Haití y
la necesidad
de otro mundo
29 de octubre
de 2019
Por Cristóbal León Campos (Rebelión)
Inicia la séptima semana de
protestas en Haití, cuyo ejemplo es el extremo de las consecuencias suscitadas
por las políticas neoliberales aplicadas en América Latina, su condena
arrastrada por siglos, lo sumerge en una constante crisis de gobierno y social,
durante todo el año de 2019, una cadena de manifestaciones itinerantes sean
registrado, teniendo la común características con los recientes acontecimientos
en otros países latinoamericanos en el rechazo tajante a las medidas económicas
implementadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el imperialismo
estadounidense, pero en Haití, los causes se desbordan porque a diferencia de
otros países, este no ha tenido en décadas un periodo intermedio de
estabilidad, aunque sea cierto también, que en muchos países (como Chile) ese
periodo de estabilidad resultó ser más farsa que verdad, la pobreza extrema, la
desigualdad, la violencia estructural, la sobre-explotación y el racismo, son
elementos que definen casi por norma la realidad de la nación caribeña, que
además, carga sobre su espalda, una permanente campaña de ocultamiento por los
grandes medios de comunicación, pues de las crisis, protestas y reclamos sociales
en Haití no se habla, ni siquiera para descalificarlos y tergiversarlos, el
silencio es tal, que verdaderamente pone en entre dicho la integridad humana.
Haití es la evocación continua de la necesidad de construir otro mundo.
Las
protestas reiniciaron por la escasez de combustible y el aumento de su precio,
la falta de comida, medicamentos, gas, agua potable y por la devaluación de la
moneda, esto agudizando la crisis económica que se vive en el país más pobre de
Latinoamérica, donde la mayoría de la población sobrevive con dos dólares al
día, o, mucho menos. El pueblo ha tomado las calles para enfrentar al
neoliberalismo, trabajadores y trabajadoras resisten la represión brutal que ha
deja muchos asesinados y encarcelados, mantienen la fuerza para continuar,
varios sindicatos y el movimiento feminista junto a diversos partidos políticos
se van agregando, la organización de base permite otorgarse solidaridad entre
los desposeídos (algo que el poder burgués jamás comprenderá), el magisterio y
los estudiantes se han sumado al paro general, el pueblo se agrupa bajo el nombre de Foro Patriótico que ha
propuesto ante el deseo de renuncia del presidente “ un “gobierno de transición
por un período de tres años para atajar los problemas de hambre, miseria y
desempleo que afecta a más del 80% de la población, y la reforma de las
instituciones estatales según las necesidades de la población”. La lucha
haitiana siempre tiene un toque más elevado en su densidad, pues no sólo se
lucha por frenar medidas anti-populares, sino que se lucha por sobrevivir como
pueblo, nación y seres humanos.
Frente a las movilizaciones
populares, el presidente haitiano, Jovenal Moïse, ha declarado que “no se
encuentra aferrado al poder si no a las reformas que pretende implementar”,
pero no dice que las reformas pretendidas son modificaciones constitucionales,
modificaciones a la ley aduanera y del sector energético, todo, para seguir
beneficiando a las saqueadores y explotadores, el presidente Moïse, es acusado
de corrupción y se ha exigido su renuncia, por lo que justifica su aferrado
amor al poder diciendo que es necesario “ver cómo podemos sacar provecho de
esta crisis, cómo hacer de esta crisis una oportunidad”, la realidad no es más
que el cinismo de quien oprime, la oportunidad planteada es la permanencia de
un estado de indefensión agudizado por la injerencia imperialista y
neocolonial, Haití es la
muestra de la soberbia y la venganza, la primera colonia liberada de América es
hoy el país más lastimado por todas esas viejas potencias nostálgicas de su
hegemonía, la muestra es el botón de oro, Haití vive una ocupación desde
principios del siglo XXI, con el pretexto del envío de “ayuda humanitaria”, una
coalición de naciones la mantienen asediada, el aval de la ONU a esta condición
es otra de las muchas incongruencias en el seno del organismo internacional, el
pasado 17 de octubre la ONU dio a conocer la continuación de su política
intervencionista con el programa BITUH, que dará continuación del MINUJUSTH que
precedió a los Cascos Azules, quienes cometieron múltiples vejaciones contra el
pueblo haitiano.
Una de las grandes
movilizaciones que se han registrado en estas nuevas jornadas de resistencia,
fue justamente dirigida a ese intervencionismo, los manifestante se dirigieron
al cuartel general de la ONU cerca del Aeropuerto Internacional de Puerto
Príncipe, ahí expresaron su repudio al apoyo del Grupo Central al gobierno de
Jovenal Moïse, este grupo lo
conforman nada menos y nada más que un representante especial de la Secretaría General
de la ONU, los embajadores de Alemania, Brasil, Canadá, Francia, Estados Unidos
y los representantes de España, la OEA y la UE, todos estos piases y estas
organizaciones guardan un silencio culposo sobre la real situación que se vive
en Haití, todos desde luego, son cómplices de la opresión de larga duración que
ha padecido, todos se benefician y extraen grandes riquezas, el neocolonialismo
es real, tan real como la bota imperialista en el mundo. Haití libra una larga
batalla contra todo el sistema mundial y es olvidado por la gran mayoría de
naciones. Ya es tiempo de dar luz a la verdad en Haití y extremar las
manifestaciones de apoyo, la liberación haitiana es también la emancipación de
los pueblos latinoamericanos.
Ninguna
solución favorable al pueblo haitiano vendrá de las políticas neoliberales
impuestas por el FMI, el imperialismo y neocolonialismo, Haití como toda
Nuestra América enfrenta el reto y la necesidad de construir un nuevo orden
mundial, esta región del mundo está llamada a ser vanguardia en esta
impostergable urgencia, la resistencia contra el neoliberalismo ha de conducir
a los pueblos a la abierta crítica de todo el sistema capitalista y a la
formulación de un proyecto emancipador global, el socialismo tiene que levantar
la mano para dar cauce a las demandas sociales, reformularse para concretar el
anhelo de un mundo realmente justo, libre y humano.
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=261929
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