Chile: El factor anticapitalista
24 de octubre de 2019
El malestar de la población
corresponde a un complejo profundo que no limita con objetivos puramente
económicos. Incorpora un acumulado histórico propio de las relaciones sociales
devenidas del vínculo contradictorio entre opresores y oprimidos. No se trata
de una «masa» que persigue una mera «negociación sindical» o un «promedio»
entre peticiones y ofertas. No emergió desde abajo, volcánicamente, para
«llegar a un acuerdo» con los poderes establecidos. El movimiento, en su propio
despliegue y conforme a las particularidades originales de la sociedad chilena,
crea la narración identitaria de su despliegue.
Por Andrés Figueroa Cornejo.
Que el
alzamiento popular en Chile ya transite su séptima jornada este 24 de octubre
sin conocerse espacios sociales y políticos que por sí solos puedan proclamar
sus prerrogativas sobre el movimiento, no significa que no existan
organizaciones en su interior. De hecho, en medio de las multitudes, tanto en
las concentraciones populares a escala territorial, como en las más centrales y
visibles, los grupos sociales que se referencian con una identidad política
distintiva son un lugar común.
La
sensibilidad política general de la protesta se expresa en contra de las
instituciones en su sentido más amplio. ¿Qué quiere decir eso? El malestar de
la población corresponde a un complejo profundo que no limita con objetivos
puramente económicos. Incorpora en sus motivaciones un acumulado histórico
propio de las relaciones sociales devenidas del vínculo contradictorio entre
señor y siervo, entre opresores y oprimidos. Entonces no se trata de una «masa»
que persigue una mera «negociación sindical» o un «promedio» entre peticiones y
ofertas. El movimiento no busca «un consenso». No emergió desde abajo,
volcánicamente, para «llegar a un acuerdo» con los poderes establecidos,
independientemente de cómo se resuelva la coyuntura. El
movimiento, en su propio despliegue y conforme a las particularidades
originales de la sociedad chilena en un espacio-tiempo dado, crea la narración
identitaria de su despliegue. «Renuncia de Piñera y establecimiento de una sociedad
justa», «Que termine la represión y el estado de excepción, el toque de queda,
y que los milicos vuelvan a los cuarteles», son conceptualizaciones elementales
que podrían aproximarse, hasta hoy, este 24 de octubre, a las aspiraciones
mediatas e inmediatas del alzamiento popular.
No
obstante, y como parte dinámica de la realidad, por diferentes causas y
momentos anteriores a la explosión de la protesta, existe, por ejemplo, un
compuesto de dirigentes sociales ligados a fracciones del Frente Amplio y a la ex Nueva Mayoría ,
y su entorno no militante orgánicamente. No es una formación homogénea. Es
inestable, pero su cemento se resume en un conjunto de acuerdos mínimos y
vocación orientadora políticamente.
Pero no
es la única fuerza que aspira a «tener su lugar en el mundo», y en el
movimiento real en lucha, con el objetivo de constituirse en autoridad
democráticamente legitimada.
Además
de grupos ligados a las culturas libertarias, y de otras tradiciones
emancipatorias, se acaba de formalizar el Polo Social Anticapitalista. Según la
dirigenta de la
Central Sindical Clasista de Trabajadoras y Trabajadores de
Chile, Catalina Rojas, «nuestro llamado es a la conformación de un polo social
anticapitalista que avance en la confluencia de organizaciones sindicales y
sociales, y articule a trabajadoras, trabajadores, estudiantes y pobladores y
pobladoras bajo una plataforma de lucha común que ponga como horizonte la lucha
contra el capitalismo para acabar con toda opresión y explotación», y añadió
que, «este polo social debe germinar desde la independencia de clase sin
permitir la cooptación de la clase en el poder ni de ninguno de sus organismos
ni organizaciones».
La
sindicalista informó que «se realizará una convocatoria amplia a conformar este
bloque a todas las organizaciones que se definan anticapitalistas y
antipatriarcales para levantar la articulación del pueblo en lucha».
Sin
dudas, no sólo se multiplica una politización y consciencia respecto de los
derechos sociales y humanos por parte del movimiento popular y social que, en
su derrotero, cuestiona el régimen de la ganancia e impone la necesidad vital
del bienestar común, como no ocurría desde hace décadas. No sólo el miedo se
desploma como arma disolvente del poder. También diversas composiciones políticas
y sociales con mayores definiciones y tomas de posición, se suman al movimiento
de desobediencia popular, esta vez, de manera diferenciada. Semejante
comportamiento político amerita un análisis e interpretación que no cabe en una
nota tan breve como la presente.
Al
término del texto, el Instituto Nacional de Derechos Humanos reportó que este
24 de octubre hubo casi 3 mil personas detenidas en todo el país; 582 personas
heridas, de las cuales 295 lo fueron con armas de fuego. En el centro de
Santiago trascendió que hay 40 personas heridas con perdigones en la Posta Central. Los
perdigones son municiones policiales de 6 milímetros , de metal
recubierto con goma. Por eso tantos heridos han perdido la visión de uno de sus
ojos. La comisión de DDHH del Senado solicitó a los uniformados la no
utilización de perdigones. Sin embargo, las razones de la represión no platican
con el parlamentarismo.
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Fuente: https://www.anred.org/2019/10/24/chile-el-factor-anticapitalista/
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