OPINIÓN / Extractivismo: el macho facho detrás
del Estado Golpeador
13 de enero de 2020
A propósito del
nuevo Ministerio de la Mujer, el Género y la Diversidad
Por Daniel Aráoz Tapia*
Somos ancestros del futuro, le escuchamos decir en Tucumán a Marcos Pastrana desde su
sabiduría de anciano diaguita. Despierta Humanidad,
ya no hay tiempo, nos advirtió Berta
Cáceres desde su hermosa vida de guardiana de los ríos. Con estas sencillas convicciones
he decidido dar mi opinión sobre la creación del Ministerio de la Mujer, el
Género y la Diversidad, que ocupa desde esta semana la Dra. Elizabeth Gómez
Alcorta (foto superior). Como digo más abajo, me asumo y al mismo tiempo me
cuestiono como un machirulo más, felizmente interpelado por este tiempo de
transformaciones que parió el movimiento de mujeres y disidencias. A
todes les propongo debatir, pues, como ancestras y ancestros de las
generaciones venideras.
Porque, posta, ya no hay tiempo que perder.
Consensos
que matan
En la Argentina de 2003, el plan colonial de
asalto a la Naturaleza supo construir consenso social
sobre la base de los Derechos Humanos. Con el foco en el Terrorismo de Estado
de los '70 y las leyes de impunidad, el gobierno de Néstor
Kirchner tomó correctas decisiones políticas que trajeron justicia
tardía pero necesaria para las víctimas del genocidio. De esta manera, con el
apoyo de amplias capas de la sociedad, el campo de
experimentación de prácticas eco-genocidas que se abrió en la década menemista
(bajo la comandancia política de Felipe Solá,
hoy flamante canciller) multiplicó su actividad letal con
un festín de arsénico y glifosato. Fortalecido por este consenso de los Derechos Humanos y mediante
políticas económicas redistributivas que beneficiaron a las capas medias y
bajas de la población y reforzaron la cultura consumista heredada de los 90, el
por entonces naciente kirchnerismo basó la relativa prosperidad de sus tres
períodos de gobierno sobre una inédita extranjerización de la economía, un
avance arrollador de la frontera del agronegocio (la llamada sojización,
entre otras colonizaciones), un auge de la minería a cielo abierto con
proyectos de enclave violadores de toda soberanía... Y pudo hacer todo eso
gracias al mencionado consenso social, invisibilizando,
deslegitimando, cooptando y eventualmente reprimiendo a las resistencias.
Cabe anotar que estas resistencias nunca
fueron reconocidas como tales por el Estado y sus narrativas. En las
Universidades públicas hoy no se estudia, en tanto sujetos de los conflictos
sociales contemporáneos, más que a aquellos surgidos cerca de las fogatas de
2001, como si se hubiera decretado para entonces un nuevo fin
de la historia, o más bien: un fin de
las resistencias populares. Los emblemáticos piqueteros serían
algo así como los últimos eslabones de una cadena evolutiva trucha de la
sociología hegemónica. Mientras, el movimiento
socioambiental argentino, que hunde sus raíces en la histórica gesta de Gastre
en 1996, no existe en los programas de estudio ni en el imaginario académico,
salvo excepciones. Ni siquiera existe en cierta añeja y positivista cultura de
izquierdas enclaustrada en los claustros
universitarios. La historia oficial inaugurada con el kirchnerismo no reconoce
a las asambleas ciudadanas ni a las comunidades que libraron y ganaron varias
batallas políticas contra el ejército minero de
ocupación del territorio. Es más: para algunos de sus capitanes,
como Gioja, Beder Herrera
y otros obscenos lobbistas de la minería tóxica a cielo abierto, los llamados
“ambientalistas” serían apenas unos cuantos "terroristas" (sic). Y como tales lxs trataron desde el poder: la Ley Antiterrorista
de Cristina Fernández tuvo su fatídico estreno
en Catamarca, donde la lobbista Lucía Corpacci
se destacó como la gobernadora más represora de la protesta social durante el
llamado "gobierno de los derechos humanos".
