Mendoza huele a victoria
30
Diciembre 2019
Por Claudia Rafael
(APe)
Siempre
habrá que dormir con un solo ojo, como un gigante alerta. Pero la victoria está
ahí. Al alcance de la mano.
El viento brujo del cañaveral y los hondazos de sueños de
cada uno de los canales mendocinos –como sabiamente los define la zamba-
salieron a la vera de los caminos en defensa del agua. El pueblo mendocino en
las calles volvió a torcer el brazo del poder político connivente con las
megamineras. En una pugna por el agua que no cesa. Que ya es larga en el tiempo
y que ha tenido grandes hitos -como el de lograr antes de este final de 2019 la
derogación de la ley 9209 que abría nuevamente las puertas a la utilización del
cianuro, el mercurio y el ácido sulfúrico en la minería- pero que siempre está
ahí. Con las garras de las multinacionales dispuestas a lanzar sus zarpazos en
los momentos menos esperados. Y las asambleas por el agua lo saben. Lo intuyen.
Lo avizoran todo el tiempo.
El lobby megaminero es tenaz. Y
tiene tentáculos que todo lo abarcan. Intentan contaminar las luchas.
Despiertan los demonios escondidos en los escritorios y en las oficinas.
Inventan idiomas que buscan convencer de miles de trabajos que llegarán para
quedarse y que nunca son. Saturan los oídos de silbidos de sirenas dispuestos a
encantar a los trabajadores sin empleo, a los padres y madres desocupados, a
los obreros sin palas ni martillos.
Porque a pesar de verse obligado, a contramano de sus
deseos, a votar por la derogación, el senador Alejandro Abraham fue claro y
representó, seguramente, lo que otros no se atrevieron: “No estamos derogando
una ley, sino una posibilidad de tener trabajo, de que los empresarios se
queden en nuestra provincia”.
Pero los pueblos han sabido desde siempre que el agua es sagrada.
Como los cerros que la
cobijan. Y que las megamineras sólo traerán acequias de
venenos y ya no cantos con una historia de duendes de agua para poblarnos la piel de tonadas. Y saben bien que al irse olvidarán sus ríos
cianurados y sus napas infectadas de ácidos.
Lo saben porque ya lo vivieron los ríos Jachal, Potrerillos, Blanco, Palca
y Las Taguas, en San Juan, cianurados con metales pesados, sales y cobalto que
se distribuyen democráticamente desde las redes domiciliarias.
Lo saben porque la historia ha sido testigo de cómo las megamineras
buscan el agua pura como maquinarias rabdomantes devoradoras de la vida y se
instalan en las orillas de los ríos. Y se devoran millones de litros de agua
dulce por día, uno de los bienes más escasos de la tierra, mientras hipotecan
la entera vida de la infancia.
Habrá que dormir semidespiertos. A sabiendas de que el monstruo de mil tentáculos
siempre estará allí. A la espera de distracciones. Pero la victoria fue
posible. Sólo porque la calle tuvo la potencia de los que resisten.
Colectivamente. Y de pie.
http://pelotadetrapo.org.ar/mendoza-huele-a-victoria.html
Fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2020/01/19/argentina-mendoza-huele-a-victoria/
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