Daño genético por agroquímicos: “No hay tratamiento para lo que sufren nuestros cuerpos”
10 de agosto de 2019
Sabrina Ortiz tiene 35 años y 48 partículas de glifosato y
ampa en sangre más de las que puede soportar el organismo; su hija de 18 años,
100 veces más, y su hijo de 6, 120 veces más. Los resultados de genotoxicidad,
que realizó la
Universidad Nacional de Río Cuarto, se incorporaron a una
causa penal por contaminación por agroquímicos en tres barrios de Pergamino,
que tramita en el Juzgado Federal de San Nicolás. Otros estudios
complementarios también confirmaron la presencia de arsénico en la red de agua
potable de la ciudad: “A pesar de las pruebas, el Estado sigue negando el
problema”.
Por Agencia Andar.
Un informe del equipo de
investigación de genotoxicidad de la Universidad Nacional
de Río Cuarto (UNRC) confirmó que todos los integrantes de una familia de
Pergamino presentan daños genéticos en las células por la presencia de
agroquímicos en sangre. Las partículas de glifosato y ampa encontradas en los
análisis superan los niveles que puede soportar un organismo. “Tenemos un
tratamiento médico paliativo para las sintomatologías que van apareciendo, pero
no hay un tratamiento para lo que sufren nuestros cuerpos”, dice Sabrina Ortiz.
El informe de la UNRC fue
presentado recientemente ante el Juzgado Federal N 2 de San Nicolas, a cargo de
Carlos Villafuerte Ruzo, donde tramita una causa penal por contaminación por
agrotóxicos en tres barrios de Pergamino, Villa Alicia, La Guarida y Luar
Kayad. La causa se inició por una denuncia de Sabrina, referente de la organización Madres
de barrios fumigados. Por el momento, hay cuatro imputados, productores
agrícolas de los campos linderos a estos barrios.
El expediente judicial tiene 13
cuerpos y, en base a la prueba recolectada, el juez Villafuerte Ruzo ordenó
suspender las fumigaciones en los cuatro campos. Sin embargo, la medida no se
respeta. “A uno de los imputados le secuestraron toda la maquinaria luego de
que denunciamos nuevamente el uso de agrotóxicos; sin embargo, alquiló nueva
maquinaria y volvió a fumigar. Todo esto en presencia de los agentes
municipales que están obligados, por la misma resolución judicial, a controlar
que estas prácticas no continúen. La complicidad es total”, dice Ortiz.
En ese sentido, Sabrina remarca
que las autoridades municipales siguen negando el problema, incluso
desestimando las pruebas como “análisis truchos”. Sin embargo, recientemente
otro estudio —que también consta en el expediente judicial— confirmó la
presencia de arsénico en la red de agua potable de Pergamino. “En las muestras,
se encontraron 18 agrotóxicos distintos y presencia de arsénico en una cantidad
hasta nueve veces mayor de la permitida por la Organización Mundial
de la Salud”, precisa Ortíz. Y agrega: “Esta es una sustancia cancerígena, que
combinada con el glifosato, potencia el efecto corrosivo sobre el organismo”.
En noviembre del año pasado, por
iniciativa de Madres de barrios fumigados, el Concejo Deliberante votó por
unanimidad una ordenanza municipal que garantizaba el acceso a los estudios
médicos a todos los vecinos y vecinas de Villa Alicia, La Guarida y Luar Kayad;
más de ocho meses después, la medida no se efectivizó.
“Es una zona humilde, yo tuve la
posibilidad de realizar los estudios, de acceder a tratamientos paliativos para
los estados de salud que se nos fueron presentando, pero muchas familias no
pueden. Hay mujeres que son jefas de hogar, que trabajan en talleres o son
empleadas domésticas, y no tienen obra social. No tienen los recursos para
atenderse por fuera del sistema público de salud. E, incluso, para ir al
hospital, tienen que tomarse dos colectivos, les cuesta 140 pesos, y quizá
cuando llegan ya no hay más turno”, explica Sabrina.
