De incendios y capitales
26 de agosto de 2019
Silvia Beatriz Adoue
El fuego que ahora está
consumiendobosques en África central y Siberia es resultante del impacto
profundo que el calentamiento global produce en el clima del planeta. Es decir,
es efecto del metabolismo que el sistema económico capitalista impone a la
Tierra, extrayendo riquezas hasta el paroxismo y produciendo detritos en escala
nunca antes vista en la
historia. Pero los incendios que ocurren en la selva
amazónica son acción directa de grupos interesados en transformar área
preservada en mercadería.
¿Cuáles son esos grupos? Mineros
ilegales, madereros y “grileiros”. Estos últimos son el brazo ilegal de
propietarios de tierra, que, después de consumadas las quemadas, dejan las
áreas disponibles para hacer pastajes para la cría de ganado o para plantar
soja. El día 10 de agosto, cuando surgieron en el estado amazónico de Pará
(Brasil) varios focos de incendios en espacios de conservación, una cadena de whatsapp
divulgaba el “Dia do fogo”[1]. Esta jornada, noticiada como campaña de “apoyo al
presidente” Jair Bolsonaro, reproducía los argumentos del mandatario contra
ambientalistas. El discurso del ejecutivo llamaba las políticas públicas de
defensa del ambiente y de los territorios indígenas de “obstáculos” a la
producción y al desarrollo regional.
Las declaraciones presidenciales vienen
precedidaspor el desmonte de los órganos estatales responsables por el
monitoreo satelital (INPE –que había divulgado que el desmonte de la Amazonia
en 2019 era 82% mayor que en 2018)) y la fiscalización directa (IBAMA
–instituto al que acusó de generar una “industria de las multas” ambientales),
y también del organismo que se ocupa de la demarcación de las tierras indígenas
(FUNAI). Paralelamente, las asociaciones de propietarios rurales presionan por
una legislación que permita arrendar para cultivo las tierras indígenas[2].
Si observamos el mapa de los más de 70
mil focos de incendio en la Amazonia brasileña, percibimos que la mayoría se
localiza alrededor de unidades de conservación ambiental y de tierras
indígenas. El 40% de ellos arrasa áreas de selva húmeda, de difícil combustión,
y los otros 60% presionan sus bordes. Los pueblos indígenas, sin hacer barullo,
vienen desarrollando estrategias de protección territorial contra madereros y
mineros furtivos en sus territorios.
Hace 20 días, las mujeres del campo
hicieron dos manifestaciones en la capital, Brasilia, contra estas políticas:
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