La doble naturaleza
del “paro nacional”
29 de enero de 2020
Por Fernando Dorado (Rebelión
De cara al
Encuentro Nacional de Organizaciones Sociales que se realizará en Bogotá los
próximos días 30 y 31 de enero de 2020, es importante reflexionar sobre los
acontecimientos ocurridos alrededor de la movilización social y política que se
desencadenó a partir del 21 de noviembre de 2019 (21N), intentando precisar
algunos de los temas que seguramente se debatirán en ese encuentro nacional.
Comprender la naturaleza del
movimiento que se desató el 21N es necesario para definir los pasos a seguir,
tanto para alimentar la dinámica de la protesta social como para identificar la
forma como las diferentes clases sociales y sus expresiones políticas
interpretan lo que ocurrió (lo real, fáctico) y cómo construyen su relato de lo
sucedido (lo Real, simbólico) para obtener réditos en su favor.La naturaleza de la movilización se puede entender teniendo en cuenta varios aspectos: 1. Sectores sociales participantes; 2. Contenido de las reivindicaciones y aspiraciones; 3. Formas organizativas y dinámicas de acción; 4. Comportamiento frente al Estado y la sociedad; 5. Expectativas frente a los resultados de las luchas. El conjunto de estos factores permite identificar las principales características del movimiento teniendo como referente lo acumulado. En anteriores artículos hemos tratado el tema. [1]
La irrupción en el escenario de la lucha social colombiana del Precariado [2] (que muchos analistas llaman “clases medias”) es un hecho de máxima importancia que contribuye a dinamizar y fortalecer la lucha de los sectores sociales que tradicionalmente se han movilizado. En medio de la movilización de todos los sectores sociales (nuevos y tradicionales) se destacan las mujeres y
Cientos de miles de personas salieron a protestar por diversos motivos; muchos sin ni siquiera conocer las reivindicaciones planteadas por el Comité de Paro. El acumulado de problemas que sufre el pueblo colombiano sumado a la incapacidad del gobierno de Duque, crearon un clima de inconformidad que explotó con relativa fuerza el 21N. Paralelo a los 13 ejes y 104 puntos del pliego de exigencias, los temas que movilizan a la gente tienen que ver con la consolidación de la paz, el asesinato de líderes sociales, la desigualdad social y económica, la corrupción política y la defensa del medio ambiente.
En cuanto a las formas organizativas y dinámicas de acción se pueden identificar las “tradicionales” y las “nuevas”. Las primeras giran alrededor del comité de paro y de las organizaciones que lo integran: sindicatos de trabajadores y/o organizaciones sectoriales de maestros, estudiantes, indígenas, campesinos, etc., y se expresan mediante marchas, bloqueos de vías, plantones, etc. Las segundas se auto-convocan por las redes, movilizan personas “no organizadas” o con formas nuevas de organización (colectivos ambientalistas, ciclistas, barristas, grupos culturales, de género, etc.). En Bogotá estos sectores se hicieron más visibles con las marchas-concierto, caminatas periféricas no centralizadas en torno a la Plaza de Bolívar y otras actividades similares.
En relación al comportamiento frente al
Estado y a las expectativas, se perciben algunas diferencias. Los sectores
sociales que se han movilizado tradicionalmente están pendientes de la
negociación con el gobierno; quieren obtener resultados inmediatos. Los
sectores “nuevos” tienen otras lógicas: desean acumular una fuerza masiva, se
esfuerzan por ganar opinión pública y entusiasmar a más gente, fortalecer el
movimiento mismo y forzar cambios sustanciales sin necesidad de negociar con el
gobierno.