Vivir contaminados
Según el informe de genotoxicidad,
Sabrina Ortiz tiene 48 veces más partículas de glifosato y ampa en sangre de
las que puede soportar el organismo. También perdió un embarazo de cinco meses
y tuvo dos ACV isquémico: “Podría haberme muerto ya”, resume. “No tengo
enfermedad de base; sin embargo, tengo problemas de salud desde el 2011. La
mayor parte del tiempo son movimientos espasmódicos, secuelas mínimas,
sintomatología aislada. Pero nunca sé que está pasando en mi cuerpo y es
tremendo porque tengo 35 años. Pensar esto es terrible, sobretodo porque mis
hijos tienen lo mismo en el cuerpo y no puedo hacer nada para aliviar ese
estado”.
El estudio realizado por la Universidad Nacional
de Río Cuarto confirmó que la hija de Sabrina, de 18 años, tenía partículas de
glifosato y ampa en sangre que superaban más de 100 veces la cantidad deseable;
el hijo de 6 años, más de 120 veces. Sus historias clínicas forman parte de la
causa judicial y describen en toda la gran cantidad de afecciones a la salud
que les ha generado la exposición a los agroquímicos.
La hija de 18 años desarrolló una
ostiomielitis crónica recurrente, una enfermedad autoinmune que afecta a
los huesos. La joven empezó con este problema a los 13 años, pero recién se lo
diagnosticaron en el último año después de realizarse tres biopsias, de
someterse a medicamentos quimioterápicos. “La primera vez le sacaron el quiste
pero al mes volvió a aparecer. Ella estuvo todo un año sin poder caminar, en
sillas de rueda. Ahora tiene fibrosis en la tibia y el 20 de agosto tiene que
operarse nuevamente”.
La situación de su hijo de 6 años
es igual de preocupante: “De muy chiquito, advertimos que recurrentemente tenía
ganglios de cuello inflamados, se enfermaba mucho. Llegó a tener dos neumonías
en un mes, bronquitis. Cuando le realizaron una ecografía de partes blandas, se
detectó presencia de ganglios en cadena alrededor de la aorta, el cuello e
intestinos por la presencia de agroquímicos”, explica Sabrina.
Los agentes contaminantes
genotóxicos en sus cuerpos produjeron una aberración cromosómica, esto es la
modificación de la estructura de los cromosomas por el daño genético: “Hace que
las células copien esa información genética”, aclara la referente de Madres de
barrios fumigados de Pergamino. “Estamos en una situación que puede
desencadenar cualquier problema oncológico», agrega.
El estudio de la UNRC señala con
claridad que el daño genético “resulta de la exposición de las células a
agentes contaminantes genotóxicos y puede asociarse al aumento en el riesgo de
padecer efectos adversos en la salud”. Aun cuando estas afecciones ya limitaron
enormemente la calidad de vida de la familia, el informe destaca que “el daño
detectado puede ser reversible, si se elimina o disminuye el agente que lo
causa, y por lo tanto descenderá el riesgo a desarrollar enfermedades”.
“El año pasado, justo antes de que
inicie la época de fumigaciones, me advirtieron que me tenía que mudar”,
recuerda Sabrina. Una vez más, desde el Municipio ni siquiera la atendieron.
“Nosotros nos pudimos ir, pero el resto de la gente del barrio no puede, eso es
todo lo que tiene”, se lamenta.
Madres de barrios fumigados de
Pergamino está integrado hoy por unas 20 mamás; Sabrina dice que llegaron a ser
muchas más, pero algunas no pudieron continuar por la necesidad de mantener sus
hogares. También denuncian que el Municipio intenta desde el primer momento
coartar la organización de vecinos y vecinas.
“En principio, espero que todas
las personas de estos barrios tengan la atención digna que se merecen. Hay
noches que no duermo, pensando en esto. Es necesario que el Estado municipal
reconozca la problemática y se pongan a trabajar”, agrega Ortíz.
Mientras tanto, la causa judicial
sigue su curso. “No siento bronca ni odio, sólo tengo sed de justicia, que
quienes envenenan a nuestros hijos tengan que responder por sus actos y cumplir
con su responsabilidad”, cierra Sabrina.
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