Las causas del incendio: ¿por qué Australia vive su propio
infierno?
8 de enero de 2020
“La fauna en este territorio es
emblemática, Australia se vende internacionalmente como un país con riquezas
naturales muy preciadas. Los koalas y los canguros son bichos que están
conectados con la cultura del lugar y bañan de un dramatismo mucho mayor a todo
esto. El conflicto está en agenda porque es un país modelo. Que sea una nación
de primer mundo no es menor, por el contrario, es prueba palpable que exhibe la
crisis estructural política-económica-ambiental que muchos gobernantes tratan
de ocultar”, advierte Guillermo Folguera, filósofo, doctor en biología (UBA) e
investigador del Conicet.
La nación más importante de Oceanía experimenta su propio
infierno. Los incendios devoran los ecosistemas y barren con la biodiversidad a
velocidades alarmantes desde septiembre. Algunos números para refrescar
memorias desprevenidas: a la fecha fallecieron 24 personas, hay decenas de
desaparecidos, seis millones de hectáreas arruinadas, 15 mil viviendas
destruidas y 136 focos de incendio que permanecen sin ser controlados. De
acuerdo a especialistas de la Universidad de Sidney, aproximadamente, 480
millones de animales perdieron la
vida. Los koalas , de fama mundial, se hallan cerca de la
extinción; tanto que en los últimos días murieron 25 mil ejemplares. Para
colmo, el humo que cubre amplias extensiones de cielo en el oeste y el sur del
país también es peligroso. En las últimas horas, el gobierno anunció el
despliegue de militares –que se sumarán a los bomberos– y una ayuda económica
(1400 millones de dólares) para revertir la crisis. Los expertos
intentan calmar el fuego desde el terreno, pero también recurren a helicópteros
y aviones. Como la dificultad se incrementa a medida que transcurre el tiempo,
rescatistas de EEUU, Canadá y Nueva Zelanda decidieron plegarse a la causa.
Las causas del incendio en
Australia
Los problemas complejos requieren de miradas complejas; de
manera que, desde la perspectiva de Folguera es posible señalar la existencia
de causas locales y globales. A nivel doméstico, es fundamental advertir que el
Primer Ministro australiano, Scott Morrison, es considerado un negacionista del
cambio climático. “Ha realizado campañas para ocultar los efectos del
calentamiento global que, claramente, ha favorecido la virulencia de los
incendios. El país, además, ocupa un lugar importante como nación emisora de
dióxido de carbono”, señala Folguera. Como no se reconoce el problema, se
desestima la aplicación de políticas de prevención y mitigación efectivas. No
hay diagnósticos meditados para conflictos que, por el contrario, se resuelven
sobre la marcha de manera poco coordinada.
Lo global, por otro lado, encierra su propia trama y
responde a su lógica particular. “Es interesante observar cómo una parte de la
comunidad académica busca explicar el fenómeno como si solo dependiera de meros
ciclos climáticos. Naturalizan la situación para relegar el papel que el ser
humano ha tenido en todo esto. Lo que sucede se vincula estrechamente con el
modelo de producción: Australia es un productor forestal muy importante de
eucaliptos”, explica y continúa Folguera: “Son árboles que arden un montón y se
plantan por la rentabilidad que dejan a partir de esquemas de monocultivo y uso
intensivo de la tierra. La
sobreexplotación desplaza a la cuestión ambiental a un sitio marginal para los
gobernantes del mundo. En el futuro, el medioambiente será el terreno de
batalla principal”.
La temporada de incendios forestales inició en septiembre.
Sin embargo, las altas temperaturas (40.9°C de promedio en diciembre), las fuertes
ráfagas de vientos y las condiciones de sequía representaron el caldo de
cultivo ideal para que la situación empeore. De hecho, las autoridades anuncian
que lo peor todavía no llegó. Sobre esto opina Inés Camilloni, doctora por la
Universidad de Buenos Aires en el área de Ciencias de la Atmósfera e
Investigadora del Conicet. “Australia experimentó una combinación record en
sequía y altas temperaturas. Por ello fueron tan explosivos los incendios
forestales. Un grado y medio por encima del promedio del periodo 1961-1990 y
dos grados con respecto a la época preindustrial. Según los registros fue el
año más seco, recién comparable con lo que sucedió en 1912. Para peor, existe
una probabilidad muy grande de que aumente el riesgo de cara a los próximos 20
o 30 días”, plantea.
“La proyección es notable. Ya en el informe del IPCC (Panel
Intergubernamental del Cambio Climático) de 2007 se advertían cuáles eran los
riesgos que traían aparejadas las olas de calor más intensas y frecuentes.
Obviamente, la severidad de los incendios, relacionada con las acciones
humanas, estaba en carpeta de toda la comunidad científica. El negacionismo de
los gobiernos –como sucedió en Brasil– impacta de manera muy negativa y se deja
entrever en la reducción de las partidas presupuestarias destinadas a combatir
los efectos del cambio climático”, destaca Camilloni, al tiempo que recuerda
cómo el año pasado Brasil y EEUU afrontaron una situación similar. En la
Amazonia y California se quemaron 900 y 800 mil hectáreas respectivamente.
La búsqueda desenfrenada de la productividad en un marco de
capitalismo agresivo choca de frente con la protección de los ecosistemas y los
valores naturales. Dos matrices de pensamiento, desde aquí, parecen
enfrentarse. A modo esquemático: aquella que, desde la hegemonía, privilegia el
fin de lucro, la inmediatez y la explotación de la naturaleza para saciar un
anhelo incontenible por el consumo; y otra, que ofrece resistencia y que
procura una mirada prospectiva y a largo plazo, valora a las generaciones
futuras y, en efecto, pugna por estrechar los lazos de respeto con el planeta.
Como siempre, será cuestión de voluntad torcer las decisiones en el futuro. El
medioambiente también es escenario de la política.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Noticias/Las-causas-del-incendio-por-que-Australia-vive-su-propio-infierno
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