Callar
las atrocidades
Hoy, pese al infausto
período de macrismo explícito
recién concluido, el poderoso y revulsivo avance de los feminismos ha ganado
espacio, por mérito propio, en el mismísimo Estado argentino, A la luz de los
anuncios y acciones concretas, con el nuevo gobierno de les
Fernández este Estado estaría dispuesto a reconocer el derecho a decidir sobre su cuerpo para las mujeres y personas con
capacidad gestante, pero por otra parte, conservará e intensificará
sus politicas coloniales y ecocidas de la mano de leyes de patentamiento
de semillas, promoción del fracking,
criminalización de las resistencias socioambientales, avances en la legislación
pro-minera y desmantelamiento de las leyes protectoras del
agua (dos casos piloto son Chubut y Mendoza, precisamente en estos
días) (1).
En 2003 un presidente pidió perdón “en
nombre del Estado nacional por la vergüenza de haber
callado durante 20 años de democracia las atrocidades” de la dictadura. Así
generó el consenso social y la construcción de poder desde donde gobernó dinamitando la cordillera, regando de veneno los campos y
consolidando el modelo trasnacional, tóxico y transgénico que ya es política de Estado: lo corroboraron las
sucesivas gestiones de Cristina y Macri, a quienes como se sabe no lxs une el
amor sino Monsanto.
En 2019 otro presidente incorpora a su
gabinete el Ministerio de la Mujer, el Género y la
Diversidad, con la inteligente decisión política de construir
consenso social con los feminismos y el movimiento de mujeres y disidencias.
Por otro lado dice que quiere “hacer que nunca más falte un plato de comida en
la mesa de los argentinos”, justamente él que se niega a prohibir las
fumigaciones y que promueve el “modelo Barrick” de minería envenenadora. ¿Será
ésta la plataforma para lanzar, “con apoyo popular”, el ataque
final sobre los “recursos naturales” que ya se anticipó en estos días, leyes de
zonificación mediante?
Bienvenida, señora
Ministra
Celebro la llegada de la doctora Elizabeth
Gómez Alcorta a
este gabinete donde operan lobbistas indisimulados de las corporaciones
(empezando por los ministros Salvarezza y Basterra, en la tradición mercenaria de Barañao, y siguiendo por el secretario
de Minería Alberto Hensel, hombre de Barrick
Gold). Al lado de estos gerentes corporativos camuflados como funcionarios
públicos, el perfil de la doctora Elizabeth , o
simplemente Eli, abogada comprometida
con las luchas de género y de mujeres originarias, aparece contrastante,
luminoso y esperanzador (2).
Y al mismo tiempo me pregunto: ¿las políticas
de género del nuevo gobierno tendrán en cuenta a las mujeres que son
criminalizadas y hasta abusadas en calabozos por
defender sus territorios señalados por las trasnacionales como "zonas de
sacrificio"? ¿Se interesará la flamante cartera ministerial en la
situación de las mujeres a las que una patota policial de
Rawson detuvo y violentó física y psicológicamente en la madrugada del 6 de
diciembre, después de protestar frente a la Legislatura por la
votación de una ley que reintroduce la megaminería que estaba prohibida en la
provincia?
"¿Por qué no cierran el orto?", les
decían los policías que las encerraron en la comisaría 1ª de Rawson. "A
los varones - cuenta Noelia - los torturaron".
¿Hasta dónde llegará la defensa de los
derechos de las mujeres cuando se trate de la digna e inevitable confrontación
con los poderosos, los impunes sistémicos, como los que se cobraron la vida de Cristina Lincopán y de Ana Zabaloy?
