Occidente enmascarado
28 de octubre de 2019
Por Mario R. Fernández (Rebelión)
En Occidente
vivimos rodeados de personajes, instituciones, gobiernos, países que comparten
una necesidad continua de encubrir su identidad real, aparecen como algo que no
son. Se trata de dar una imagen falsa construida mayormente por funcionarios,
instituciones y agencias y medios de información, que forman el aparato
propagandístico de un sistema muy controlado por los más ricos y sus
corporaciones. Es un modelo que parte del centro occidental, Estados Unidos, y
se expande hacia la periferia creando personajes públicos a su servicio que
premia con lugares de preeminencia y hace hablar, instituciones mundiales y
países modelos que despiertan la envidia del resto.
Uno de esos personajes públicos
privilegiados por el sistema con origen en América Latina, es Michele Bachelet. Durante su presidencia de Chile,
Bachelet fue presentada siempre como líder competente, persona prudente,
defensora fiel de los derechos humanos, y, por supuesto, feminista. Entre las instituciones mundiales que colaboran dando una imagen totalmente falsa de la realidad está el Banco Mundial, siempre presentado como defensor de derechos básicos, salvador de países pobres, en campaña para la eliminación de la pobreza y campeón en la erradicación del hambre que golpea a más de mil millones de seres humanos, en especial niños, pero que en la práctica ha hecho siempre todo lo contrario. Cada año, el Banco Mundial trata de impresionar publicando un reporte extenso sobre estos asuntos que lo presenta como muy conocedor de estas realidades especialmente en el Tercer Mundo. Y, aunque el Banco Mundial representa a 188 países, unos pocos países del mundo, los más imperialistas, lo dominan. En realidad muchos de los créditos y subvenciones que el Banco Mundial extiende a los países pobres para infraestructuras son escasos y además engañosos porque benefician más a las compañías que los implementan que al país receptor. Y, en los proyectos productivos el escándalo de estos préstamos es aún mayor, pues muchas veces para implementarlos se usan conspiraciones, extorciones y crímenes que afectan directamente a la población del lugar. El Banco Mundial promueve el neoliberalismo total exigiendo privatizaciones y ajustes económicos en perjuicio directo de los pueblos de los estados que reciben sus “préstamos,” crean mayor empobrecimiento y violaciones de los derechos humanos y favorecen conceptos falsos como el de la “masificación de la clase media en el mundo”. La historia del Banco Mundial está plagada de escándalos, corrupciones y abusos en especial en sus tratos con gobiernos de dictaduras militares pero también con supuestos gobiernos liberales y progresistas.
Entre
los países que dirigen las fórmulas del Banco Mundial la simulación es grande
pues a muchos de ellos se los supone ricos, estelares y modelos a admirar por
el resto. Hay varios ejemplos de estos países en occidente, los Países Bajos
(Holanda), Noruega y especialmente Canadá entre ellos. Estos tres se presentan
como sociedades que viven en verdaderos paraísos terrenales: civilizados,
educados y que además luchan por la democracia del mundo, el respeto a los
derechos humanos y del medio ambiente. Estas nobles causas que estas naciones
persiguen y promueven son recordadas continuamente en encuestas,
investigaciones y ranking. Por ejemplo, cuál es el país más feliz, más
igualitario, más respetable, menos corrupto, con mejor salud, educación, el
país más optimista, democrático, feliz, en fin. En las respuestas y entre los
primeros puestos aparecen siempre estos tres.
La imagen que estos países
presentan al resto del mundo y a sus propios habitantes es que logran
soluciones a los problemas debido a su alto nivel de conciencia cívica y
humanización, que les permite promover y alcanzar niveles de convivencia
pacíficos, limpios de contaminación, y hacerlo respetando la integridad y el
derecho de sus habitantes que no pasan hambre y gozan de buena atención médica. Además, en las ciudades de Noruega,
la imagen dice, que circulan mayormente vehículos eléctricos que emiten poco
ruido y nada de CO2. Algo similar sucede en ciudades como Ámsterdam
y La Haya en los Países Bajos donde circulan miles de bicicletas por calles
limpias y los parques muy bien conservados. Los Países Bajos y Noruega son muy
privilegiados pues tienen reyes y reinas defensores de su “democracia”.Detrás del telón otra realidad emerge, adentro y afuera de casa. En lo que respecta al impacto y al proceder de estos países en el escenario mundial respecto de otros países ninguno de ellos es ejemplo a seguir. Noruega y los Países Bajos participaron en el infame bombardeo a Yugoeslavia aun cuando era obvio incluso entonces que las justificaciones para hacerlo eran falsas; hoy han sido probadas totalmente falsas por sus propias instituciones. Tanto Noruega como los Países Bajos enviaron aviones de guerra entre marzo y junio de 1999 y durante 78 días bombardearon matando numerosos civiles, destruyendo hospitales y escuelas, infraestructuras básicas como caminos, plantas generadoras de electricidad, de tratamientos de agua y viviendas. Un abuso criminal que dejó secuelas enormes de contaminación y muerte, incluida la contaminación del rio Danubio y otros ríos, la contaminación del suelo y contaminación industrial seguida de enfermedades tóxicas y fatales que el pueblo serbio sufrió y a quien le tocó vivir aterrorizado por el castigo impuesto por estos países “civilizados”.