Es evidente que nos encontramos frente
a un movimiento social en evolución, que porta en su interior una doble naturaleza, que se
imbrica, se entrelaza, se hace complejo, pero a la vez, se diferencia, se
aclara, se hace simple. Es marcadamente reivindicativo cuando se lo identifica
con el comité de paro, pero a la vez, es bastante político cuando otros actores
expresan su contenido (caso de los “artistas”). Tiene una dirección formal que
convoca (pero no dirige ni retroalimenta) y cuenta con una dirección real que
está interiorizada en los cientos de miles de personas que se movilizan o
apoyan Esa doble naturaleza es un problema cuando se la pretende negar o no se
Veamos un ejemplo: para los dirigentes
sindicales y/políticos que están pendientes de los resultados inmediatos, ya
sea para justificar su papel o para lograr réditos de diverso tipo, los logros
obtenidos por el movimiento pasan desapercibidos porque no han sido
formalizados en una acta de negociación con el gobierno. Por ello, en su afán
inmediatista y formalista, no logran retro-alimentar el movimiento con los triunfos
alcanzados (el gobierno se echó para atrás en varios de sus proyectos frente a
pensiones y otros asuntos), y al estar pendientes de la negociación con el
gobierno envían un mensaje de debilidad.
Esa incapacidad para conectarse con el
movimiento genera una especie de estrés entre los dirigentes sociales y
políticos tradicionales que los lleva a actuar en forma contradictoria: unos,
se centran en ampliar o recomponer la representación de los sectores sociales
en el comité de paro; otros, en ampliar o reducir el contenido de las
exigencias; unos más, en “radicalizar” las acciones de presión o en “aflojar”
para no incomodar a la población que no participa (ej. los “protocolos” de
Claudia); y, al no identificar el problema principal, se desgastan en debates o
acciones no pertinentes para el momento.Los “nuevos” sectores sociales ya se expresaron y le colocaron un gran reto a las organizaciones sociales tradicionales. Posiblemente esos sectores sociales que recién se asoman a la movilización social, no se vuelvan a mostrar en el corto plazo si no observan un cambio de actitud en los sectores tradicionales. El acumulado del movimiento social tradicional no se puede desconocer pero parece cargar con algunas herencias que ya no corresponden a las necesidades del momento, entre ellas las dinámicas sectoriales, puramente reivindicativas e inmediatistas, y otros legados del mismo tipo.
Es indudable que el movimiento social
tradicional debe “volver sobre sí mismo”, reflexionar sobre su estado actual,
revisar muchas de sus concepciones y prácticas, y adecuarse a los retos del
momento. Lo “anacrónico” debe superarse y experimentar nuevos métodos de
trabajo y de acción. No basta convocar nuevas acciones y “paros” si no se
reconocen las debilidades de lo existente y las potencialidades de lo que
emerge. Ojalá en el Encuentro Nacional se aborde con profundidad este asunto.
Nota: En el Cauca se
realizó el pasado 25 de enero la primera Asamblea Popular
en el marco del “paro nacional”, convocada y organizada por la Coordinación de
Organizaciones Sociales de la
región. Fue un primer ejercicio que deberá ser continuado por
múltiples asambleas municipales, de corregimiento, comuna y barrio, a fin de
fortalecer las bases sociales de la movilización y sintonizarse con las nuevas
realidades de la lucha social y política. Se destacó el papel de la juventud y
de la mujer.
Notas
[1] Ver: “El paro nacional,
la protesta social autoconvocada y el precariado movilizado” https://cutt.ly/LrREakX ; “No queremos tanto
cambiar el Gobierno, sino transformar la sociedad” https://cutt.ly/rrREfV1; “¿Podremos mantener,
reactivar y fortalecer el año entrante (2020) el Paro Nacional?” https://cutt.ly/srREjRL; y otros en
Rebelion.org y Alainet.
[2] El Precariado es una
categoría social construida por Guy Standing a partir de sus investigaciones en
Europa. Este sector social adquiere características propias de acuerdo a las
particularidades de cada país y región, lo que exige un estudio más detallado.
No obstante, podemos afirmar que es el “proletariado del siglo XXI”.https://www.alainet.org/es/art iculo/203657
Blog: https://cutt.ly/4rRE4HJ
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=264961
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