La rebelión de los
"zánganos"
9 de octubre de 2019
Por Alberto
Acosta y John Cajas-Guijarro (Rebelión)
Enérgicamente condenamos la infame represión que el gobierno de
Lenín Moreno aplica sobre quienes manifiestan su oposición a un paquete de
medidas económicas que, más allá de los detalles, sigue cargando el peso de la
crisis al pueblo.
La población “de a pie” sufre un
estancamiento social de años, sufre el aumento de la pobreza, sin esperanzas de
un mañana mejor, sin participar democráticamente en la toma de decisiones,
mirando cómo grandes grupos económicos y financieros locales y transnacionales
– junto con burocracias y élites doradas – lucran de millonarios beneficios
(incluso derivados del robo y la corrupción), sin que se les cobre el costo de
la crisis.
A esa misma población, ahora se le pide
“comprensión” mientras debe soportar más medidas económicas que asfixian sus
posibilidades de vida. Como si esa población fuera la responsable y tuviera que
pagar por acciones que nunca tuvo oportunidad de decidir.
Ante semejante injusticia, ante
semejante indolencia de quienes manejan el poder económico y político del país,
¿qué le queda al pueblo aparte de la resistencia? Resistencia que, no
olvidemos, es un derecho consagrado en la Constitución de la República, en su
artículo 98.
La rebelión no significa desmanes ni
crímenes, no significa violencia sin sentido. Significa levantarse contra
poderes que, por años, han actuado en contra de los intereses populares. Un
levantamiento que, en ninguna circunstancia, debería poner en riesgo la vida de
inocentes pero que ya lo está haciendo sobre todo por la brutalidad de la
represión...
Ya el correísmo intentó en su momento
acallar las voces de resistencia. Dio duros golpes, pero no lo logró. Tampoco
lo logrará el morenismo ni ningún otro gobierno. El pueblo ecuatoriano
nuevamente se ha despertado.
Las luchas populares son múltiples.
Tienen una dimensión clasista y ambiental (trabajo y Naturaleza contra
capital), una dimensión étnica (como la histórica reivindicación indígena), una
dimensión feminista y antipatriarcal, una dimensión opuesta a la xenofobia y al
racismo... en definitiva, una lucha múltiple que busca un mañana más justo para
todas y todos.
Por
ello, saludamos con gran respeto y admiración y nos sumamos a todas las
acciones de resistencia de los más diversos sectores, y les invitamos a actuar
en un solo puño. Como diría Dolores Cacuango: “Nosotros somos como los
granos de quinua, si estamos solos el viento lleva lejos. Pero si estamos
unidos en un costal, nada hace el viento. Bamboleará, pero no nos hará caer”.
Lo que sí rechazamos es que esa
comunión de esfuerzos sea cooptada por el correísmo y sus residuos o por algún
otro grupo oportunista. Correa y Moreno, más allá de las formalidades, son la
continuidad de algo más grave: el retorno de un proyecto neoliberal que, por
años, ha estado latente y ahora quiere consolidarse definitivamente en el
Ecuador. El desperdicio correísta de una década es imperdonable, como lo es
también las semillas que éste sembró para que ahora el morenismo acelere la
marcha neoliberal y reprima al pueblo con autoritarismo y violencia estatal.
Aquel grito que otrora derrumbó a quien
se hizo llamar “dictócrata” debe volver a las calles con más fuerza. Ese grito
inconfundible de que... ¡se vayan todos! Todos, Correa, Moreno, Lasso, Nebot,
toda la clase política, todas las élites económicas, todos quienes detentan el
poder en nuestro país. Todos se han robado el futuro de la gente y lo seguirán
haciendo si no hay una rebelión auténtica que, por fin, exija la real
democratización de la economía, de la política y del convivir general de
nuestra sociedad.
Si tildan de “zángano” al pueblo, si lo
matan de hambre, si matan sus sueños y su futuro, si lo amenazan y le apuntan
con armas... no se asusten que ahora ese pueblo “zángano” se rebele.
Alberto Acosta y John Cajas-Guijarro: Economistas ecuatorianos.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=261221
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