miércoles, 28 de agosto de 2019

"Si observamos el mapa de los más de 70 mil focos de incendio en la Amazonia brasileña, percibimos que la mayoría se localiza alrededor de unidades de conservación ambiental y de tierras indígenas. El 40% de ellos arrasa áreas de selva húmeda, de difícil combustión, y los otros 60% presionan sus bordes. Los pueblos indígenas, sin hacer barullo, vienen desarrollando estrategias de protección territorial contra madereros y mineros furtivos en sus territorios".

De incendios y capitales

26 de agosto de 2019

Silvia Beatriz Adoue

El fuego que ahora está consumiendobosques en África central y Siberia es resultante del impacto profundo que el calentamiento global produce en el clima del planeta. Es decir, es efecto del metabolismo que el sistema económico capitalista impone a la Tierra, extrayendo riquezas hasta el paroxismo y produciendo detritos en escala nunca antes vista en la historia. Pero los incendios que ocurren en la selva amazónica son acción directa de grupos interesados en transformar área preservada en mercadería.
¿Cuáles son esos grupos? Mineros ilegales, madereros y “grileiros”. Estos últimos son el brazo ilegal de propietarios de tierra, que, después de consumadas las quemadas, dejan las áreas disponibles para hacer pastajes para la cría de ganado o para plantar soja. El día 10 de agosto, cuando surgieron en el estado amazónico de Pará (Brasil) varios focos de incendios en espacios de conservación, una cadena de whatsapp  divulgaba el “Dia do fogo[1]. Esta jornada, noticiada como campaña de “apoyo al presidente” Jair Bolsonaro, reproducía los argumentos del mandatario contra ambientalistas. El discurso del ejecutivo llamaba las políticas públicas de defensa del ambiente y de los territorios indígenas de “obstáculos” a la producción y al desarrollo regional.
Las declaraciones presidenciales vienen precedidaspor el desmonte de los órganos estatales responsables por el monitoreo satelital (INPE –que había divulgado que el desmonte de la Amazonia en 2019 era 82% mayor que en 2018)) y la fiscalización directa (IBAMA –instituto al que acusó de generar una “industria de las multas” ambientales), y también del organismo que se ocupa de la demarcación de las tierras indígenas (FUNAI). Paralelamente, las asociaciones de propietarios rurales presionan por una legislación que permita arrendar para cultivo las tierras indígenas[2].
Si observamos el mapa de los más de 70 mil focos de incendio en la Amazonia brasileña, percibimos que la mayoría se localiza alrededor de unidades de conservación ambiental y de tierras indígenas. El 40% de ellos arrasa áreas de selva húmeda, de difícil combustión, y los otros 60% presionan sus bordes. Los pueblos indígenas, sin hacer barullo, vienen desarrollando estrategias de protección territorial contra madereros y mineros furtivos en sus territorios.

Hace 20 días, las mujeres del campo hicieron dos manifestaciones en la capital, Brasilia, contra estas políticas: 

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