TOMAR LAS CALLES
Chile marca el camino: así se enfrentan los
ajustes y tarifazos
Chile es
el último de los países que se levantó contra los ajustes y tarifazos del
Gobierno. Tan solo unos días antes, Ecuador se puso de pie para frenar el
paquetazo del FMI. Así se lucha contra los ataques de los Gobiernos, los
empresarios y los especuladores.
Sábado 19
de octubre
En solo
cuatro días los estudiantes chilenos convirtieron la consigna "evasión
masiva" en una verdadera rebelión para saltar los molinetes y no pagar el
boleto del metro, que aumentó hace dos semanas. Primero fueron unos cientos,
que a los pocos días se convirtieron en miles. El debilitado Gobierno de Piñera
mandó a los Carabineros (Policía) a custodiar las estaciones, y el viernes
decretó el estado de emergencia, después de haber descargado una represión
brutal contra los estudiantes y pobladores que se manifestaban en las calles.
Este sábado Santiago de Chile amaneció militarizada, pero se escuchan
cacerolazos en todos los barrios, mientras que se preparan marchas y paros para
el lunes.
Desde el
jueves la situación se había tornado incontrolable para el Gobierno. Las
imágenes de jóvenes tirando abajo las puertas del metro, saltando los
molinetes, y exigiendo la derogación del aumento, que convirtió al pasaje en
uno de los más caros de latinoamérica (unos 70 pesos argentinos), se viralizó
en las redes y ganó simpatía entre todos los trabajadores y trabajadoras y el
pueblo chileno.
No es la
primera vez que los estudiantes irrumpen en la escena política nacional. Ya lo
hicieron en forma masiva en 2006 y 2011, para reclamar la gratuidad de la
educación, algo que choca de frente con la herencia privatizadora que dejó el
pinochetismo, y fue avalada por todos los Gobiernos.
El reclamo
actual contra el aumento del boleto encontró un apoyo inmediato en amplios sectores
sociales porque el nivel de precarización laboral aumentó en los últimos años y
casi la mitad de la población gana el salario mínimo, con el cuál se debe
destinar al menos el 15% del sueldo para pagar el transporte.
Es por esto
que el reclamo de los estudiantes se convirtió en una causa sentida por toda la
población, y que se suma a otros reclamos históricos y recientes como el del
fin del robo de las empresas de jubilación privada (AFP), el acceso efectivo a
la educación gratuita, o la reducción de la jornada laboral a 40 horas
semanales (un proyecto reciente que tiene gran apoyo popular, pero al que se
oponen Piñera y los empresarios).
El apoyo
hacia los estudiantes, como el rechazo a la represión y al estado de
emergencia, con el que el Gobierno sacó a los militares a las calles por
primera vez desde el pinochetismo, generó un odio que se expresó en
manifestaciones callejeras el viernes por la noche y un cacerolazo masivo que
volvió a sonar con fuerza este sábado en todos los barrios de Santiago.
Durante el
fin de semana están realizando reuniones con sindicatos y organizaciones
estudiantiles para preparar paros y acciones para el lunes, que empiecen con la
demanda de poner fin al estado de emergencia y a la represión, pero con el
objetivo de tirar abajo el aumento del transporte.
El ejemplo
de lucha de los estudiantes y el pueblo de Chile es muy valioso como ejemplo de
cómo enfrentar los ajustes, tarifazos y ataques que cada vez hunden más en la
miseria y en la precarización laboral a millones de personas alrededor del
mundo. No es el único ejemplo.
Hace tan
solo una semana veíamos como tras doce días de movilizaciones, barricadas y una
brutal represión con muertos, heridos y encarcelados, el pueblo ecuatoriano
lograba torcerle el brazo al Gobierno para que derogue el paquetazo del FMI. Si
bien las direcciones indígenas, que hegemonizaron el proceso, nuenca plantearon
la caída de Moreno, y cuando ese reclamo se empezó a escuchar fuerte en las
calles aceptaron la mesa de negociación, las jornadas de lucha que vivió
Ecuador muestran de qué manera se le puede parar la mano al FMI.
Las
movilizaciones contra los ajustes del FMI o contra los paquetazos que
benefician a los especuladores y empresarios, al mismo tiempo que empobrecen a
los trabajadores, trabajadoras, en particular a los más jóvenes y a las
mujeres, se repiten en todo el mundo. Tan solo este año vimos la lucha de los
Chalecos Amarillos en Francia contra el aumento del combustible, en Sudan,
Egipto, Haití, o Costa Rica contra la miseria que generan los planes del FMI,
en Irak contra las condiciones de vida ruinosas en la que vive la juventud
después de años de ocupación imperialista, en Líbano contra un impuesto a los
audios de WhatsApp, o en Puerto Rico contra la precarización de la vida, siendo
ciudadanos de segunda como Estado libre asociado de Estados Unidos.
A estas
luchas se suman el poderoso movimiento de mujeres, que irrumpió con fuerza en
todo el mundo por sus derechos, y las multitudinarias marchas globales contra
la crisis climática, que pelean entre otras cosas contra el fracking, la
megaminería o los agrotóxicos.
Al igual
que la lucha de los estudiantes y el pueblo chileno, muchos de estos procesos
muestran de qué manera y porqué es necesario pelear para acabar con los ataques
que sufren la juventud, las mujeres y la clase trabajadora, como así también
los pobres de la ciudad y el campo.
En medio de
este escenario, Argentina se dirige hacia una renegociación con el FMI de la
deuda más alta que el organismo haya otorgado a algún país en toda su historia.
Lo hace en medio de índices de inflación, pobreza y bajo crecimiento que son
récord, y además con una megadevaluación que ha venido licuando los sueldos de
los trabajadores hasta ubicar el salario medio entre uno de los más bajos del
subcontinente.
El
candidato del Frente de Todos, Alberto Fernandez, que se apresta a llevar
adelante esa negociación bajo las exigencias del FMI, ya dejó en claro su
consejo de que los manifestantes salgan de las calles. Al mismo tiempo que está
buscando cerrar un pacto social con las direcciones sindicales traidoras junto
a los empresarios, para congelar los salarios y evitar las huelgas durante al
menos 180 días. Como lo hizo directamente, pidiendo a los trabajadores de
Aerolineas que no hagan un paro, su objetivo es evitar que la gente salga a la
calle mientras que pasa el ajuste que pide el FMI.
El ejemplo
de Chile, y del resto de los países muestra todo lo contrario. Para evitar que
nuestras condiciones de vida sean aún más precarias, y para derrotar el paquetazo
del FMI y del próximo Gobierno, que se viene en Argentina, los trabajadores
ocupados y desocupados, los jóvenes, las mujeres, los estudiantes, deben salir
a las calles y seguir el camino de los estudiantes y el pueblo chileno. Ese es
el camino de lucha que debería seguir la clase trabajadora de toda América
Latina, que con su enorme fuerza social podría desarticular los ataques que se
están tratando de pasar en toda la región.
Fuente:
https://www.laizquierdadiario.com/Chile-marca-el-camino-asi-se-enfrentan-los-ajustes-y-tarifazos
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