Nuevamente
en marzo del año 2011 Noruega y Países Bajos, junto a otros 16 países
cómplices, bombardean por 7 meses el territorio de Libia, realizaron 26.500
misiones de bombardeos y nuevamente crímenes contra la población civil incluido
el asesinato del presidente Muammar al-Gaddafi, que fue brutal y deshumanizante
y fue mostrado por la
televisión. De nuevo se destruyó todo tipo de infraestructura
incluyendo las de producción de petróleo y gas, dejando un desastre humano y
ambiental serio que aplica a libios y a trabajadores africanos que junto con
sus familias encontraban una oportunidad de mejor vida en Libia. El crimen de
Libia no ha terminado se continúa en una guerra civil desbastadora al tiempo que
los países responsables de su bombardeo muestran total indiferencia y no toman
ninguna responsabilidad por el crimen.
El tercer país, Canadá, es una
sociedad que mantiene desde los años 1950 un Estado de Bienestar que beneficia
a quienes necesitan de protección social, provee educación primaria y
secundaria gratuita o prácticamente gratuita, y un sistema de salud público
gratuito. Aunque Canadá se presenta como defensor del medio ambiente y promotor
de la ecología, enfrenta varios desastres ecológicos debido a la explotación de
recursos naturales en manos de corporaciones privadas poderosas con muy
limitada responsabilidad que priorizan solamente sus ganancias. En el contexto
mundial y dentro del país los medios oficiales muestran a Canadá como en primer
lugar del mundo en cuanto a calidad de vida y, según Amnistía Internacional,
Canadá es el país que menos vulnera los derechos humanos de sus ciudadanos.
Según un reporte de Oxfam (Confederación de organizaciones de ayuda
humanitaria) Canadá ocupa el segundo lugar, después de Estados Unidos, en el
ranking de países más solidarios del mundo. Canadá acarrea, sin embargo, la
opresión colonialista y el abuso contra los aborígenes que han poblado estas
tierras por miles de años, y aunque algunos aspectos de esta opresión ha sido
reconocida por el estado canadiense poco se ha hecho para afrontarla y
terminarla. El empobrecimiento de la población ha aumentado, por ejemplo el 20
por ciento de los más ricos poseen casi el 70 por ciento de la riqueza mientras
que el 20 por ciento de los más pobres se adueña de sólo el 0,1 por ciento de
esta. En 1980 había cinco vecindarios pobres en la ciudad de Toronto, hoy hay
100. Son ejemplos entre muchos otros que demuestran que los rankings que
colocan a Canadá como mejor país del mundo son contradichos por la realidad.La política externa canadiense cuenta con un prontuario extenso de intervenciones y abusos principalmente en países pobres y desprotegidos. Se trata de injerencias que obedecen a una de dos agendas: la agenda propia establecida en las últimas décadas que favorece la injerencia del gobierno para defender y promover, además de aportar pequeños subsidios, la explotación de recursos naturales por parte de compañías mineras basadas en Canadá. Son unas 1300 corporaciones mineras canadienses (el 75 por ciento del total de compañías mineras del mundo) que operan en más de 100 países mayormente en el Tercer Mundo y cuentan con apoyo diplomático y hasta encubrimiento de violaciones y crímenes de parte del gobierno canadiense, en complicidad con autoridades de los países donde se encuentra
La otra agenda obedece a la complicidad canadiense con países imperialistas; Canadá ha jugado un papel importante en la agresión y destrucción de otros pueblos. Yves Engler, autor y activista canadiense, ha documentado estas agresiones claramente en su libro “A Propaganda System” (Un sistema de propaganda) donde plantea que Canadá comenzó su intervención extranjera armada en la guerra de los Boers en el sur de Africa (1899 y 1902), que continuo en las dos guerras mundiales y en la guerra anticomunista contra Corea (
Canadá estuvo muy involucrado en el bombardeo a Yugoslavia (1999) con 678 bombardeos aéreos y lanzando más de 500 bombas poderosas -158 de ellas dieron en el blanco y uno de estos blancos fue un importante puente sobre el rio Danubio. En Afganistan (
Occidente se
presenta como tolerante, democrático, libertador pero es todo lo opuesto:
intolerante, totalitario, racista. Sus características verdaderas se observan
en su práctica, exitosamente encubierta por palabras que simulan todo lo
contrario. Occidente ha usado enormes falsedades por décadas y desde décadas
pasadas miente porque
cuenta con una máquina propagandista sin igual que es crucial en persuadir no
sólo a un gran número de sus habitantes sino a una buena parte del resto del
mundo que quieren seguir viéndolo como civilizado, democrático y justo. Este
juego occidental es posible gracias a una estrategia que involucra seleccionados
personajes, instituciones y países a los que favorece como modelos y que a su
vez favorecen la agenda occidental y son sus cómplices. No se trata de
argumentar que el mundo no-occidental es mejor, es posible que no lo sea. Se
trata de que sabemos con certeza y tenemos amplias pruebas documentando que
occidente no es lo que presenta ser sino todo lo opuesto, que sus acciones
exhiben un nivel de criminalidad pasmoso al punto que sorprende que siga siendo
exitoso en su engaño. Es posible que esta capacidad de engañar muestre
simplemente su decadencia, pruebe que ya no puede vivir en la verdad, si es que
antes pudo, pero puede que sea también prueba de la incapacidad del resto del
mundo de desenmascararlo, de elegir otros caminos, de vivir más cerca de la
verdad y enfrentar los grandes desafíos del presente.
Notas:
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=261886
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