La interminable edad
dorada
de la banca
27 de enero de 2020
Por Alberto Acosta y John Cajas-Guijarro
(Rebelión)
Es bastante
bueno que la gente de la nación no entienda nuestro sistema bancario y monetario
porque si lo hicieran, creo que habría una revolución antes de mañana por la
mañana" (Henry Ford)
Las clases trabajadoras ecuatorianas
afrontan el año 2020 en medio de una dura realidad: el salario básico apenas
aumentó 6 dólares (llegando a 400 dólares el mes) y solo el 38,8% de
trabajadores viven condiciones de empleo adecuado (que implica, básicamente,
ganar más que el salario mínimo). Mientras las grandes mayorías viven entre el
estancamiento del empleo y de los ingresos – pagando por una crisis de la que
no son responsables –, en cambio un sector de la economía del país vive una
“edad dorada”. Hablamos de la banca ecuatoriana, aquella banca que lucró hasta
el cansancio en tiempos correístas pero que, en el morenismo, ha llevado el
lucro a un nivel todavía más alto.
En efecto, entre los años 2007 a 2016 – la década
correísta – la banca ecuatoriana obtuvo 2.820 millones de dólares en
utilidades. Por su parte, entre 2017
a 2019 – los años morenistas – esas utilidades se estima
que sumaron casi 1.566 millones de dólares. Aquí destacan seis bancos que entre
los años correístas y morenistas han absorbido entre el 70 y el 80% de todas
las utilidades del sector, tal como sugiere el cuadro 1. Por su parte, en
términos de rentabilidad, en diciembre de 2019 la banca alcanzó un 13,9% de
utilidad sobre patrimonio, uno de los niveles más altos los últimos años,
con casos individuales más que peculiares como el Banco de Guayaquil que obtuvo
una rentabilidad sobre patrimonio de 17,6%, junto con otros casos que se
recogen en el gráfico 1.
Pero la “edad dorada” de la banca no se
limita a utilidades que alcanzan máximos históricos. La banca ecuatoriana
también ha ganado poder en múltiples esferas, tanto económicas como políticas y
hasta simbólicas. De hecho, a más de la victoria que significó para la banca el
control del dinero electrónico, existe la presión desde el Fondo Monetario
Internacional (FMI) para que se liberalicen las tasas de interés, lo cual – en
la práctica – puede implicar que la banca podría incrementar aún más el costo
del crédito y seguir aumentando su rentabilidad. Incluso la banca se ha beneficiado
notablemente de la inyección de liquidez que ha significado para el Ecuador los
recursos obtenidos por deuda externa, como aquellos prestados por el propio
FMI: la liquidez adquirida por medio de la deuda pública externa ha permitido a
la banca conceder un importante volumen de créditos pese a la etapa de
contracción económica.
Si se reflexiona con calma, y en el
contexto de dos décadas de vigencia de la dolarización en el Ecuador, vemos
como la banca ha ganado poder, inclusive en épocas de crisis. ¿Quién puede
crear dinero en dolarización? El Banco Central no puede no puede emitir
papel-moneda; a lo sumo podía financiar al gobierno por medio de la compra de
bonos a cambio de reservas internacionales, posibilidad que se eliminó con el
morenismo (que usó como pretexto los abusos que el correísmo hizo de esta
opción de política monetaria contracíclica). Así, en tiempos durante los cuales
se debilita la capacidad del gobierno de obtener dólares por medio de
exportaciones petroleras e impuestos, el financiamiento público termina
sosteniéndose con deuda externa (como ha venido sucediendo cada vez más desde
desde mediados del correísmo y en todo el morenismo).
En cambio los bancos privados mantienen
su capacidad de crear dinero a través de créditos y mantienen su capacidad de
administrar la liquidez de la economía (por ejemplo, a través de los
depósitos). Así la banca se consolida como principal agente con capacidad de
crear dinero vía créditos y de administrar la liquidez de la propia deuda
externa (la cual le sirve para seguir fortaleciendo su negocio) en tanto que
exista la confianza suficiente en el sistema financiero. Recordemos que,
además, a fin del año pasado se abrió la posibilidad de financiamiento para el
Estado a través de la colocación de bonos por cerca de 2 mil millones de
dólares. Sea esa o futuras emisiones, cada vez es más fuerte la posibilidad de
que la deuda interna pública sea adquirida en gran medida por la banca:
retornaremos a aquellas épocas en las que banca financiaba a los gobiernos al
tiempo que incrementaba proporcionalmente su poder político…
Reiteremos que la banca es de los
agentes más poderosos en el capitalismo. En particular, su principal fuente de
poder es la capacidad de crear liquidez al crear depósitos y ponerlos a disposición
de quienes solicitan créditos. En verdad, los bancos crean depósitos y
préstamos al mismo tiempo, en cantidades muy superiores a su capital y a los
mismos depósitos de sus clientes. Además, el proceso de intermediación
financiera, es decir, la “transformación” de depósitos en créditos, permite que
el dinero en la economía se multiplique contablemente múltiples veces (como
sugieren varias las visiones post-keynesianas; un tema que merece ser discutido
con más detalle y rigor en el contexto de una banca que siempre gana).
A esto cabe agregar el manejo que la
banca puede hacer del dinero electrónico para ampliar aún más su negocio
apretexto de fomentar la “inclusión financiera” (proceso que debió haber sido
liderado desde el Estado, aprovechando a la banca pública y al Banco del
Pacífico, el cual infamemente se lo quiere vender pese a su importante
rentabilidad).
Resumiendo, en dolarización, y sobre
todo en épocas en que los dólares escasean, al parecer la banca privada
adquiere cada vez más poder monetario -que no solo es económico sino, también,
es político- mientras que las clases populares soportan los costos de la crisis
a través del estancamiento de sus ingresos y el deterioro de su empleo
(situación que se agravará con una mayor flexibilización laboral). Quizá es
hora de pensar en alguna forma de supra-poder que controle y ponga fin a la
“edad dorada” de la banca, antes de que la euforia de esa “edad dorada”
(combinada con procesos como la especulación y otros) termine llevando al país a una nueva
crisis financiera...
Alberto Acosta y
John Cajas-Guijarro son economistas ecuatorianos
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=264846
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