¿Es la pobreza
el verdadero problema?
19 de octubre de 2019
El «problema» no es la pobreza
sino la riqueza, que para concentrarse necesita expandir la pobreza. Si no se
comprende esta lógica del capital no hay forma de resolver el «problema de la
pobreza».
Por Eduardo Lucita.
Los
datos oficiales muestran el crecimiento de la pobreza y asociada a ella el
fuerte endeudamiento de las familias. Si se lo analiza en un período mayor
surge el carácter crónico ligado a la lógica de la acumulación del capital en
este período histórico.
Periódicamente el sistema estadístico oficial nos brinda datos de
la actividad económica (evolución del PBI, salarios e ingresos populares,
desempleo, inflación) que muestran una fuerte correlación con la pobreza
(medida por ingresos) y ahora con el endeudamiento familiar.
Pobreza
en ascenso
Los datos del Indec correspondientes al primer semestre de este
año arrojan que la pobreza llegó al 35,4% y la indigencia al 7,7%. Proyecciones
hechas al tercer trimestre muestran que la tasa de pobreza sería del 36,7% y la
de indigencia del 8,3% (16,5 y 3,7 millones de personas respectivamente). Si se
estiran estas proyecciones al 31 de diciembre de este año la pobreza rondaría
el 40%.
Todo es resultado del derrumbe de la actividad económica, de un
promedio de caída del 20% en los salarios reales y jubilaciones y unas tasas de
desempleo y subempleo que afectan a más del 20% de la población económicamente
activa.
Si se relaciona el ingreso promedio de los hogares (siempre al
primer semestre) con el costo de las Canastas Básicas Alimentaria y Total la
brecha es del orden del 39% y 37% respectivamente. Esta brecha, que tiende a
agrandarse al paso de los meses porque el costo de los alimentos crecen más que
el promedio y salarios y jubilaciones lo hacen muy por debajo, explica cómo el
crecimiento de la pobreza y la indigencia se está nutriendo de sectores de
clases media y media baja (medidos por ingresos).
A pura
deuda
Una de las consecuencias de este crecimiento de la pobreza y de la
brecha entre ingresos y gastos es el endeudamiento de la familias. Según el
informe Estabilidad Financiera que dio a conocer recientemente el Banco
Central, el nivel de endeudamiento de los hogares es el más elevado desde el 2005. A mediados de este
año el nivel de endeudamiento era en promedio de 2,4 salarios netos, mientras
que en 2005 alcanzaba a solo 1,8 salarios. Si entre 2016 y 2018 el crédito
crecía bajo las formas de préstamos hipotecarios o prendarios (compra de
viviendas, equipamientos del hogar, refacciones) ahora lo hace por el uso de tarjetas
o créditos personales (destinados más al pago de tarifas y a los consumos para
la vida cotidiana, alimentación, higiene personal, limpieza del hogar). Esto se
da en clientes de bancos que tienen un empleo formal pero que sus ingresos ya
no le alcanzan para cubrir los gastos corrientes de una familia tipo. El diario
Clarín del viernes pasado tituló una de sus notas «Se piden más micropréstamos
para pagar deuda y llegar a fin de mes».
Si se analiza la información según los estratos de ingresos familiares
el mayor nivel de endeudamiento se encuentra en el primer decil (el 10% más
pobre) alcanza al 46,7% de sus ingresos (33,9% en 2016) mientras que en el
último decil (el 10% más rico) el endeudamiento es de solo 25,7% (20,1% en
2016). Para completar el cuadro: la tasa de morosidad de los préstamos para
consumo está en el 5,4% mientras que en 2015 era de solo 2,1%.
Pero esta información está centrada en los créditos formales que
se registran en bancos y otras instituciones financieras. Dirigentes de organizaciones
sociales señalan que en los barrios de ingresos medios y bajos hay un circuito
financiero que comienza por la tarjeta de crédito y el pago mínimo, cuando esto
ya no es posible se recurre a la financiera del barrio, cuando este crédito
llegó al límite al usurero y finalmente se cae en el dealer de la zona, el que
coordina la venta de drogas al menudeo, y que siempre dispone de efectivo para
prestar por día. Es obvio que en cada instancia de este circuito el costo de
financiamiento crece en proporciones más que usurarias. Consolidando unos
niveles de pobreza de los cuales es difícil salir. «La pobreza que más se
reproduce y cuesta bajar», tituló La Nación días atrás.
Un
problema global
Muchos analistas del tema asignan los actuales niveles de pobreza
al desastre económico del gobierno de Macri, mientras que otros lo ubican en
los últimos 8 años, en que la economía se estancó. Sin embargo si se analiza un
período histórico más extenso, últimas tres décadas por ejemplo, la tasa de
pobreza según ingresos promedia el 25%. Algunos estudios llegaron a la
conclusión de que si la economía argentina lograra crecer al 3% acumulativo
durante 5 años, la tasa de pobreza podría reducirse al 20%, pero que este sería
un piso duro de perforar.
En 1974 se la estimaba en un 4%, a fines de esa década llegó al
7%. En 1989 con la hiperinflación bajo el gobierno de Alfonsín llegó al 47%,
luego de 8 años de gobierno de Menem bajó al 27%, llegó al 54% con el estallido
de la Convertibilidad con de la Rúa y luego de 12 años de gobiernos Kirchner
bajó al 29%. Se estima que a fin del gobierno de Macri rondará el 40%.
La pobreza estructural no es solo un problema argentino, es
global. Más de 820 millones de personas pasan hambre todos los días en el
mundo. Según la Unicef uno de cada tres niños está desnutrido o sufre de
sobrepeso.
¿Y la
riqueza?
La conclusión es obvia: la pobreza es un problema crónico,
estructural, que no se resuelve solo con una mejor distribución de los
ingresos. Incluso en los períodos en que la pobreza bajó, creció la brecha de
desigualdad social; esto fue común a la mayoría de los gobiernos progres de la región. Es que la tasa
de acumulación en la parte superior de la pirámide social es mayor que la tasa
de crecimiento de los ingresos en la base inferior.
Pero en este tiempo las desigualdades sociales, necesarias para la
acumulación del capital, se han acrecentado a partir de la salida de la crisis
capitalista mundial de los años ’70 del siglo pasado bajo la hegemonía del
capital financiero. El «problema» no es precisamente la pobreza sino la
riqueza, que para concentrarse necesita de la expansión de la pobreza. Si no se
comprende esta lógica del capital no hay forma de resolver el «problema de la
pobreza».
Eduardo Lucita, integrante del colectivo EDI (Economistas de
Izquierda).
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Fuente: https://www.anred.org/2019/10/19/es-la-pobreza-el-verdadero-problema/
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