“Han convertido
nuestra comunidad en un cementerio"
30 enero 2020
A las 12:28 del
25 de enero de 2019, la
Represa I de la mina Córrego do Feijão, que contenía 12 millones
de metros cúbicos de lodo con residuos tóxicos mineros, colapsó y se derramó a
lo largo de 9
kilómetros hasta la ciudad de Brumadinho (Minas Gerais)
para luego seguir por el cauce del río Paraopeba.
El Movimiento de Afectados por Represas de Brasil (MAB) se
hizo presente horas después para acompañar a las comunidades afectadas en esa
ciudad, en Córrego do Feijão y en municipios cercanos como Betim y Juatuba,
hasta más lejanos como Pompeu -a 245 kilómetros de Belo Horizonte, capital del
estado de Minas Gerais-.
De las 272 víctimas fatales (270 personas, dos de las cuales
estaban embarazadas), once no han sido encontradas todavía bajo el barro que
sigue en la zona. Los
impactos de este deslave -que se ha convertido en el mayor crimen ambiental en
Brasil- repercuten en la contaminación del agua potable, en la salud física y
mental de casi un millón de personas afectadas, en el empleo de miles de
pescadores artesanales y agricultores pequeños que no pueden pescar o a quienes
no les compran sus productos (leche, quesos, hortalizas) por el peligro de
contaminación.
A un año del crimen cometido por la empresa Vale
-denunciada recientemente por la Fiscalía de Minas Gerais por “homicidios
dolosos y crímenes ambientales”-, el MAB exigió “respeto por la memoria de
quienes murieron y reparación integral para los sobrevivientes, familiares y
todos los afectados y afectadas cuyas vidas han sido transformadas”.
La falta de esta reparación integral, además de la reducción
a la mitad del monto de las ayudas de emergencia (es decir, la mitad de un
salario mínimo: 500 reales o 130 dólares) para 93 mil de los/as 108 mil
afectados/as que recibieron este pago durante 2019, es “un reflejo de la
negligencia y ganancia de la minera”, afirmó el MAB en un comunicado emitido
este 25 de enero.
“La Vale coloca el lucro por encima de la vida”, dice
el Movimiento de Afectados por Represas. Esta ha sido la consigna clave
que les ha movilizado desde hace 365 días. Denuncian que en este año, mientras
la Vale pagaba indemnizaciones de miseria, la empresa recibió 7,2 billones de
reales por parte de accionistas (bancos y fundaciones internacionales), “un
valor muy superior al que invirtió” en las ayudas para afectados (6,5 billones
de reales).
“Sólo la organización del pueblo puede alterar esa realidad.
Nosotros, los afectados por represas, sabemos que no es posible esperar por la
buena voluntad de los gobiernos ni de la Vale”, continúa el comunicado.
Las y los afectados por Vale exigen: que no se detenga la
búsqueda de las once personas que restan ser identificadas bajo el lodo tóxico
derramado hace un año; garantizar que todos los afectados, sin discriminación,
reciban la ayuda de emergencia -que consiste en un salario mínimo para personas
adultas, la mitad para jóvenes y un cuarto de ese monto para niños-; que se
homologuen de forma inmediata los contratos de las asesorías técnicas
independientes y que se apruebe el Plan Nacional de Afectados por Represas
de Brasil que se tramita en el Senado Federal.
UNA ROSA, UN REZO, UNA MARCHA
En la entrada de la ciudad de Brumadinho, este sábado 25
hubo una concentración para participar de una romería que recordó el
rompimiento de la represa de residuos mineros en la mina de Córrego do Feijão.
En ese lugar, tres familiares de víctimas fatales hablaron
ante la prensa, ante cientos de afectados y ante representantes de 15 países
del mundo que llegaron hasta allí para solidarizarse con la lucha.
Adilson Lopes Silva tiene 36 años y es productor orgánico.
Se crió en Córrego do Feijão y allí pasó días felices hasta que ocurrió este
crimen y perdió a un familiar del cual “encontraron pedazos”. Denunció que él y
su familia han sido “expulsados”, ya que nadie quiere comprar sus productos
porque están “contaminados” y la empresa no ha hecho nada por mejorar esta
situación.
Ana Paula de Santos Assis (33) perdió a su marido en el
barro. También denunció el abandono en el que ha quedado esta comunidad, con
sus calles llenas de agujeros, muchas casas en venta y, a la vez, en riesgo de
derrumbe. Los han dejado como un pueblo fantasma, pero allí resisten.
Juliana Cardoso (38) leyó una carta, cuyo contenido
compartimos:
“25 de enero de 2019. 12:28. ¿Qué ocurrió?
Fuimos enterrados por el lodo y por la ganancia de una
empresa asesina que no tiene un ápice de humanidad al triturar y enterrar a los
trabajadores de esta comunidad y de tantas otras. La Vale nos mató a 270 y
destruyó a 600 personas en Córrego do Feijão, acabó todo un modo de vida
rompiendo familias.
Cuanto dolor y tristeza todo, parece mentira que después de
365 días continuamos siendo enterrados por el lodo.
Hoy 365 días después, se refuerza la crueldad, de 270
personas 11 todavía no fueron encontradas.
Nuestra comunidad continúa siendo
masacrada por el dolor y el abandono de la empresa que hizo de nuestra
comunidad un cementerio y todos los días sacudimos un poco de lodo e intentamos
proseguir, algunos días mejores otros no tanto, pues somos consumidos por
tamaña tristeza y saudade, saudade de nuestros
familiares, amigos, de nuestra comunidad, de nuestras vidas.
Brumadinho es nuestra Mariana, sólo que
en proporciones mayores. Vale hizo de Mariana un laboratorio para sus prácticas
crueles y hoy amanecimos con la certeza de que nosotros unidos debemos luchar
por justicia para que Brumadinho y Mariana no se repitan».
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Documentos/Han-convertido-nuestra-comunidad-en-un-cementerio
No hay comentarios:
Publicar un comentario