¿Seremos capaces de denunciar juntes: feministas, luchadorxs de las disidencias
y activistas socioambientales el peligro inminente para la vida que este modelo
productivo entraña, ya sea en el área de la minería tóxica, de la explotación ecocida de Vaca Muerta, del crimen organizado llamado fracking, de la antigua impunidad
terrateniente o de la moderna guerra química
lanzada contra las poblaciones urbanas y rurales por el agronegocio con su
bombardeo de agrotóxicos, sus nuevos vuelos de la muerte, sus niñas y niños
"fumigados", sus femicidios de Estado
y su sistemática expulsión de comunidades originarias y campesinas?
¿Al frente de todxs...
o detrás de ellas?
Confieso que a pesar de
tantas preguntas, también tengo esperanzas,
no en una persona en particular (no cultivo esa vocación de ser
"representado" ni "defendido" por ningún gobierno), sino en
las muchas mujeres que han parido, nutrido y sostenido las asambleas y espacios
de lucha socioambientales: hablo de esas nuevas Madres de la Vida que se
enfrentan y nos enseñan a enfrentarnos a los nuevos crímenes
de Lesa Humanidad y Lesa Naturaleza. Pero al mismo tiempo sospecho -cosas de viejo, supongo- que la apuesta
estratégica del gobierno peronista es a cooptar la lucha del movimiento de
mujeres, dividiéndola, partidizándola y, en fin, estatizándola
como lo hizo en su momento con el movimiento de Derechos Humanos. La jugada
anunciada es: "ponerse al frente de sus demandas", en las machirulas
palabras de Alberto a quien ni se le pasa por la cabeza ponerse detrás de esas demandas. Un objetivo
estratégico para el plan de asalto a la Naturaleza -sigo sospechando- sería
asegurarse de que
tales demandas se mantengan aisladas y distantes de las luchas socioambientales, que son sin embargo, desde su origen, la más clara expresión de la feminización de las resistencias.
tales demandas se mantengan aisladas y distantes de las luchas socioambientales, que son sin embargo, desde su origen, la más clara expresión de la feminización de las resistencias.
Las corporaciones trasnacionales, que les
marcan la cancha y el libreto a nuestros presidentes y gobernadores, así como a
los cuerpos colegiados de la ficticia "democracia", están resueltas a
aplastar las resistencias. La violencia institucional
que se exacerba en Chubut, donde gobierna Mariano Arcioni,
un lobbista minero aliado de Fernández, es otra dolorosa muestra que, por
cierto, todavía les duele en el cuerpo a Noelia, a Fabiana,
a Roberta... patoteadas por la policía junto con sus compañeros varones a
quienes castigaron brutalmente. Y les duele, aun más, en el espíritu
a estas guardianas y guardianes de la Meseta, quienes velan
por el río Chubut y por las infancias que un día podrían preguntarles
(preguntarnos) por qué dejamos que contaminaran y se robaran el agua.
¿Hallarán nuestras mujeres “ambientalistas”,
gracias al nuevo Ministerio, una oportunidad de plantar bandera en las barbas
del Estado golpeador? Porque hablando de barbas y de golpeadores -y permítanme
decirlo desde mi propio machirulismo en progresivo desmantelamiento- EL EXTRACTIVISMO ES MACHIRULO. Ni siquiera es de
"derecha" ni de “izquierda”, ni es exclusivamente
"neoliberal" ni "progresista": es o
puede ser todo eso, es transversal a siglas, lemas y franquicias
partidarias; es un modelo machirulo, básicamente opresor y esencialmente
violento. Pero... ¿de dónde salió este monstruo al que todavía se nombra poco?
El Estado golpeador es
un macho extractivista
Viene de Potosí, viene de siglos. Es una
rapiña sistemática elevada a actividad económica y productiva que se dio en
llamar “industrias extractivas” y que alcanzó hace mucho la escala de la
depredación irremediable. Con o sin el prefijo neo,
caro a analistas y sociólogxs, el extractivismo
en su versión actual, recargada por
la revolución tecnológica, es además una matriz productiva
intrínsecamente prostituyente, metafórica y literalmente: en cada
"paraíso" extractivista (ciudades petroleras, campamentos mineros,
etc.) se multiplica la trata de personas y de mujeres en particular. Sin
embargo, el negocio megaminero parece ser la forma de trata que lxs mismxs
militantes anti-trata no estarían dispuestes a enfrentar y, menos aun, a
prohibir.
