera con dos dedos de frente entiende que es una infamia para darle la patada final al fallido acuerdo entre el Estado colombiano y las Farc― requiere de circunspección, para no creer las mentiras de los Estados Unidos, a través de una agencia nocivas y criminal, la DEA, en mutuo acuerdo con sus vasallos de la Fiscalía y el gobierno de Santos.
Se esperaría, no por oportunismo político, sino por dignidad –algo que parece estar en vías de extinción en Colombia y el mundo– que
Aquí empieza la cadena de irresponsabilidades. ¿Acaso se le puede pedir seriedad a un personaje como el Fiscal General ―una ficha de Uribe, Santos y Vargas Lleras, es decir, de la felonía y la impunidad― y avalar como pruebas indiscutibles los inventos proporcionadas por Estados Unidos? Por favor, no nos crea tan ingenuos de aceptar que lo que diga el Fiscal y las falsas pruebas que muestre –que, recordemos, se las envió la DEA y una corte de los Estados Unidos– son elementos suficientes y creíbles para considerar como normal lo que se está haciendo contra Santrich y contra lo poco que quedaba del agónico acuerdo. Con esa lógica tan pobre y elemental, ¿deberíamos creer a pie juntillas, en la misma dirección, y para refrescarle la memoria a
Ese mismo día, 10 de abril, Petro envió otro mensaje de Twitter en el que afirmó: “ De la dirección de las Farc esperamos no un espíritu de cuerpo en defensa de su integrante sino el bien superior de Colombia:
En otro de los mensajes de ese día, Petro agregó: “Será la sección (sic) dd (sic) la JEP la que le notificará a la sociedad colombiana si los hechos ocurrieron después de la firma del acuerdo. Solo así surtirá el tratado de extradición. La JEP mostrará ente (sic) Colombia su pertinencia y el Presidente debe contar con todo el apoyo de Colombia”. Dejando de lado la ortografía y escritura, que parece el twitter permite eludir, digamos que Petro ya acepta la condena proferida contra Santrich desde los Estados Unidos, dando por supuesto que los hechos existieron y que solamente se debe corroborar si fueron antes o después de la firma del acuerdo del Colón. Qué estrechez de miras, aceptar de buenas a primeras lo que se dice en Estados Unidos y que tanto gravita sobre el presente y el futuro de nuestro país, para aceptarlo como válido. ¿Por qué Petro no pide que primero se indague cómo fue el montaje y cómo se hizo, a quien beneficia, en lugar de aceptar las infamias contra Santrich?
Y, como no podía faltar, remató sus mensajes de ese día 10 de abril en twitter con una perla, la que el establecimiento, la derecha y los arrodillados querían escuchar, y a los que él satisfizo con plenitud: “Queda (sic) a prueba las instituciones de
Es decir, Petro termina siendo igual a los candidatos de derecha y de centro derecha –como los inefables Sergio Fajardo o Humberto de la Calle– en lo relativo a un punto tan álgido como lo es el de la extradición y las relaciones con los Estados Unidos. En efecto, Petro no cuestiona de ninguna forma la imposición de los intereses de los Estados Unidos en su orquestada Guerra contra las Drogas, ni se pregunta qué hace una agencia como la DEA en Colombia, moviéndose en nuestro territorio como si este fuera un barrio de los Estados Unidos, ni tampoco menciona el tema de fondo, el de la soberanía colombiana. Todo lo acepta como un buen alumno de la sumisión, con el único y exclusivo fin, de ganar votos. ¿De quién? El supone, con optimismo, que así la extrema derecha le endosara sus votos y luego lo dejará gobernar, ante un hipotético triunfo en las próximas elecciones. ¡Soñar no cuesta nada! ¡El problema es que Colombia no es un país de sueños, sino de macabras pesadillas!
Por nuestra parte, nos parece que no debe endosarse la dignidad por afanes electorales de ocasión, porque nunca hemos creído en la supuesta virtud transformadora de las elecciones, y además pensamos que lo mejor es hablar claro y a tiempo, sin temor de afectar a esta o aquella campaña. Por eso, decimos, el comportamiento de
Hacia el futuro inmediato y lejano, y cuando se haya decantado este bochornoso montaje, lo que va a quedar no es la búsqueda de votos, sino la postura vergonzosa de todos aquellos que no fueron capaces de distanciarse de las mentiras y de las calumnias propaladas en esos momentos contra Jesús Santrich y que se limitaron a repetirlas como loros mojados y a secundarlas. Y
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=240760
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