sábado, 25 de enero de 2020

I. Generalicemos la toma de conciencia sobre quiénes juega papel importante en la conducción del sistema mundo capitalista y en la responsabilidad de subsumir a la humanidad en emergencia socioecológica.

Netanyahu explota el Holocausto para maltratar a los palestinos
25  de enero de 2020

Por Hagai El-Ad
Haaretz


Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Netanyahu no inventó la idea de aprovechar el Holocausto para obtener ganancias políticas. Sin embargo está llevando esa gravedad a nuevas profundidades despojando a los palestinos de los derechos humanos básicos en nombre de los sobrevivientes del Holocausto.

Benjamin Netanyahu no inventó la idea de aprovechar el Holocausto para obtener ganancias políticas. Sin embargo, como muchas otras cosas en la política israelí actual, está llevando ese drama incluso a nuevas profundidades.
Según Haaretz, el primer ministro de Israel tiene la intención de aprovechar el Quinto Foro Mundial del Holocausto, convocado esta semana en Jerusalén para conmemorar los 75 años desde la liberación de Auschwitz, para pedir a los líderes mundiales que respalden públicamente la posición egoísta de Israel en la Corte Penal Internacional de La Haya acerca de que el mencionado organismo no tiene jurisdicción en los territorios palestinos ocupados.
Netanyahu comenzó este juego apenas 48 horas después de que la fiscal de la CPI Fatou Bensouda anunciara el mes pasado, después de cinco años de examen preliminar, que está lista para abrir una investigación sobre posibles crímenes de guerra en Cisjordania y Gaza, en espera de una decisión judicial de la CPI sobre la jurisdicción.
Sin perder tiempo Netanyahu respondió que "se están emitiendo nuevos edictos contra el pueblo judío: edictos antisemitas por parte de la Corte Penal Internacional".
Este encuadre cínico es asombroso, tanto intelectual como moralmente.
Los palestinos que viven bajo la ocupación de Israel son un pueblo privado de derechos. Durante décadas su existencia ha sido gobernada por los caprichos arbitrarios de sus ocupantes. No pueden votar por el Gobierno que controla todos los aspectos de sus vidas. No tienen ejército para defenderse. No controlan las fronteras de su propio territorio ni su capacidad para viajar al extranjero, ni siquiera cuánto tiempo les llevará llegar a la ciudad palestina más cercana, si es que se les permite hacerlo.
Tampoco tienen acceso a la justicia a través de los mecanismos legales de Israel. Los fiscales y jueces israelíes procesan a los palestinos en los territorios ocupados a través de un "sistema de justicia" que registra una tasa de condena de casi el 100 por cien. Al mismo tiempo este sistema funciona para garantizar la impunidad de las fuerzas de seguridad israelíes que los matan, torturan y abusan de ellos.
Para los palestinos, literalmente, la Corte Penal Internacional es su último recurso para llegar a la justicia. Sin embargo, Netanyahu, respaldado por todo el liderazgo político de Israel, está tratando de anular incluso esta débil esperanza.
Qué deshumanizante insistir en negar el último recurso de un pueblo, incluso en un mínimo de justicia incierta y tardía. Qué degradante hacerlo mientras está parado sobre los hombros de los sobrevivientes del Holocausto, insistiendo en que de alguna manera esto se lleva a cabo en su nombre.
Qué falta de memoria histórica y brújula moral debe tener para ignorar la lección clave que el mundo extrajo de las cenizas de la década de 1940: que ninguna persona debería, bajo ninguna circunstancia, quedar sin derechos, precisamente porque como dice la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948: "el atropello y el desprecio por los derechos humanos han resultado en actos bárbaros que han indignado la conciencia de la humanidad".
Pero Netanyahu va aún más lejos, argumentando que las mismas cenizas dan lugar a la conclusión opuesta: que hay un pueblo, el pueblo palestino, que debe permanecer sin derechos bajo cualquier circunstancia.
Una vida despojada de su tierra, del voto, de tribunales y de justicia. Donde la libertad de movimiento se extiende solo hasta el puesto de control más cercano. Donde los soldados pueden allanar cualquier hogar en cualquier momento. Donde la única constante es el poco control que uno tiene sobre su vida.
Debería darte vergüenza, primer ministro Netanyahu. Vergüenza, también, de cualquier líder mundial que acepte la parodia de equiparar el intento de un pueblo de lograr justicia con el antisemitismo. Tomar esta posición cobarde no solo traiciona la esperanza de los palestinos de libertad y dignidad. Se une a la lenta muerte de las lecciones que han guiado a la humanidad durante los últimos 75 años y ahora se están ahogando en la creciente ola autoritaria en todo el mundo.
Este no es el mundo que la humanidad intentó construir después de la Segunda Guerra Mundial, después del Holocausto, pero es el mundo de Putin y Trump, Modi y Orbán, Netanyahu y Bolsonaro. De hecho ya estamos viviendo en su nuevo mundo cobarde. Sin embargo queda en nuestras manos decidir si se permitirá que las dolorosas lecciones del pasado se reconviertan para continuar con la opresión o permanecer fieles a una visión de libertad y dignidad, justicia y derechos para todos.
Hagai El-Ad es el director ejecutivo de B'Tselem. Twitter: @HagaiElAd.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción. 


Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=264835

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