Además, el extractivismo tiene la lógica interna del heteropatriarcado, desde que
presupone que la tierra, como las cuerpas, es territorio de conquista y
colonización. Y se basa en desconocer, como el patriarcado y su cultura, el
rechazo o la resistencia de la que considera su presa.
Es más, el neoextractivismo reemplaza la licencia social (que difícilmente
alcanza en las comunidades a las que “visita”) por la cooptación y la represión. No acepta
que NO ES NO. De última, no hay extractivismo sin represión.
Todo extractivismo implica el desarrollo de una auténtica máquina de guerra
contra la Naturaleza y las poblaciones que la habitan, y todes sabemos cómo se
trata a las mujeres en las guerras de ocupación. En síntesis, este
neoextractivismo es el capitalismo actual en su rol potenciado de macho y
facho, operando desde un Estado Golpeador (doblemente golpeador: porque da
golpes a lxs cuerpxs y también da golpes de Estado). Quienes
defendemos “el ambiente” vamos contra ese modelo, porque él viene contra
nosotres. Y de tanto ir contra él,
hemos aprendido a ir más allá de él.
En el reciente encuentro de la Unión de Asambleas de Comunidades (UAC) en Tucumán,
volvimos a comprobar que son mujeres muchas de nuestras referentes y maestras
en este ir en contra y más allá, en
estas luchas de resistencia al modelo extractivista que ya son más que
resistencias, dado que están (estamos) en plena construcción de alternativas posibles y urgentes: la soberanía
alimentaria, la vuelta a la tierra, la agroecología,
las redes de consumo conciente son, entre otras búsquedas actuales y
transformadoras, verdaderas "revoluciones en marcha" que tienen
invariablemente a mujeres como protagonistas, fundadoras y promotoras (3).
Y aunque observo (desde afuera,
respetuosamente) una gran parte de feministas y feminismos que no cuestionan el
extractivismo o, sencillamente, desconocen la larga lucha que han sostenido
muchas mujeres (feministas o no) en sus comunidades y territorios contra la
colonización extractivista y contra el Estado Minero Golpeador, hoy me pregunto
si a pesar de ello, o por ello mismo, el flamante Ministerio de la Mujer, el
Género y la Diversidad podría ser un espacio de interpelación al Estado para
nuestras defensoras y cuidadoras del agua, el aire y la tierra.
Gracias por leer, criticar y compartir estas
líneas que tiré al río para que, como diría Marcos Pastrana, “viajen las
ideas”.
Jallalla
hermanas y compañeras guardianas de la Casa común!
Jallalla
Guerreras del Arco Iris del Sur!
Marici
weu!
Cristina
Lincopán y Ana Zabaloy, presentes!
*Integrante del espacio de permacultura Amarantes (Raco,
Tucumán), sede de la reciente 33ª UAC, de la Escuela
de Educación Popular Berta Cáceres y de la Asamblea de la Plaza (San
Miguel de Tucumán).
Notas y enlaces:
(2) Invito a leer la muy buena nota de MARÍA FLORENCIA ALCARAZ Y TALI GOLDMAN en LATFEM: Una
ministra de jean, zapatillas y pañuelo verde. https://latfem.org/una-ministra-de-jean-zapatillas-y-panuelo-verde/
(3) Invito a ver el hermoso documental de Elias
Saez: Autosustentables
(Canal Encuentro, 2019). https://youtu.be/k-NKljNPAB8
Fuente: https://www.facebook.com/notes/mallki-postales/opini%C3%B3n-extractivismo-el-macho-facho-detr%C3%A1s-del-estado-golpeador/444771982874997/
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